Mayorga: «En un teatro encuentras muchas de las cosas por las que merece la pena vivir»
Juan Mayorga. Dramaturgo y académico ·
El autor español vivo más representado en la escena internacional se alza con el Princesa de Asturias de las LetrasSecciones
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Juan Mayorga. Dramaturgo y académico ·
El autor español vivo más representado en la escena internacional se alza con el Princesa de Asturias de las LetrasAZAHARA VILLACORTA
OVIEDO.
Jueves, 2 de junio 2022, 01:05
Juan Mayorga (Madrid, 57 años) llevó ayer al teatro a lo más alto al alzarse con el Premio Princesa de las Letras y se sintió como aquella vez que, en el colegio, le pusieron un nueve en una redacción y pensó «que era una nota ... exagerada». El hombre de todas las tablas, el español vivo más representado en el mundo, se convertía así en el tercer dramaturgo en lograr el galardón tras Francisco Nieva y Arthur Miller. El escritor, que ocupa desde 2019 el sillón 'M' de la Real Academia Española, es autor de obras fundamentales del teatro español contemporáneo y en todo ve materia para «el arte de la reunión y la imaginación, el arte de la critica y de la utopía. Así que quiero pensar que este Premio no señala solo mi modesto trabajo personal, sino al teatro», se quita méritos este tímido perfeccionista y afable que nunca da por cerrado un texto y que quiso compartir el galardón con directores, actores, escenógrafos, iluminadores, figurinistas, músicos... y -claro- con el público.
-Está «enfermo de teatro».
-Sí. Esto no tiene cura. El teatro te asalta en cada momento, porque estás atento a experiencias, personajes, frases, situaciones... que algún día vas a querer convertir en escena, en hecho teatral.
-De hecho, sé que va a todas partes con una libreta...
-Permanentemente. La última vez que anoté algo fue cuando el taxista que me llevaba hace unas horas, al ver que me llegaban tantas llamadas, dedujo que me habían dado un premio, dedujo cuál y se puso tan contento como yo. Pensé que eso podía ser una buena situación.
-¿Y cómo está la salud del teatro hoy en España?
-El síntoma más claro de su vitalidad es que mucha gente joven está haciendo teatro porque es un medio maravilloso para crear y compartir. A mí el talento joven es lo que más me anima. En el terreno de la cultura, queda mucho por hacer, pero también hay mucha gente realizando trabajos excelentes. Y cada uno de esos compromisos con la excelencia es también un acto de resistencia. Cuando me presentan diagnósticos pesimistas, recuerdo aquella expresión de Walter Benjamin: «No podemos ser optimistas, pero podemos organizar el pesimismo». Pues eso: cuando menos, organicemos el pesimismo de una forma activa.
-Gente joven muchas veces en precario...
-Sí. Es difícil hacer teatro y creo que todos los ciudadanos debemos reclamar las mejores condiciones para él. Porque, cuando se apoya a una compañía talentosa, no solo se apoya a las personas que están en ella, sino que también se está ayudando a la ciudad, a la comunidad. Yo animo a las autoridades, a quienes pueden ayudar, a que lo hagan. Y, desde luego, esto vale también para Asturias. Porque es una tierra donde hay mucho talento que merece ser acompañado.
-Usted la conoce bien...
-Resulta que, sin yo pretenderlo ni intuirlo, he llegado a tener una relación especialmente íntima con Asturias. Para mí, no ha sido insignificante que este Premio venga de esa tierra que quiero y que ha sido muy generosa conmigo. En 2012, mi primer trabajo como director, 'La lengua en pedazos', se puso en escena en Avilés. Y, desde entonces, Avilés, Gijón y Oviedo han sido muy generosas y hospitalarias con mi teatro.
-¿Por qué ir a ver una función?
-Porque, sin duda, en una sala teatral podemos encontrar algunas de las cosas por las que merece la pena vivir: para empezar, el hecho mismo de reunirse con otros, compartir experiencias, escuchar la palabra y el silencio de otros...
-El silencio es tan importante que le ha dedicado una de sus últimas obras. ¿Por qué?
-En 'Silencio' me ocupo de él. Y en 'El Golem' me ocupo de las palabras. Y ambos tienen un común antagonista, que es el ruido.
-¿El ruido nos asfixia?
-Sí. Recuerdo una frase que aparece en la próxima obra que dirigiré: 'La colección'. Hay un personaje que dice, citando a Goethe: «Vivimos obsesionados por la velocidad y los espejos». Y yo creo que podríamos decir: «Vivimos una época de velocidad, espejos y ruido».
-¿Qué hacemos frente a eso?
-Siempre es necesario el recogimiento, el silencio fértil, la palabra constructiva y la buena pregunta.
-Su teatro también tiene mucho de denuncia. Ahí está su 'Alejandro y Ana', estrenada en plena era Aznar.
-Hay veces que has de intervenir en la más palpitante actualidad. Otras, has de apartarte para construir tu propia agenda. Cuando hicimos aquella obra, la hicimos porque, de algún modo, teníamos que contestar a algo que estaba sucediendo en ese momento.
-En Francia, un líder ultraderechista utilizó imágenes de 'En la casa', la película de François Ozon basada en su obra 'El chico de la última fila'. ¿Qué ocurrió?
-Que ha tenido que responder ante los tribunales por el uso de esas imágenes sin permiso. Es muy importante que, con todas nuestra capacidades, con toda nuestra fuerza, combatamos la barbarie.
-¿Qué le diría a aquel chaval de dieciséis años que asistió embobado a la magia de la farsa que se convierte en verdad?
-Yo creo que él está aquí. Tan perplejo, tan confundido como entonces. Era un muchacho desorientado que buscaba orientación y yo creo que sigo siéndolo. Probablemente, le diría: «Venga, Juanito, tienes que seguir adelante». Ahora deberé esforzarme por intentar no repetir aquello que ha sido premiado. Por buscar nuevos caminos, nuevas encrucijadas. Por exigirme más a partir de mañana.
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