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PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
Domingo, 23 de octubre 2022
Somos la generación que empezará a ayudar al planeta a regenerarse», declaraba convencida, hace pocos días, a EL COMERCIO Ellen MacArthur, Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional. Contribuir a que ese propósito se materialice en quienes tendrán el futuro en sus manos era uno de los objetivos de las actividades programadas en la mañana de ayer en el recinto de la Fábrica de Armas de Oviedo. La economía circular que defiende la regatista británica y el compromiso con las víctimas de emergencias humanitarias que representa el arquitecto japonés galardonado con el Premio de la Concordia, Shigeru Ban, protagonizaron allí varios talleres dirigidos a los más pequeños y sus familias.
En el espacio dedicado a MacArthur en la Nave Almacén de la antigua factoría de La Vega investigadores del Laboratorio Biomimético impartían una lección teórica y práctica sobre la elaboración de productos sustitutivos del plástico obtenidos de residuos orgánicos. Este proyecto asturiano, ubicado en pleno Parque de Redes, se ha especializado en el diseño de materiales sostenibles mediante la observación de los procesos naturales y su exposición acerca de cómo fabricar objetos de uso cotidiano con mondas de patata o plátano, posos de café o 'magaya' de sidra, atrajo pronto la atención de los chavales participantes en el taller. Luego ellos mismos fueron invitados a cocinar sus propias galletas de bioplástico con ingredientes tan sencillos como gelatina, glicerina, agua y colorante.
Vivamente absorbida en el proceso de fabricación de sus propios biomateriales, la ovetense Ariadna Álvarez, del colegio de las Dominicas, se afanaba en disolver en su cubeta las respectivas porciones en polvo de la receta, mientras expresaba su ilusión por «aprender una técnica que sirve para ayudar a salvar nuestro planeta» y opinaba que «los niños y los mayores debemos esforzarnos por defender el medioambiente». A su lado, las hermanas Cristina y Julia Díaz, alumnas del colegio Auseva, explicaban que en su casa la concienciación sobre el uso sostenible de los residuos era un hecho y en esta actividad de la Fundación Princesa buscaban «saber más para poder cuidar de la naturaleza y de los animales, y que así no terminemos con el mundo», explicaban.
A la misma hora, en otro de los rincones de la nave, otro grupo de niños acompañados de sus padres, se formaban en la utilización de materiales reciclados con una finalidad distinta, aunque no menos importante: la de construir maquetas de refugios para las poblaciones en situación de emergencia. La actividad, conducida por Chiquitectos, un proyecto lúdico y divulgativo impulsado por profesionales de la arquitectura, rendía homenaje al premiado Shigeru Ban, mostrando a escala algunos ejemplos de cómo lograr soluciones dignas, sostenibles y a bajo coste para dar cobijo a las personas desplazadas de sus hogares por catástrofes naturales o conflictos bélicos. El pequeño Diego Junquera, del Colegio Inglés de Asturias, exhibía sus habilidades manuales sobre la mesa y sus deseos para alcanzar un mundo mejor: «Si fuese arquitecto me gustaría hacer refugios para los niños ucranianos y para mascotas». Muy cerca de él, Blanca Vigil-Escalera, levantaba su maqueta de cartón y manifestaba: «Me encantaría poder ayudar a la gente que no tiene casa».
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M. F. ANTUÑA
No menos interés despertaba el taller 'Así hago desaparecer los envases', otra de las actividades inspiradas en las ideas que promueve la deportista Ellen MacArthur desde su fundación. En él, monitores de la empresa Notpla, especializada en embalajes biodegradables elaborados a partir de algas, enseñaban cómo es posible, sin recurrir a ninguna varita mágica ni hechizo, borrar de la faz del planeta y de sus mares, la presencia nociva de los plásticos. El gijonés Diego Martínez, alumno del Colegio Público de El Llano, seguía atento las explicaciones que iba escuchando y de ellas hacía suya la idea de que «la contaminación es muy mala y todos podemos hacer que disminuya». Al otro lado de la mesa, el también playu Isaac García, del Colegio Jovellanos, declaraba, ante la atenta mirada de su hermana, Elsa: «Me gusta mucho todo lo que estoy aprendiendo y yo reciclo cada vez más para que la tierra esté limpia, la fauna se salve y también los mares».
Las actividades se desarrollaban con la banda sonora de fondo de ese planeta verde y más humano que todos deseamos materializada en los acordes de la Orquesta de la Música del Reciclaje de Ecoembes. La formación fundada y dirigida por Víctor Gil, ensayaba sobre el escenario de la Nave Almacén, el concierto que ofrecería pasado el mediodía. Integrada por jóvenes en riesgo de exclusión social se sirve de instrumentos confeccionados con material reciclado que dialogan en sus actuaciones con otros convencionales. Su repertorio es una invitación a demostrar el poder de las artes y la educación en ese mundo mejor que personifican cada año los galardonados con los Premios Princesa de Asturias.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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