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DANIEL FERNÁNDEZ
GIJÓN.
Lunes, 21 de enero 2019, 02:11
Las manecillas del reloj enfilaban los últimos minutos de las once de la mañana. La lluvia había desaparecido y el sol iba imponiéndose a su continúa batalla con las nubes. Más bien nubarrones. A dos minutos del mediodía del 20 de enero de 2019, ya ... no cabía ni un alfiler en el teatro de la Laboral. Ni en la sala principal, ni en los palcos, ni en el anfiteatro. Todo lleno. Las 1.426 localidades estaban llenas. Quedaban sesenta segundos para las doce. Y de fondo, en un silencio tan absoluto que era ensordecedor, comenzaban a escucharse de fondo un lento caminar. Pasos que iban haciéndose más fuertes a medida que pasaban los segundos. Así arranca una canción. 'Grandola, Vila Morena', de José Afonso, el himno de la Revolución de los Claveles que aquel 25 de abril de 1974 devolvió a los portugueses la democracia que la dictadura de Salazar les había robado en 1926. Fue un himno de referencia para una generación de luchadores. Entre ellos, el «irreductible» Vicente Álvarez Areces, como ayer lo definió el presidente del Principado, Javier Fernández. Y así, al igual que la 'Grandola, Vila Morena' marcó el arranque de la Revolución de los Claveles, comenzó ayer en el teatro de la Laboral el homenaje con el que la sociedad gijonesa y asturiana dio su último adiós al presidente que «marcó la historia de Asturias de los últimos treinta años».
Fue un homenaje de emociones. Desde el principio hasta el fin. Desde las primeras estrofas de la canción de José Afonso, con quien Tini mantuvo una estrecha relación, y cuya interpretación coincidió con la entrada de los familiares del expresidente del Principado al teatro, con la viuda, Marisol Saavedra, y los hijos de Areces, Manuel y Alberto a la cabeza, hasta los últimos acordes del 'Asturias patria querida' con los que concluyó el acto. Fue una jornada de muchas lágrimas, surgidas de la emoción de los discursos y de los recuerdos. La emoción a flor de piel la escenificó perfectamente el actual jefe del Ejecutivo autonómico, al entrecortársele la voz en algunos momentos de su intervención o con las lágrimas que no pudo evitar cuando el hijo de Tini Areces, Alberto, finalizó las palabras de recuerdo a su padre.
Sobriedad en el escenario. Un atril, un par de micrófonos y nada más. No se necesitaba más. Porque el protagonista era Tini. Una fotografía suya, realizada en 2015 para una entrevista publicada en EL COMERCIO, se proyectaba sobre la pantalla del teatro.
Fue precisamente el presidente del Principado quien primero intervino. Recordó el abrazo que el pasado lunes, con motivo de la conferencia que pronunció en Oviedo en el Foro Nueva Economía: «¿Quién imagina que un abrazo normal puede ser una despedida para siempre?», dijo, antes de ensalzar la «potencia y la dimensión pública y vital de Tini», un «ireductible». Alguien que «con cada apretón de manos» transmitía la idea de que «estaba preparado para luchar». Alguien que «sabía exactamente por qué y por quiénes estaba en política» y, sobre todo, «alguien que ha marcado de manera indeleble la historia de Asturias en estos últimos treinta años».
Para Javier Fernández, Tini Areces «ha muerto por exceso de energía, porque la única manera de detener tu corazón era así, en seco». «Me heló aquella llamada de la madrugada -continuó el presidente del Principado-, porque me parecías incompatible con la muerte de tan hecho que estabas para la vida».
Fernández recordó al hombre que «transformó Gijón. Hay un Gijón antes y después del alcalde Areces, una ciudad cambiada, abierta, ancha la gran mar que no se reconocería a sí misma si no llevara puestos tus apellidos». Y ensalzó el Areces presidente del Principado, al que le «tocó resolver» la ampliación de competencias. «De haber trabajado bien esos traspasos ganamos la tranquilidad para que la Educación y la Sanidad sigan hoy siendo ejemplo de sistemas de bienestar en España».
Francisco Villaverde, diputado socialista y uno de los más estrechos amigos de Areces, fue el encargado de presentar el acto. En el que también intervino la ex alcaldesa de Gijón -fue la que en 1999 recogió el testigo de Tini al frente del Ayuntamiento- Paz Fernández Felgueroso, muy emocionada, como todos los asistentes que acudieron a la Laboral para rendir el último homenaje a «un gigante de la política, trabajador incansable e infatigable servidor público». Y a Tini, «el guerrero más combativo y glorioso de nuestra tribu», como le definió, la exregidora quiere recordarle como «el alcalde perpetuo de Gijón».
'Grandola Vila Morena' arrancó el acto de homenaje a Areces. Era un tema que marcó su juventud de luchador antifranquista (estuvo preso en varias ocasiones). Y concluyó con dos himnos a sus otras dos pasiones. Con el 'Gijón del alma' y el 'Asturias, patria querida' interpretados por los coros de La Calzada y La Camocha.
Con estos dos temas, la Asturias y el Gijón que conoció Tini, la región la ciudad que transformó y modernizó daban el último adiós a quien, como recordó su hijo Alberto, «nunca dio una batalla por perdida».
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