En la imagen: los responsables de la Sociedad Protectora de La Balesquida reparten, de forma escalonada para evitar aglomeraciones, 4.000 bollos preñaos y botellas de vino a los socios en la primera edición del Martes de Campo de la pandemia, en la que brilló el sol y los ovetenses 'saltaron' al prau de la fiesta con ganas de normalidad. | En el vídeo: los ovetenses disfrutan del Martes de Campo MARIO ROJAS

Un Martes de Campo para «volver a empezar»

La Sociedad Protectora de La Balesquida reparte 4.000 bollos en una edición de la fiesta que sacó a la ciudad a la calle con ganas de normalidad

ALBERTO ARCE

OVIEDO.

Miércoles, 26 de mayo 2021, 01:13

Con el verano a la vuelta de la esquina y una situación pandémica mucho más favorable que la del año pasado por estas fechas, empieza a ser momento de recuperar poco a poco algunas de esas cotidianidades que la covid-19 se llevó por ... delante de un plumazo desde el estallido de la crisis sanitaria. Una de ellas es el Martes de Campo. La tradición manda que después del domingo de Pentecostés, los ovetenses salgan a disfrutar de la fiesta en el Campo San Francisco. Hace un año; no obstante, la grave escalada de contagios obligó a la Sociedad Protectora de La Balesquida a suspender el reparto del bollo y el vino, y a la gente a festejar de puertas adentro. Ayer, la ciudad volvió adonde correspondía: al prau.

Publicidad

El tiempo acompañó y fue uno de los motivos de celebración más repetidos entre los asistentes. En 2019, el último año en el que la cita se celebró con normalidad, la mala climatología había ensombrecido y mojado el verde de la fiesta. Ayer, sin embargo, el pulmón del centro de la ciudad volvió a lucir a rebosar de vida, de un sol que salía a calentar entre nube y nube, y de ovetenses disfrutando las delicias de pan con chorizo como mandan los cánones. «Hoy (por ayer) celebramos con responsabilidad y prudencia la fiesta más antigua de Oviedo, y aunque no lo hagamos como antaño, estoy seguro de que la tradición sigue viva y hoy sentimos con gran orgullo nuestro querido Martes de Campo», trasladaba el alcalde, Alfredo Canteli, en un mensaje.

Los encargados de repartir entre la ciudadanía el tradicional bollo y el vino fueron los miembros de la Sociedad Protectora. Al frente, su presidente, José Antonio Alonso, explicó que «los socios están cumpliendo, vienen escalonados, no se aglomeran y todo está fluyendo con normalidad», manifestó, a pie de carpa, en el paseo del Bombé. «Teníamos mucha nostalgia, el año pasado la pandemia no nos dejó cumplir con la tradición, pero aquí estamos de nuevo», clamó. Un resurgir sin gaitas ni concurso de la canción asturiana ni actividades para niños, pero con el bollo, «que es lo que cuenta».

La Balesquida comenzó el reparto como siempre, puntual, a las nueve de la mañana. Habían pedido a los socios que acudiesen de manera progresiva para evitar tumultos y que, a ser posible, se lo llevasen a sus casas para no colmar el Campo. No había sillas ni mesas en el paseo, y los fieles se ubicaron en los bancos y sobre manteles en el prau. En total, 4.000 bollos y botellas en bolsas individuales para agilizar las entregas, una cantidad muy similar a la de los años de la vieja normalidad, y una sorpresa. Este año, la Sociedad Protectora tramitó 150 nuevas altas de socios. «Más que nunca. Mucha gente joven, que es lo que nos da vida y ayuda a que la Sociedad se siga manteniendo y creciendo», abundó Alonso. «El año que viene esto será otra cosa», aventuró.

Publicidad

Mientras tanto, las familias sacaban los enseres a relucir, las fiambreras con tortillas y empanada, sidra, vino y los bollos. Los miembros de la familia Álvarez fueron unos de ellos. «No hay mucha gente, al menos no tanta como otros años, pero lo que importa es que estemos aquí, en familia, al aire libre; volver a empezar, que es lo que necesitábamos», admitió Juanjo, el padre. A su lado, sus hijas Cloe y Lara apuraban el bollo. «Me encanta estar aquí en el prau comiendo el bollo con mis padres, es lo mejor después de este año tan difícil». Su hermana asentía.

Ver fotos

Imagen. Las mejores imágenes del Martes de Campo

Entre la carta gastronómica del día, sencilla de por sí, pero abierta a otro tipo de propuestas, no faltó el condimento de alimentos de otros países como las arepas venezolanas. Las degustaron, junto al bollo, dos familias de Venezuela y Santo Domingo. «Poder estar aquí es lo mejor que nos ha podido pasar después de tanto encierro y restricciones. En familia y al sol, ¿qué más vamos a poder pedir?», enunció la matriarca, Ana Cecilia Cordel. «Cantamos hasta un xiringüelu si hace falta», bromeó.

Publicidad

Trajes típicos

Y es que el Martes de Campo también es el día para vestir las mejores galas del folclore patrio. Yolanda Suárez y sus hijas Inés y Eugenia Valcárcel se enfundaron las galas de asturianas para recorrer el Campo y, de paso, hacerse unas cuantas fotos frente a la escultura de '¡Adiós, Cordera!' «No hemos traído bollo, pensamos comprarlo por ahí e ir a comerlo a otro sitio, pero lo que importa es venir al Campo, que haga buen tiempo y que podamos estar en la calle, todos de fiesta y en familia», advirtió la madre.

La de ayer fue la primera vez que el pequeño Lucero Panaguay, un bebé recién nacido, acudió a la fiesta. «Aún tenemos que ir con mucho cuidado, el virus no se ha ido del todo, y todo este tiempo ha sido muy complicado, pero ahora los niños están disfrutando», agradeció su madre, Jéssica Pérez, mientras lo mecía y sus otras dos hijas, Kerly y Tábata, jugaban. «¡Nos lo estamos pasando genial!», gritó la primera.

Publicidad

No faltaron, tampoco, botas de vino como la que Amadeo Blanco guardaba a la sombra de un árbol para que no se calentase demasiado. «Todos los años venimos al Campo y este no iba a ser menos», confesó con rotundidad, junto a su mujer, Soraya Rodríguez. «No me gusta mucho el bollo, pero lo voy a probar», lanzó de pronto su hija Nora.

Ni tampoco las mascotas como 'Lena', la perra de la familia Escobari, que se refugiaba del sol a un lado del estanque. «El año pasado nos quedamos sin Martes de Campo y ya teníamos muchas ganas», aclaró su dueña, Sandra Marcos, rodeada de sus hijas y su marido. La de ayer, en definitiva, fue otra prueba de fuego hacia la nueva normalidad.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad