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El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha dicho que no puede confirmar si el asesino de Erika Yunga en Oviedo acosó a más jóvenes, tal y como se ha denunciado en redes sociales, al tiempo que se ha remitido a la investigación judicial.
« ... No lo puedo confirmar, está bajo la investigación judicial, pero quiero condenar estos hechos absolutamente deleznables y trágicos», ha dicho a preguntas de los medios tras una rueda de prensa en Cuenca. En todo caso, ha querido mostrar su compromiso y el del Gobierno «con la familia», así como su apoyo ante su dolor. «Es una tragedia que ha afectado a todos».
A Erika Yunga la mataron este martes por la tarde, después de volver del instituto donde estudiaba, el IES La Ería. Según testigos de la zona llegó a llamar al telefonillo del portal de la calle y su familia le abrió. Pero nunca llegó a subir al cuarto piso del número 69 de la calle Vázquez de Mella, donde residía.
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En el pasillo del piso primero se localizaron restos de sangre y se dio aviso a la Policía Nacional. Los agentes entraron finalmente en un piso en el que vivía un hombre de unos treinta años y que está ya detenido por la muerte de Erika. Ella murió víctima de heridas de arma blanca. Él también presentaba cuchilladas y está ingresado en el Hospital Universitario Central de Asturias. Según vecinos de la zona se trata de un hombre de unos treinta años y de origen moldavo que vivía de alquiler.
Las fuentes oficiales de la Policía Nacional no han querido dar información al respecto alegando que el juzgado ha declarado secreto de sumario.
«Le denuncié en 2019 por acorralarme e intentar ponerme una bolsa en la cabeza» pero «salió absuelto del juicio». Es el testimonio de una de las numerosas chicas que ayer aseguraron haber sido víctimas de Igor P., el presunto asesino de Erika Yunga, la niña de 14 años apuñalada mortalmente en el portal de su casa en Vallobín este martes. Estas víctimas de acoso relataron sus historias y todas coincidían en que el moldavo de 32 años, ahora detenido y acusado de asesinato mientras se recupera en el HUCA de las autolesiones que se infringió, era quien «nos acosó» en plena calle. En algunos casos, en sitios tan céntricos como Uría, Melquíades Álvarez o Fray Ceferino.
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Nerea Enríquez sufrió esta situación, según denunció ayer, en 2019. Se encontraba con un grupo de cuatro amigas en la plaza Feijóo, delante de la facultad de Psicología, cuando el hombre «me fichó y vino directamente hasta mí». «Atravesó todo el grupo y se puso delante para pedirme el número de teléfono. Insistió seis o siete veces y yo siempre le decía que no», detalló.
El supuesto acosador no cesó en su empeño hasta que le dijo que «tenía novio». «Estaba a milímetros de mi cara. Con la mano izquierda sujetaba su móvil y con la derecha metida en el bolsillo con el puño cerrado. Me puse a hiperventilar, a llorar porque pasé mucho miedo», según contó ayer a EL COMERCIO. No llegó a denunciar.
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