La autopsia revela que no hay signos de agresión sexual en el cuerpo de la niña asesinada

Los agentes tuvieron que acceder al domicilio por la ventana. Se encontraron a Igor P. en el baño. Se había asestado una veintena de puñaladas en el cuello y tórax. Tras explorarle, también mostraba heridas en las manos y otras, menos profundas, en la cara, posiblemente fruto del forcejeó con la menor, que trató de defenderse, según adelantó ayer este diario. Ayer, tal y como confirmó la delegada del Gobierno en Asturias, Delia Losa, se encontraba aún hospitalizado en el HUCA «fuera de peligro».

Llegó hace tres días a las Urgencias del Hospital Universitario Central de Asturias en una UVI móvil escoltada por un vehículo zeta de la Jefatura Superior de Policía pasadas las cuatro de la tarde. Apenas le habían podido leer sus derechos en Vallobín dado el grado de gravedad de las heridas que presentaba y no consiguieron tomarle la primera declaración. Ya en el hospital, fue operado de inmediato y necesitó varias transfusiones de sangre. Terminó sedado en una camilla, desde la que se ha ido recuperando de los cortes paulatinamente.

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Igor P., originario de Moldavia, tiene 32 años, mide cerca de 1,80, es delgado y vivía en régimen de alquiler en el inmueble del primer piso del edificio del número 69 de Vázquez de Mella desde hacía cerca de tres semanas. Allí, y por causas que los efectivos se encuentran aún investigando, asestó varias puñaladas a la niña en el rellano del edificio, justo en la zona de escaleras que ascienden hasta el primer piso. Arrastró su cuerpo hasta su domicilio y se atrincheró en el baño.

Mientras todo esto ocurría, su padre y su hermano se encontraban en la planta cuarta, esperándola después de que ella les picase al timbre para acceder al portal, que ahora está lleno de flores.