Cartel de ánimo dedicado al personal del Urban's tIsabel Pérez en su peluquería: «Los clientes cancelaban las citas, esta semana va mejor». FOTOS: LORENZA NA VUELTA AL VERANO.

Coronavirus | «Fue como una bomba atómica»

Nueva normalidad. La Corredoria recupera poco a poco la actividad a los quince días de haberse declarado el primer brote de coronavirus en Oviedo

JUAN CARLOS ABAD

Lunes, 10 de agosto 2020, 01:31

La Corredoria regresa, poco a poco, a la nueva normalidad. Sea lo que fuere esto. El pasado 25 de julio, la consejería de Salud del Principado certificó el primer brote de coronavirus en Oviedo. El foco, la cervecería Urban's, en la plaza de El Conceyín. Asustó. De hecho, al cierre inmediato del local, siguieron unas horas de «locura», coinciden vecinos y comerciantes del barrio. «Hubo mucha alarma y temor». El 112 se colapsó durante horas ante la llamada de las autoridades a que los clientes del bar contactaran con los teléfonos de atención, permanecieran en sus casas aislado y acudieran a la realización de pruebas de detección del virus. «Fue como una bomba atómica, la gente desapareció», indica el comerciante Óscar Fernández, regente de una ferretería en la zona.

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El barrio se autoconfinó. Este diario ofreció al día siguiente una entrevista con el consejero de Salud, Pablo Fernández, afirmando que temía que el brote en La Corredoria conllevara riesgo de contagio comunitario. No hubo muchas dudas entre los vecinos y empresarios a pie de calle. Al cierre del Urban's, siguieron el de las cafeterías contiguas -con las que comparten clientes- que decidieron bajar la persiana como medida de prevención. Pasado el susto y la cuarentena, la cafetería Bizcoletas reabrió el pasado viernes.

«Por mucho empeño que pongas, puede pasar, no estamos libres al cien por cien de esto», reconocía Cristian García, uno de los encargados mientras se afanaba en servir a los primeros clientes que poblaban las mesas de la terraza. «Entre el confinamiento y estos 15 días ha sido mucho tiempo parados y se nota que no es el barrio de siempre, no es La Corredoria normal, de repente no había gente por la calle», recuerda de las primeras horas del lunes tras decretarse el foco.

En la Pelu de Isa, Isabel Pérez García retoma estos días el pulso al negocio. «Esta semana ha ido algo mejor, pero se notó las pasadas cuando las clientas cancelaron citas y hubo poco trabajo», relata.

Esos días, el brote del Urban's, pese a que se controló y solamente llegó a media docena de contagiados, preocupaba y mucho. En apenas las primeras 36 horas se realizaron 600 pruebas PCR a potenciales contagiados y, la mera afluencia de clientes en el uno de los barrios más poblados del Principado con 25.000 vecinos, elevó el nivel de alerta de las instituciones.

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«A ver si poco a poco remonta algo», confiaba el pasado viernes Pérez García tras el mostrador de la peluquería concediendo que, en verano, y con el buen tiempo de los últimos diez días, «influyó todo, es normal que la gente se vaya a la playa y no aparezca por aquí todo el día».

Desde el medio día hasta el cierre de los negocios en la pausa para comer, la plaza es un goteo de transeúntes. Ni muchos ni pocos. Casi silencio. Óscar Fernández, que regenta la ferretería en la esquina opuesta al Urban's lo explica gráficamente. «No veías a nadie por la calle. Los primeros días, de la carretera a la plaza, nadie», recuerda. Y eso que cree que, «la gente se olvida pronto de lo que vivimos, pasamos rápidamente a otra cosa», razona al felicitarse de que, pese a haber estado dos días cerrados cuando se declaró el brote, reabrieron con prontitud. «Creo que se fue muy drástico. Aquí el Urban's decidió cerrar cuando si, aíslas a los positivos, como está pasando en otros brotes, deberías poder seguir abierto», ahonda. «Hubo una alarma desmedida y se fue de las manos», critica.

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Belén Madrid es una excepción. Su negocio de informática fue declarado de primera necesidad el 14 de marzo y nunca llegó a cerrar. «Hemos tenido mucho trabajo todos estos meses, cierto es que se ha visto menos movimiento estos días por el barrio porque cerraron las cafeterías», confirma poniendo un punto de mesura: «El virus está ahí y hay que tomar medidas pero tenemos que aprender a vivir con él».

Una semana más

Iván Suárez Fernández, dueño del Urban's atiende telefónicamente a este diario. Lo primero es la salud. «Estamos bien», confirma. Él y sus dos empleados infectados por el virus han evolucionado favorablemente de la enfermedad en los últimos días. «Llevo una semana sin tomar paracetamol», explica y agradece, a cada pregunta, el cariño recibido por clientes y vecinos. ¿El cartel de ánimo a la puerta del local?: «Eso son los vecinos, nos han tratado muy bien», asume.

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Lo cierto es que, dentro de la gravedad y de los temores de Sanidad, el Urban's reaccionó rápido. Cerró en cuanto supo la que se le venía encima. «La gente nos quiere y nos aprecia y espero que hayamos hecho las cosas bien», confía el dueño del local todavía guardando cuarentena.

«Hasta que no demos dos pruebas negativas no vamos a volver. Podríamos hacerlo con media plantilla, pero eso no son formas de hacer las cosas y queremos abrir con todo el mundo. Una semana, diez días, trabajamos con ese escenario», aclara. Mientras, La Corredoria, El Conceyín, se acostumbra al nuevo escenario.

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