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Rosa Menéndez, en el Parque de Invierno de Oviedo. PABLO LORENZANA
Rosa Menéndez: «Si todo va bien, podríamos tener una vacuna muy efectiva contra la COVID-19 en el próximo año»

Rosa Menéndez: «Si todo va bien, podríamos tener una vacuna muy efectiva contra la COVID-19 en el próximo año»

Rosa Menéndez Presidenta del CSIC ·

«Sin un 2% del PIB para la ciencia no vamos a poder reconstruir el país»

M. F. ANTUÑA

GIJÓN.

Domingo, 9 de agosto 2020, 02:40

Es una mujer activa, pizpireta, comprometida, es una enamorada de la ciencia que sabe que en ella está nuestra salvación. Y no solo porque nos dará más pronto que tarde la vacuna que todos esperamos, sino que también se encargará de sacarnos de la crisis económica. Rosa Menéndez (Cudillero, 1956) preside hace casi tres años el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y le ha tocado bailar con la pandemia.

-¿Cómo cree que la COVID-19 ha cambiado la mirada social sobre el mundo de la ciencia?

-La crisis que ha provocado esta pandemia ha hecho reflexionar a la sociedad, pero no solo sobre el papel de la ciencia a nivel global para encontrar soluciones específicas a problemas concretos que nos afectan a todos; también sobre la importancia de contar, a nivel nacional, con un conocimiento científico puntero, de excelencia, y con desarrollos y tecnologías propias, que nos permitan salir adelante en situaciones como las que estamos viviendo.

-¿En qué estado están las vacunas del CSIC?

-El CSIC está coordinando tres proyectos de vacuna y participando en uno adicional. Los tres han terminado ya el desarrollo del candidato a vacuna y actualmente se encuentran en fase de estudios preclínicos. Los primeros resultados del grupo de Mariano Esteban con ratones han sido muy prometedores. Pero la fase crítica es la que ha empezado ahora con la vacunación de ratones especiales, denominados 'humanizados', que se infectan de forma similar a los humanos y que van a ser inoculados con el coronavirus para ver su respuesta. Estos resultados se conocerán en septiembre. Los equivalentes para las vacunas de los grupos de Vicente Larraga y Luis Enjuanes, a lo largo del otoño. En paralelo se están elaborando acuerdos de fabricación con empresas, como Biofabri y Univercells, de modo que para las fases clínicas siguientes se utilicen ya en la forma en que se van a administrar masivamente. Esta fase clínica tendrá lugar a lo largo de 2021 y si todo va bien podríamos tener una vacuna muy efectiva, lo que es esencial, en el próximo año.

-¿Qué otras iniciativas contra la COVID-19 hay en marcha en el CSIC?

-Desde la Plataforma Salud Global del CSIC están en marcha cerca de sesenta proyectos con financiación pública, del ISCIII, del MICINN, de comunidades autónomas o del propio CSIC, y privada, a través de donaciones. Tenemos un proyecto de desarrollo y test de spray bucal para reducir la infección; otro sobre el desarrollo de mascarillas con nanofibras biodegradables; desarrollos de tests serológicos (inmunoensayos ELISA) y tests rápidos de alta fiabilidad; proyectos de identificación, desarrollo y test de antivirales; detección del virus en aguas residuales o en el aire; estudios de impacto en residencias de mayores, entre otros.

-¿Aquí en Asturias?

-Desde los centros del CSIC en Asturias se trabaja en proyectos como la detección a través de balizas moleculares que proporcionan un método sensible, rápido y eficaz de identificación (en el Centro de Investigación en Nanomateriales y Nanotecnología, CINN); desarrollo de materiales con propiedades virucidas a los que el virus tenga dificultades para fijarse (en el CINN) y estudio del impacto del microbioma en la gravedad de las afecciones intestinales de pacientes COVID-19 infantiles (en el Instituto de Productos Lácteos de Asturias, IPLA).

-Hay más que COVID en el CSIC. ¿Cuáles son las líneas más relevantes en las que trabajan?

-Acabamos de completar el Libro Blanco CSIC 2050 que identifica los retos científicos que quiere abordar en los próximos años, concretamente en catorce temáticas, desde la inteligencia artificial al origen de la vida. Por ejemplo, uno de los mayores retos actualmente es mejorar nuestra comprensión del cerebro. Para potenciar esta investigación pondremos en marcha en los próximos meses el nuevo laboratorio internacional de neurociencia que incorporará el actual Instituto Cajal.

-¿No está harta de oír hablar del pacto de Estado por la ciencia y que no llegue? ¿Lo veremos?

-El pacto de Estado por la ciencia es algo esencial. A día de hoy no creo que nadie lo ponga en duda. Al CSIC le permitiría contar con una ley propia y, con ella, una mayor agilidad en la gestión. Abordar con mayor celeridad los problemas urgentes, como ha sido posible durante la pandemia gracias a los Reales Decretos Ley. Si ha sido posible en situación de emergencia, y se ha demostrado que ha funcionado bien, ¿por qué no trabajar así habitualmente? Hemos podido firmar convenios tanto públicos como privados de forma ágil, lanzar proyectos o contratar personal en días en lugar de en semanas o meses. Si realmente se apuesta por una ciencia ágil y efectiva, si se apuesta por progreso, es necesario materializar este pacto cuanto antes. Por otra parte, una mayor financiación es clave para asegurar una actividad científica continuada y de calidad. Sin ese 2% del PIB en I+D el país no va a poder contar con la ciencia y la tecnología que se necesita ahora mismo para abordar la reconstrucción económica y social que se demanda actualmente. Pero no solo es necesario un compromiso de la Administración pública, también una participación activa del sector privado

-¿Cómo es la colaboración con el sector privado? ¿Hay un mecenazgo real?

-Justamente en ese punto quería hacer hincapié. La pandemia nos ha mostrado muchas posibilidades de colaboración con el sector privado. Tanto a nivel de asesoramiento técnico y científico en temas que no están próximos a las empresas como es el caso de la virología como en el desarrollo de nuevos productos, como por ejemplo las mascarillas o los tests, colaboración en la realización de informes, sobre la propagación del virus en el aire o en aguas, entre otras actuaciones. El mecenazgo, algo poco habitual antes del COVID-19, es una gran oportunidad para impulsar aún más la ciencia y la tecnología que todos necesitamos y queremos para nuestro país. La reacción de gran número de empresas y particulares ha sido increíble desde el inicio de la pandemia. Las aportaciones recibidas han permitido impulsar rápida y eficazmente actuaciones urgentes o específicas. Para el CSIC ha sido esencial contar con cerca de doce millones de euros en donaciones para el desarrollo de los distintos proyectos COVID-19. Esperemos que esta experiencia tenga continuidad y podamos seguir contando con el apoyo y la confianza de todos estos mecenas.

-Vaya lío que tienen con los Oceanográficos, que no quieren integrarse en el CSIC.

-Para nosotros es un asunto que nos viene dado, tanto política como legislativamente. La integración del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en el CSIC es una decisión del Ministerio de Ciencia e Innovación, que lo va a proponer al Consejo de Ministros para que la apruebe por Real Decreto. Pero no es una decisión radicalmente nueva, porque ya estaba prevista en la Ley de la Ciencia de 2011. La decisión del Ministerio pretende dotar al IEO de mayores y mejores capacidades de gestión, sin alterar su misión, potenciando tanto su función de servicio público y asesoramiento como la función investigadora de excelencia. En ambas funciones tiene gran experiencia el CSIC. Es evidente que el IEO hace una labor insustituible de asesoramiento al Gobierno para la política pesquera y es imprescindible que la siga haciendo igual o mejor que antes.

-Hay una fundación Margaritas Salas gestándose y el CSIC está ahí.

-El CSIC ha estado involucrado desde que se gestó la idea de la creación de la Fundación Margarita Salas, será uno de los socios fundadores y, por supuesto, tendrá una participación muy activa en todas las iniciativas. Creo que es una magnífica oportunidad para continuar la labor iniciada por esta ilustre científica del CSIC y potenciar las vocaciones científicas entre los más jóvenes, sin distinción de sexo. Margarita fue una ferviente defensora y promotora del papel de la mujer en la ciencia.

-¿Queda mucho camino por andar para las científicas?

-Desde el CSIC se está trabajando desde hace años en este sentido a través de un Comité de Mujeres y Ciencia como asesor de la Presidencia. Las épocas de crisis suelen afectar en mayor medida a las mujeres en cualquier sector productivo y, tras la anterior crisis económica, ya se detectó un descenso notable en la participación de mujeres en las primeras etapas de la carrera investigadora. Esta nueva crisis que parece que se avecina no viene en el mejor momento, por lo que habrá que seguir trabajando con más ahínco si cabe en fomentar las vocaciones científicas de las jóvenes.

-¿Qué lugar ocupa el CSIC en el mundo?

-En el contexto internacional, el CSIC está muy bien posicionado. La actividad se enmarca en la Agenda 2030 y muy especialmente en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que forman parte esencial de las prioridades de la institución. Nuestros científicos publican en las mejores revistas y forman parte de comités de reconocido prestigio. Son competitivos en las convocatorias europeas, logrando importantes retornos. El CSIC se mantiene mundialmente en la posición 51 según el Nature Index 2019, permaneciendo en el 'top 5' de entre las instituciones europeas en consecución de acciones o proyectos en H2020. Formamos parte del denominado G6, grupo que incluye los grandes centros de investigación europeos entre los que se encuentra la Max Planck o el CNRS, de Alemania y Francia, respectivamente, y el CSIC en mi persona ocupa una vicepresidencia de Science Europe. Este organismo agrupa a las principales agencias financiadoras y ejecutoras de investigación en Europa.

-¿Qué balance hace de todo este tiempo al frente de este organismo?

-El balance personal es positivo, sin lugar a duda. Tengo de un equipo que es un auténtico lujo y el apoyo y empatía del personal que también ayuda. Admito que no es sencillo, hay momentos difíciles, pero nunca me he arrepentido de la decisión que tomé hace casi tres años. Llegué con el objetivo de facilitar la vida a los científicos del CSIC, de convertirlo en una institución ágil, que además resultase atractiva para los jóvenes. En una institución que mantuviese el status alcanzado científicamente pero que se renovase cada día con nuevos retos y objetivos. Tengo que asumir que no se ha alcanzado en su totalidad, pero sí se han dado pasos importantes. Seguimos todos luchando por alcanzar esas metas.

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