Dos agentes de la Policía Nacional llevan al detenido hasta el coche camuflado para ser trasladado a dependencias judiciales. J. S. P.

Crimen en Oviedo

El asesino de Tatiana, con antecedentes por abusar de una compañera cuando estaba en el Ejército

El exmilitar de 35 años acusado de asesinar y violar a la escort ingresa en prisión provisional

Jueves, 1 de junio 2023, 03:01

Varios agentes de la Policía subían ayer una caja repleta de material de la investigación al fiscal en mitad de un amplio dispositivo de traslado del acusado desde el cuartel de Buenavista, donde permaneció desde el lunes, hasta el Palacio de Justicia de la calle Carlos López Otín. Varias pruebas han sido determinantes. Entre otras, los restos de ADN del acusado y huellas dactilares halladas en el piso de Tatiana Coinac de la Calle Ámsterdam y, sobre todo, una prenda de ropa que el presunto asesino llevaba el día del crimen. Los agentes la encontraron durante el registro de la casa del exmilitar de Pola de Lena, el lunes por la tarde.

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Por el camino han transcurrido dos largos meses y medio de arduas pesquisas policiales que finalizan con un presunto asesino en la cárcel, a la espera de juicio. Un hombre que, al parecer, llevaba una doble vida a espaldas de su familia, quienes han recibido la noticia como un duro golpe. También tenía antecedentes. Hace un año, A. F. D. fue juzgado por un tribunal militar tras abusar sexualmente de una compañera soldado cuando estaba destinado en Jaca. Fue condenado a dos años de cárcel.

El de Tatiana Coinac es uno de los crímenes más atroces que hayan sacudido la ciudad de Oviedo desde que Igor Postolache asesinase a la pequeña Erika Yunga, de 14 años, en abril de 2022.

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Una prenda de ropa, clave para determinar la implicación del acusado

Faltaban escasos cinco minutos para las diez de la mañana de ayer cuando un coche camuflado de la Policía Nacional accedía a las cocheras del Palacio de Justicia. En el asiento de atrás, engrilletado, se encontraba A. F. D., el exmilitar de 35 años de Pola de Lena acusado de agredir sexualmente y asesinar de manera brutal a Tatiana Coinac, la escort moldava de 44 años que fue hallada muerta en la bañera de su apartamento de la calle Ámsterdam, en Los Prados, el 12 de marzo. Su cadáver permaneció tres días en el piso hasta que, después de una llamada de su madre desde Benicarló alertando de que había perdido el contacto con ella días antes, los agentes accedieron al domicilio y la encontraron.

La escena era grotesca. Coinac no sólo había sufrido una muerte extremadamente violenta, sino que su brutal homicida se había tomado su tiempo después de matarla para lavar a conciencia el cadáver y así tratar de borrar posibles pistas. No lo consiguió. Dejó huellas dactilares y restos biológicos en la vivienda que han servido para identificarlo. Ahora, tras dos meses y medio de complicadas investigaciones capitaneadas por los especialistas de Homicidios y Tratamiento de la Escena del Crimen de la Comisaría General de Madrid, el presunto autor del asesinato ya está entre rejas.

La magistrada titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Oviedo en funciones de guardia, a petición del fiscal y de la acusación particular, ejercida por el letrado de la familia de la víctima, José Manuel Fernández González, decretó ayer su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza. La jueza le atribuye los delitos de agresión sexual con penetración y homicidio. Previamente, el Ministerio Público había basado su solicitud en la gravedad de los hechos y en lo elevado de la pena en caso de condena, -podría tratarse de un nuevo caso de prisión permanente revisable en Asturias tras el de Igor Postolache, autor del asesinato de la pequeña Erika Yunga-.

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La Fiscalía, además, consideró que existía riesgo de fuga, de reiteración delictiva y ocultación y destrucción de fuentes de prueba, como ya había intentado hacer tras perpetrar -presuntamente- el macabro crimen. Para el fiscal, y sin perjuicio de que la calificación pueda cambiar durante la instrucción, se trataría de un caso de asesinato y agresión sexual.

A pesar de todo, A. F. D. se acogió ayer a su derecho a no declarar, si bien las fuentes del caso consultadas confirmaron a EL COMERCIO que el supuesto criminal había confesado ante los agentes de la Policía Nacional un día antes. Su abogado, del turno de oficio, César Campomanes, destacó que ayer, después de dos meses y medio, la jueza decretó el levantamiento del secreto de sumario. «Acaban de darme traslado de las actuaciones y me llevará un tiempo analizar el asunto», comenzaba, titubeante, el letrado ante el Palacio de Justicia. «No ha prestado -su defendido- ninguna declaración y no ha contestado a ninguna pregunta». Sin éxito, Campomanes también había solicitado la puesta en libertad del detenido, «como es mi obligación».

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Previamente, tras la llegada del detenido al juzgado, el letrado había manifestado que este se encontraba «tranquilo», con un ligero dolor de espalda y que, tras solicitarlo, le fue facilitado un analgésico. Después, una vez decretado el ingreso en prisión, A. F. D. estaba «muy afectado», valoró. Un cambio de ánimo en apenas un par de horas, como si hubiese tomado conciencia de pronto de lo sucedido y, sobre todo, de sus consecuencias. La más inmediata: la cárcel, hasta nuevo aviso de juicio.

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Investigación y detención

¿Quién es A. F. D.? El acusado es un exmilitar de Pola de Lena. Tiene 35 años, está casado con una ovetense desde 2014 y tiene un hijo de muy corta edad. El día de su detención, el pasado lunes a primera hora de la mañana, acababa de dejar al pequeño en el colegio. Aficionado al fútbol -jugó en su adolescencia en un equipo de Mieres- y a los videojuegos, prestó servicio en el acuartelamento de Cabo Noval hasta que cambió de destino hace cerca de ocho años. Años después fue cesado tras cometer un presunto delito de abuso sexual, motivo por el que estaba fichado y por el que, después, el CoDis de la Policía Nacional mostró coincidencia cuando se cotejaron las huellas y restos hallados en el piso de la escort moldava.

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A. F. D. fue su último cliente. Después, la mató. Al parecer, tras agendar la cita con la mujer, se trasladó hasta Oviedo en coche, aunque no el suyo propio, lo que confundió a los agentes en un primer momento, hasta que pudieron identificarlo gracias a la grabación de las cámaras de seguridad de un negocio de la calle Ámsterdam. Ya allí, volvió a llamar a Tatiana para que esta le abriese la puerta, accedió al piso y dentro se desató el horror. La mujer fue encontrada con siete costillas rotas y golpes en el rostro. No fue lo único. A. F. D. también le había pedido que se vistiese de colegiala, le ató las manos a la cama, le tapó la boca y le enrolló una funda de almohada al cuello, que apretó fuertemente hasta matarla. Después, cortó su ropa y la funda con unas tijeras y arrastró el cuerpo hasta la bañera para lavarlo.

La Policía Nacional sostuvo ayer, a través de un comunicado, que las investigaciones comenzaron el 12 de marzo, cuando la madre de la víctima denunció la ausencia de su hija. Ese día apreció el cuerpo. Tras un primer momento de duda -pues el hallazgo de una nota con un texto religioso en su coche hizo pensar en un posible suicidio-, las circunstancias de la escena del crimen vaticinaron lo que confirmaría el forense sólo un día después: la víctima había fallecido de forma violenta.

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Así, 48 horas después llegaron los refuerzos policiales de Madrid. Recogieron huellas y vestigios de ADN, analizaron los tres teléfonos de la mujer -uno personal y dos profesionales- y comprobaron que el acusado habría sido el último en contactar con la víctima el 9 de marzo. La mujer, explicaron, «tenía perfectamente organizadas y planificadas todas sus citas» en una libreta.

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