Laura García Núñez tenía este viernes, a las puertas de su administración de loterías -la número 3 de Moreda de Aller- un frenético ir y venir de clientes. El jueves su establecimiento repartió 148 millones de euros, en el Sorteo Extraordinario de Navidad, y ella todavía no acababa de poner los pies en el suelo, después de tantísimas emociones vividas.
La euforia se desató pasadas las 11.20 de una mañana -que podría haber sido de rutina- pero que fue, más bien, de sueños hechos realidad, cuando los niños de San Ildefonso cantaron en el Teatro Real ese 05490 -que ya es inolvidable para muchos- y del que ella había vendido 37 series. Nada más y nada menos.
Cuando Laura oyó ese número, salió directa a la calle y no sabía cómo liberar tanta alegría. Es comprensible su reacción porque siempre se había imaginado viviendo ese momento. «Mi aspiración siempre había sido poder dar el Gordo, que es el premio más grande de dinero», prometía con muchísimo orgullo, veinticuatro horas después de descorchar el cava y la sidra, junto a su familia y a sus vecinos.
Aunque hubiera pasado ya todo un día del momentazo, todavía no se le había quitado ni un solo segundo la sonrisa de la cara porque «todo el mundo en el pueblo está muy contento. Le tocó a mucha gente, sobre todo a muchos jóvenes, y eso los ayudará a asentarse, ahora que lo habitual es marcharse a vivir a otros sitios», reflexionaba con muchísima ilusión.
Ella, además, sentía «una satisfacción inmensa» como profesional porque, tal y como confesaba, «trabajamos la mitad del año para el 22 de diciembre». Con más motivos, era «una alegría enorme» recoger los frutos de lo sembrado, a base de mimo, desde hace cuatro décadas, porque este oficio no es nuevo en su casa, le viene por herencia familiar.
Laura y su hermana Irene llevan la suerte en la sangre. Esta administración que ellas regentan ahora empezó cuando su padre, en los 80, tenía un establecimiento mixto, es decir, un bar en el que también se vendía lotería. Aquello cambió en el año 2002, «cuando salió a concurso una administración aquí en Moreda, la solicitó y abrimos esta, pero en otra calle, en la general», explicaba.
Aquel fue solo el comienzo de una camino que también tuvo obstáculos porque, en 2011, su padre falleció y le tocó a Laura tomar las riendas del negocio. Los cambios no se quedaron ahí, siguieron hace cuatro años, cuando se trasladaron a la calle Marqués de Casa Quijano, donde continúan ahora, al lado de una suerte, que esperan que no se fugue de su lado, después de tanto tiempo buscándola. «Yo nunca había dado un premio importante, pero mi padre sí, había dado algunos de Bonoloto», rememoraba. Igualmente, nunca había vivido «nada como esto».
Ella sabía que ahora les tocaba trabajar con ahínco para aprovechar el tirón del premio. «Los días de después del Sorteo Extraordinario de Navidad siempre viene mucha gente, pero este año al haber dinero se está moviendo muchísimo más», reconocía, antes de sentenciar que lo que les está pasando a ellas es «maravilloso».
Ahora, tanto Laura e Irene como los clientes tienen la vista puesta en el sorteo de El Niño, con la esperanza de que el azar vuelva a recalar en este rincón de Moreda de Aller, en el que el azar viene de familia y hasta tiene futuro. Laura tiene dos hijos que seguro, viendo este éxito de su madre, tienen ganas de continuar la tradición familiar y ser ellos también quienes repartan la suerte entre las calles de un pueblín que merece resurgir y llegar muy alto.
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