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El asedio continúa. La ciudad de Járkov, en el este de Ucrania, es desde hace varias semanas uno de los objetivos principales de las tropas rusas, después de que concentrasen en la zona del Donbás sus tropas y desistiesen, en principio, de hacerse con Kiev, ... dejando tras de sí una auténtica masacre en las ciudades que rodean la capital. «Los bombardeos», nos cuenta Maksym Levytskyi, el último policía de la misión de la UE que continúa en Járkov desde que comenzó la invasión, «son cada vez más intensos».
Según las autoridades rusas, en los últimos días han sido más de un centenar, y han dejado unos 19 muertos y decenas de heridos en los dos últimos días. La situación, cuenta el policía ucraniano que trabajó con el gijonés Karmelo López, encargado de la seguridad de la misión de la UE en esa ciudad y responsable de la evacuación de todos sus miembros hacia Polonia, «es cada vez más complicada». Y eso que la ciudad, confirma, «no está sitiada». Aún es posible salir y entrar de ella por el oeste, mientras que el ejército ruso les bombardea continuamente desde el este y el norte, donde tiene concentrada su maquinaria de guerra. «No solo son las bombas, desde hace varios días están sembrando la ciudad indiscriminadamente con minas», denuncia. «Los bombardeos en zonas residenciales se han incrementado», confirma, y además de misiles, «mediante un sistema de lanzamiento múltiple de cohetes están dejando caer minas antitanque en zonas pobladas de civiles». Minas que el ejército y la policía ucranianos se encargan ahora de desactivar. «Seguimos encontrándolos en azoteas, áticos e incluso parques infantiles», confirman las autoridades locales ucranianas, quienes han desactivado más de 80 de estos artefactos y piden a la población que extreme las precauciones y que alerten si se encuentran alguno de estos dispositivos.
Levytskyi sigue viviendo, como la mayoría de sus vecinos, bajo tierra. Apenas se ve gente por la calle, y las estaciones y los vagones del metro siguen siendo, junto con los sótanos de las viviendas, los lugares más seguros de una ciudad bombardeada impunemente desde que se inició la agresión rusa. Eso sí, el policía se ha quedado solo con su mujer tras poner a salvo a los mayores y los niños de la familia en Vinnytsa, una ciudad a unos 700 kilómetros al este de Járkov, al otro lado del río Dniéper, cerca ya de la frontera con Moldavia. «Yo mismo conduje hasta allí la semana pasada y regresé en tren este fin de semana», nos cuenta. La pregunta es obvia. «¿Por qué regresaste?» La respuesta, para él, también. «Si todos nos vamos es como dejar la ciudad en manos de los rusos. Yo estoy a aquí para ayudar en lo que se pueda». Y colabora a diario con la policía de la ciudad para que la población esté a salvo y reciba comida y medicinas. «Es duro separarme de mi hija, pero es lo más seguro para ella y para el resto de la familia», reconoce.
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La segunda ciudad de Ucrania, con más de 2.000.000 de habitantes, es una de las que más refugiados ha generado. Muchos se han trasladado hacia el este, otros han cruzado a Europa. Pero algunos, como Maksym Levytskyi, están empeñados en seguir resistiendo. «Confío en nuestro ejército», nos cuenta.
Es consciente de que, tal y como se está desarrollando la guerra, lo peor puede estar por llegar. Pero la ciudad no piensa rendirse. ¿Por qué iba a estar si no el Ayuntamiento plantando flores por las calles en pleno bombardeo?
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