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P. SUÁREZ
GIJÓN.
Martes, 28 de abril 2020, 03:52
Tras cerca de cuatro meses en prisión, el presunto autor del crimen de Tremañes ha sido puesto en libertad provisional a la espera de juicio, una vez el juzgado ha estimado el recurso interpuesto por su defensa. Alberto A., un sintecho de ... 40 años, es considerado por los investigadores como el presunto culpable del asesinato de Aquilino Llamedo 'Quili' en la madrugada del pasado 31 de octubre. Aquel día, el cuerpo del hombre, de 62 años, fue hallado sin vida en su casa del barrio de Lloreda, en Tremañes, tirado en la habitación y con evidentes signos de violencia. Apenas unas horas después, los agentes de la Guardia Civil procedían a la detención de Alberto A.
Este hombre, con un trastorno mental diagnosticado y que ha pasado más de media vida entre rejas, había conocido a la víctima en el centro penitenciario de Asturias, donde cumplía condena por un asesinato anterior. Tras quedar los dos en libertad en fechas cercanas y en vista de su nuevo amigo carecía de recursos, 'Quili' decidió acogerlo en su casa de Tremañes. Apenas dos meses después de quedar en libertad, la investigación apunta a que, por un tema de deudas, Alberto A. regresó de madrugada a la vivienda de su amigo, de donde se había ido días atrás, y, discusión mediante, lo mató a golpes con un objeto contundente. Tras consumar el crimen, el presunto asesino fue visto por la viuda, siempre según el testimonio que esta aportó a los investigadores. «Trabajo de noche y estaba volviendo a casa cuando me di cuenta de que había alguien en el camino, así que me escondí detrás de una furgoneta. Él no me vió y se fue andando. Si me llega a ver me mata a mí también», relataba la mujer a EL COMERCIO tras confirmarse la detención del sospechoso.
Ahora, tras apenas cuatro meses en prisión preventiva y a la espera del juicio que determine su responsabilidad en el asesinato, Alberto A. ha vuelto a ser visto en la escena del crimen. Concretamente, fueron varios vecinos quienes hace una semana alertaron a la Guardia Civil de la presencia de unos okupas en la vivienda que en su día perteneció a 'Quili'. Tras acudir al inmueble, los agentes comprobaron con sorpresa que se trataba del sospechoso del crimen. Una vez expulsado, los guardias civiles procedieron a precintar la vivienda, actualmente sin inquilino, tras la marcha de la viuda de la víctima.
Sin embargo, los vecinos aseguran que, lejos de abandonar la zona, Alberto A. se encuentra acampado en un terreno próximo a la vivienda, donde vive junto a varias personas más. En los días previos al crimen, tras marcharse de casa de su amigo, el hombre era un usuario habitual del Albergue Covadonga y pedía en supermercados del centro.
Con un trastorno mental diagnosticado, 1,50 metros de altura, cara infantil y natural de Castro Urdiales, Alberto A. había sido condenado por asesinato en 1999 por el juzgado de Instrucción número 2 de Bilbao, entonces bajo titularidad del ahora ministro Fernando Grande-Marlaska. El hombre confesó durante aquel juicio haber discutido con la víctima, un vagabundo junto al que se le había visto por la ciudad. Explicó que se lo llevó a las vías del tren, lo ató de pies y manos con un cinturón y comenzó a golpearle con un palo de madera. Acto seguido, el joven cogió un hierro oxidado del suelo y se lo introdujo por la boca, apretando hasta incrustárselo en la garganta.
Tras la brutal agresión, Alberto A. abandonó el lugar de los hechos, se fumó un cigarro y volvió para comprobar si la víctima continuaba con vida. Vio que respiraba con dificultad, así que le pisó la cabeza y le arrojó tres piedras para causarle la muerte. Después le tapó con una alfombra, prendió fuego a su chaqueta y la arrojó sobre el cadáver. La Policía encontró el cuerpo prácticamente calcinado.
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