«Vuestra tristeza y vuestro dolor son la tristeza y el dolor de todo el pueblo»

Familiares, amigos y allegados de Francisco Javier Rodríguez Tobajas despidieron este viernes en una íntima y emotiva ceremonia en la iglesia parroquial de Santa Marta de Carbayín, en Siero, al agente inmobiliario asesinado en Gijón. Las cenizas del difunto, que tras la misa fueron enterradas en el cementerio de Pola de Siero, llegaron en una urna funeraria protegida por una funda con el escudo del Sporting, una de sus grandes pasiones. Y el párroco José Santaclara trató durante su sentida homilía de llevar algo de consuelo a los padres e hijas, a quienes trasladó el cariño de sus vecinos.

«Vuestra tristeza y vuestro dolor son la tristeza y el dolor de Pumarabule», dijo en relación a la barriada minera donde nació y se crió el finado y donde aún reside parte de su familia. «Toda la Iglesia está muy cerca de vosotros. Y particularmente esta iglesia y este pueblín de Carbayín, de gente buena y de personas que acogen con afecto a todo el que llega, hoy un pueblo con lágrimas en los ojos y el corazón encogido que os abraza con mucho amor para llorar con vosotros, que no estáis solos». El párroco admitió la dificultad que le había supuesto preparar unas palabras para despedir a la víctima de un crimen como este.

«¿Cómo es posible que exista gente tan desalmada e irracional que os haya podido arrebatar de esta forma tan cruel y tan bárbara a Francisco Javier? ¿Cómo se puede entender que de una manera calculada, tan friamente preparada, os haya destrozado la vida?», se preguntó tras asegurar comprender el estado de unos familiares «tristes, desconcertados, apenados, indignados». Pero hizo un llamamiento a «la sensatez y la cordura» y a «no dejarse llevar por instintos de venganza», recordando que el autor «tendrá que dar cuentas a Dios en su conciencia y tendrá que dar cuentas ante los tribunales».

Tras dirigirse a los padres e hijos de Francisco Javier, tuvo un mensaje especial dirigido a su nieto recién nacido, «el nietín, que era la nueva sonrisa que podía tener para caminar». Pidió «que se críe fuerte y sano y que guarde un buen recuerdo de su abuelo».

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