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La fiscalía de Menores del Principado de Asturias ha incoado diligencias para «determinar la existencia de un posible caso de acoso escolar en Gijón después de que una joven de 20 años -Claudia González- se quitara la vida el pasado sábado tras dejar una carta manuscrita en la que denunciaba el supuesto acoso sufrido durante su etapa colegial». Así lo daba a conocer ayer el ministerio público a través de un comunicado en el que especificaba que la investigación se inició tras recibirse en la Sección de Menores de la Fiscalía el atestado de la Policía Nacional por la providencia del juzgado de Instrucción número 2 de Gijón, en funciones de guardia, y del que se desprende que «los presuntos autores de los hechos -de confirmarse su existencia- eran menores de edad en el momento de su perpetración».
Los episodios investigados se remontan al año 2017, cuando la joven Claudia González cursaba estudios en el colegio de la Asunción. Tanto ella como los presuntos acosadores eran menores de edad, por los que las diligencias están siendo realizadas por la Fiscalía de Menores. «La Fiscalía practicará las pruebas que considere oportunas para concretar los hechos ocurridos, las fechas en las que supuestamente sucedieron y a los presuntos autores», añade.
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Los padres de Claudia acudieron ayer a la Comisaría de la Policía Nacional para prestar declaración ante los agentes que están llevando a cabo la investigación en torno al suicidio de su hija para tratar de determinar si existen indicios de criminalidad. Relataron los últimos años de vida de su hija y la grave depresión sufrida a raíz de que, presuntamente, fuera acosada por otros compañeros de colegio cuando tenía 15 y 16 años. Al parecer, en aquel momento el colegio habría abierto un expediente por la notificación de acoso por parte de la alumna, que finalmente fue cambiada de centro educativo por sus progenitores. Este lunes fue despedida con un emotivo funeral en el que su madre hizo mención a ese acoso que habría sido precipitante y condicionante, según su entorno, de los graves problemas mentales sufridos durante años y que el pasado fin de semana le llevaron a arrojarse desde el cerro de Santa Catalina. «Fue una campeona que luchó con todas sus fuerzas para salir de la depresión que sufría desde hacía años», dijo su madre al término de la ceremonia.
Los padres de la joven no serán los únicos en prestar declaración ante la Policía. También lo harán sus amigos, los que fueran compañeros de los cursos en los que sufrió ese supuesto acoso y también sus profesores. Se desprenderá de esos testimonios si es necesario citar a declarar a los jóvenes que presuntamente sometieron a un hostigamiento y acoso a Claudia, un extremo al que ella misma hacía referencia en la carta de despedida. Serán de los últimos en testificar.
A los declaraciones se suman los informes médicos de Claudia sobre los tratamientos psiquiátricos recibidos en los últimos seis años para evaluar su estado de salud y la posible relevancia de ese supuesto acoso escolar en su estado mental. Su entorno familiar y de amigos coinciden al apuntar que los problemas empezaron a raíz de sufrir 'bulling' por parte de varios compañeros. Al parecer, el acoso no se limitaba al entorno escolar, sino que se trasladaba también a las redes sociales. Precisamente, sus perfiles y dispositivos móviles serán analizados por la Policía Nacional en busca de pruebas y pistas para arrojar luz al caso.
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«Lástima que en su corta edad, cuando su personalidad se estaba formando, un grupo de gente malintencionada, que, por supuesto, no se encuentra dentro de todo este maravilloso y cariñoso grupo que estáis aquí acompañándola, le cortara las alas para seguir siendo ella misma, y le anularan por completo su autoestima y su autoconfianza. Le hicieron sentirse inferior para siempre. El acoso no la dejó disfrutar de lo maravillosa que era, y no le permitió convertirse en la espectacular mujer que podría haber sido», pronunció su madre en una emotiva intervención en el funeral.
El fatal desenlace de Claudia guarda muchas similitudes con el de Carla, la adolescente de 14 años que en 2013 se arrojó al mar Cantábrico desde La Providencia tras sufrir acoso escolar por parte de unas compañeras del colegio Santo Ángel. En aquella ocasión las diligencias también corrieron a cargo de la Fiscalía de Menores, que impuso una medida de trabajos sociales a dos de las acosadoras «orientadas a mejorar la empatía, el control de los impulsos y la asunción de las consecuencias de sus actos». Otra de las investigadas era entonces menor de 14 años y, por lo tanto, no imputable penalmente.
«A finales de 2012 comenzó a tener problemas en sus relaciones con sus compañeros de clase, principalmente porque algunas alumnas se burlaban de ella por un ligero defecto de estrabismo que padecía o porque se había divulgado en el centro que había tenido una relación con otra chica», recogía el escrito de conformidad que acataron las dos jóvenes expedientadas.
La diferencia entre la investigación sobre el suicidio de Carla y el de Claudia es que el acoso de esta última se remontaría a años atrás, mientras que el de la alumna del Santo Ángel tuvo lugar en el momento de los hechos. La Policía Nacional y la fiscalía deben de ahondar en lo ocurrido hace casi seis años, cuando Claudia cursaba estudios en la Asunción y determinar también si el acoso, de confirmarse, se habría prolongado hasta la actualidad.
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