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Felipe A. R., autor confeso del crimen cometido en una inmobiliaria de Gijón, ha pasado los primeros dos días en el módulo de enfermería del centro penitenciario de Asturias en el marco del protocolo antisuicidios. El hombre de 56 años está de forma ... permanente acompañado de un preso de confianza y cuenta con una evaluación especial de los terapeutas para determinar el posible riesgo de conductas autolíticas.
El preso manifestó ante el juez que había matado a Francisco Javier Rodríguez Tobajas al considerar que le había arruinado la vida con un préstamo con altos intereses, que él considaró «de usura», lo que le había llevado a perder el piso conyugal. Si en un primer momento, al ser detenido por la Policía Local, mostró «una amplia sonrisa y dijo al conocer el fallecimiento: «Ahí está bien», los últimos días su estado psicológico se habría visto mermado, llegando a mostrarse «pesaroso y cabizbajo» en su declaración en el juzgado de guardia. Desde la prisión asturiana han optado por aplicar el protocolo antisuicidio a la espera de ser trasladado a un módulo y ver su evolución.
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Olaya Suárez
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Guardó silencio durante los casi dos días que permaneció en la Comisaría, pero ayer, ante el juez, quiso explicar las razones que le habían conducido a cometer el asesinato. Felipe A. R. declaró ante el titular del juzgado de Instrucción número 3, Julio Martínez Zahonero, cabizbajo, con un semblante muy distinto al de la sonrisa que mostró abiertamente cuando se enteró de que Francisco Javier Rodríguez Tobajas había fallecido como consecuencia de las cuchilladas que le asestó y confirmó el que la Policía Nacional consideraba el móvil del crimen: la pesadumbre, la «desesperación» y el tormento que le producía el haber perdido su piso familiar al no poder hacer frente al préstamo concedido años atrás por la víctima.
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Esa relación económica entre ambos no sería actual, sino que se remontaría en el tiempo. Pero Felipe A. R., carnicero de profesión, separado, padre de una hija e inquilino de un piso compartido en el barrio de Contrueces, consideraba que la pérdida de la vivienda del matrimonio y el proceder de Rodríguez Tobajas le había «arruinado la vida». Los últimos años se sentía solo y con una situación económica complicada que le habría llevado a obsesionarse con la persona que le había concedido el préstamo con altos intereses en el que puso como aval su vivienda y acabó perdiendo.
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E. C.
«Creía que le había arruinado la vida», dice su entorno. Tal fue así que tomó una drástica decisión «a la desesperada». La mañana del miércoles esperó a que su objetivo llegase a la agencia que regentaba, Golden Star, en la esquina de las calles Campo Sagrado y Peñalba. Atrincherado entre unos vehículos, aguardó con un cuchillo de grandes dimensiones metido en una bolsa de plástico. Al ver llegar al gestor inmobiliario en su turismo se dirigió directamente hacia él, abrió la puerta, le asestó varias puñaladas y esperó a ver cómo Francisco Javier Rodríguez Tobajas buscaba ayuda en la inmobiliaria, herido de muerte y caía en la acera entre un gran charco de sangre.
Tras escuchar el relato del asesino confeso y analizar las diligencias policiales elaboradas por la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV), el juez decretó su ingreso en prisión, comunicada y sin fianza por el delito de asesinato. La fiscalía había pedido la medida de internamiento al considerar que existe riesgo de fuga y dadas la elevada condena que conlleva el delito de asesinato. Sobre las tres de la tarde salió en el furgón de la Guardia Civil con destino al centro penitenciario de Asturias en calidad de preso preventivo.
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