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NOELIA A. ERAUSQUIN
GIJÓN.
Viernes, 11 de marzo 2022, 01:15
La mala situación de la división de largos de Arcelor viene de lejos. Durante años ha encadenado números rojos e, incluso, la multinacional ha amenazado con su cierre en diversas ocasiones, advertencias que se quedaron en modo de espera el año pasado, ante el ... aumento de la demanda y de los precios del acero y el anuncio de un plan de descarbonización que afecta de lleno a la acería de Gijón, en la que se prevé instalar un horno eléctrico. Se maquillaron los problemas, pero siguieron ahí y el actual escenario, con los costes energéticos y de las materias primas disparados, los ha vuelto a hacer aflorar con toda su crudeza. Así, Arcelor anunció ayer que parará durante cinco jornadas la acería de Gijón y el tren de alambrón, mientras que el de carril estará detenido once días. Se trata de, prácticamente, la mitad de las instalaciones de la factoría, pero esta decisión tendrá repercusiones también en la cabecera -hornos altos y sínter- e incluso en la acería de Avilés, a la que podría llegar menos arrabio. Alrededor de un millar de trabajadores se verán afectados, aunque esta vez sin el colchón que supone un ERTE, ya que este no fue prorrogado.
El anuncio de las paradas llegó durante una reunión celebrada ayer por la mañana entre la compañía y los sindicatos para analizar la situación de largos, que la multinacional reconoció que no es novedosa, pero que se ha visto agravada por el actual escenario, muy influenciado por la guerra de Ucrania. Las pérdidas del conjunto de largos son «insostenibles», señaló Arcelor, que alerta de que además la incertidumbre por el conflicto bélico está generando un parón en la demanda, a la espera de que se aclare la situación.
Fuentes de la empresa habían asegurado el martes que «de momento» no se detendrían instalaciones en Asturias, como sí se había hecho ya en Olaberría (Guipúzcoa) y Sestao (Vizcaya), debido a que estas últimas cuentan con hornos eléctricos, más afectados por los altos costes que la siderurgia integral regional, pero ya avisaban de que era «de momento», ante una situación que consideraron «insostenible». La multinacional no ha tardado demasiado tiempo en mover ficha.
De este modo, el grupo ha decidido detener la acería del 24 al 28 de marzo. Durante ese periodo se continuará con las obras de reconstrucción del convertidor 1, aunque sin llegar a arrancarlo. La plantilla que se mantendrá durante la parada será la operativa en una parada en frío. La previsión es que la acería vuelva a la actividad el día 29, pero a medio gas, con un único convertidor. Alambrón parará los mismos días, pero las expediciones no se verán afectadas, salvo que la huelga de transportes anunciada a partir del 14 de marzo sea efectiva, apuntó la compañía.
En el caso de carril, la parada será aún mayor. Se detendrá la actividad del 24 de marzo al 3 de abril, ante su coste variable «inasumible». La situación de esta instalación es «la más crítica», según Arcelor, ya que, a pesar de la buena cartera de pedidos que tiene, los precios de las vías se fijan a principios de año y, con la escalada de costes de las últimas semanas, resulta inviable producir. No obstante, se continuará con las expediciones debido a la gran cantidad de toneladas que hay almacenadas. Además, los ajustes no finalizarán a principios del mes que viene. En la zona de laminación se pasará a cuatro equipos de trabajo a partir del 4 de abril.
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Este fue el anuncio hecho ayer, pero ante la actual coyuntura no es descartable que se puedan prorrogar medidas similares el mes que viene, sobre todo, si la guerra de Ucrania se enquista o si se elevan las sanciones a los combustibles fósiles rusos. Empresa y sindicatos mantendrán reuniones la semana que viene para seguir la situación.
Pero, más allá de las paradas en sí mismas, las circunstancias son más graves que en ocasiones anteriores en las que se ha decidido detener la actividad, tanto por la coyuntura, marcada por la guerra, como por no haberse prorrogado el pasado 31 de diciembre el expediente de regulación temporal de empleo que se había ido extendiendo año tras año desde 2009 para facilitar ajustes de este tipo. Por tanto, la compañía y los trabajadores no disponen ahora mismo de ese mecanismo de flexibilidad, tras los problemas que se generaron en 2020, cuando Arcelor impulsó de forma unilateral dos ERTE con peores condiciones para la plantilla y que acabaron siendo anulados por la justicia.
Con la ausencia de expediente de regulación, el grupo recurrirá para los empleados a las licencias pendientes de años anteriores y las de este, la aplicación de la distribución irregular de jornada recogida en el convenio colectivo o cursos de formación del programa 'Take Care'. Los sindicatos exigen que se amplíe la formación, no se toquen los calendarios de vacaciones ni haya afectación para los trabajadores eventuales. Sin embargo, la multinacional confirma que, ante la ausencia de ERTE, serán estos últimos los principales afectados. Además, si esta coyuntura se alarga en el tiempo, Arcelor podría tomar otro tipo de medidas, como impulsar un nuevo expediente de regulación. El temor es que las condiciones puedan ser peores que el rechazado en diciembre por la mayoría sindical, al contar con la negativa de CC OO. El sindicato reclamaba el pago del 100% de las retribuciones de cada trabajador tras quedar anulado el ERTE covid y garantías de que no habría nuevos incumplimientos. Desde el comité de empresa se traslada la intranquilidad que genera la situación, en este caso sin el colchón que supone el ERTE.
Los efectos de la escalada de los costes afectan a todas las empresas, pero más aún a las que son intensivas en consumo de energía, como las cementeras. De hecho, la compañía Cementos de Tudela Veguín, perteneciente al Grupo Masaveu, ha convocado hoy a los representantes de los trabajadores para anunciar la parada de los hornos de su planta de Aboño. Estarán detenidos entre una semana y diez días para ajustar la producción lo máximo posible a ese alza de precios. No obstante, se mantendrá el suministro y no habrá una regulación del personal. No será la única planta afectada, también se pararán los hornos de sus instalaciones en La Robla (León). La empresa, de momento, no ha tomado medidas adicionales en su otra planta asturiana, la de Tudela Veguín.
La factoría asturiana cuenta con alrededor de 170 trabajadores y produce desde diferentes tipos de clínker -producto que se muele para fabricar el cemento Portland-, hasta una amplia gama de cementos y materias primas.
Con la decisión de parar momentáneamente los hornos se reducirá la producción para intentar adaptarla con el objetivo de rebajar al máximo posible los costes. La recuperación de la actividad se realizará en función del mercado.
Recientemente, la compañía había realizado una inversión en la planta asturiana de valorización energética, que había permitido un 16% de ahorro de combustibles fósiles. Esta eficiencia es uno de los principales objetivos del grupo, que la ve «primordial».
Aboño destaca también por el uso de recursos alternativos, tanto materiales como energéticos, para la fabricación del cemento y ya ha conseguido reemplazar un 24% de recursos naturales en las materias primas de elaboración del clínker. Además, gracias al uso de cenizas volantes, escoria siderúrgica de horno alto, caliza y yeso se ha logrado sustituir un 42% del propio clínker en la fabricación de los cementos.
Aniceto Zaragoza, director general de Oficemen, la patronal de las cementeras, subraya que «la escalada de los costes de la energía que estamos viviendo en los últimos días está haciendo inviable la producción de cemento en España».
Explican desde esta organización, en la que se integra Cementos de Tudela Veguín, que la energía es uno de los insumos con mayor impacto a la hora de producir clínker y cemento. «Actualmente, los costes eléctricos y de combustibles suponen, de media, algo más del 80% de los costes variables de producción, lo que está afectando de manera dramática a nuestra competitividad», subraya Zaragoza, que explica que los hornos se alimentan, mayoritariamente, de cok de petróleo durante el proceso de fabricación del clínker. El gas y la electricidad son otras dos de las fuentes energéticas que están impactando en su balance con fuerza.
En este sentido, las reivindicaciones del sector para tratar de paliar esta situación son similares a las de otros: desacoplar el precio del gas del de la electricidad; celebrar ya las subastas de tecnologías inframarginales previstas en el Real Decreto-ley 17/2021 y reducir los peajes y los cargos a las industrias electrointensivas, como hacen Alemania y Francia, «para favorecer precios de la energía más previsibles y competitivos».
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