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El jefe del Ejecutivo asturiano, Adrián Barbón, ha apelado este viernes a la «unidad» tras la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de elevar la ... guerra arancelaria a escala mundial y los desafíos que implica este auténtico terremoto en el comercio internacional. «Las decisiones de Trump pueden dañar nuestros intereses», apuntó el presidente del Principado en las redes sociales, para insistir en que «es tiempo de trabajar unidos para hacer frente a esta amenaza y defender Asturias ante tales decisiones».
Serán alrededor de un centenar de empresas de la región, exportadoras regulares a Estados Unidos (EE UU), las que noten el primer impacto de los aranceles anunciados el pasado miércoles, que para la Unión Europea serán del 20% de manera general. No obstante, el golpe será mucho mayor, ya que habrá una especie de efecto dominó. Así, también se verán afectadas las compañías importadoras, una vez que la Unión Europea ponga en marcha las contramedidas que ha avisado que aprobará, aunque las consecuencias de estas aún son imposibles de determinar. Igualmente, no se quedarán ahí. Los aspectos que más preocupan en Asturias son los impactos indirectos de la guerra comercial, que llegarán en una doble vertiente: las repercusiones que tendrán los aranceles en economías a las que estamos mucho más ligados, como la alemana, y la posible llegada masiva de producción de terceros países que iba a dirigirse a EE UU y que allí ya no es competitiva por las nuevas tasas.
«Lo advertí hace semanas y algunos decían que exageraba. Hoy sabemos que es real. Defendamos Asturias», pidió el presidente asturiano ante el nuevo contexto geopolítico.
El año pasado, desde Asturias, se exportaron a EE UU productos por casi 234 millones –el primer territorio fuera de Europa con mayores cifras–, de los que casi la mitad son manufacturas de fundición de hierro y acero y 30 millones de productos químicos y orgánicos y el resto diversas partidas del metal, como máquinas y aparatos mecánicos, aluminio y otros aparatos ópticos y material eléctrico.
Otro sector que recibirá ese primer impacto directo es el agroalimentario, que a nivel nacional sufrirá un duro revés. En Asturias el peso no es tan alto, pero sí notará las consecuencias en algunos productos. Por ejemplo, las exportaciones de bebidas no alcohólicas supusieron cerca de medio millón de euros en 2024 y las alcohólicas se situaron entre 100.000 y 200.000, con la sidra como principal exponente.
De hecho, entre las compañías que ya han expresado cierta preocupación está Valle, Ballina y Fernández –la empresa que comercializa sidra El Gaitero–, que reconoce que van a sufrir un impacto negativo por el encarecimiento de su sidra en Estados Unidos, aunque confían en «seguir vendiendo» allí por su reconocimiento.
No obstante, el gran golpe para Asturias llegará en diferido. Uno de los sectores que advierte de los peligros de esta guerra comercial es el siderúrgico, porque además ya lo sufrió en la anterior etapa de Donald Trump al frente de la Casa Blanca. Entonces, se impulsaron aranceles del 25% al acero, como ahora, y el mercado comunitario recibió un aluvión de productos siderúrgicos de países terceros que ya no podían colocar en EE UU. Se desplomaron los precios, la producción local dejó de ser competitiva, se redujo la actividad e incluso se pararon instalaciones. Ahora, con la demanda de acero debilitada y el sector en una profunda crisis, este golpe puede ser devastador.
Por otro lado, hay que tener en cuenta cómo ese efecto dominó se irá extendiendo por distintos sectores y territorios. Como ejemplo, la delicada situación de economías como la germana ha hecho que las exportaciones asturianas cayeran un 8,1% el año pasado. Este país tiene una mayor dependencia de EE UU y si su crisis se agrava por los aranceles la economía asturiana también se verá afectada. A pesar de la búsqueda de diversificación de sus mercados, el 70% de las ventas al exterior de las empresas de la comunidad se quedan en el continente y el 54,9% dentro de la UniónEuropea.
En cuanto a las importaciones, EEUU es el principal suministrador de la comunidad y, el año pasado, se amplió aún más la brecha con sus perseguidores, al elevarse las cuantías de los 573,8 millones de 2023 a 874,9, lo que implica una subida del 52,47%.Un 15,63% de los productos que adquirimos fuera los compramos a Estados Unidos. Prácticamente la mitad corresponden a menas (minerales de los que se extraen metales) y desechos de metales y a hulla, cok y briquetas. De EE UU, sobre todo, llegan minerales, como puede ser hierro o zinc, escorias y ceniza, así como sal, yeso y piedras.
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