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Una imagen del partido de ida en el Molinón
Asturias, dividida ante un duelo sin favorito

Asturias, dividida ante un duelo sin favorito

Los técnicos tienen a todos sus futbolistas disponibles para un encuentro en el que los contendientes se juegan más que los tres punto | Los dos equipos están pendientes del estado del césped del Tartiere, que puede quedar muy dañado por el agua que ha caído en los últimos días en la región

Domingo, 4 de febrero 2018, 07:53

Y llegó el derbi y con él, la emoción, la rivalidad, la tensión, el sufrimiento, los nervios... Son muchos ingredientes los que sirven para aliñar un partido que tanto significa para Asturias, una región partida entre el rojiblanco y el azul, cuestión de sentimientos. No se trata solo de tres puntos, hay mucho más. Los equipos están en deuda con sus respectivas aficiones e intentarán corresponderles con una victoria que hará feliz a una parte de la región y seguro entristecerá a la otra.

Desembarcan los dos conjuntos procedentes de dinámicas antagónicas. El Oviedo ejercerá como anfitrión fortalecido por su buena racha de resultados. Son nueve partidos sin conocer la victoria, muestra de la solvencia que ha adquirido un equipo difícil de superar.

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El Sporting, mientras, busca su sitio. Sabe que no puede dejar pasar más trenes, consciente de que solo podrá opositar al ascenso si consigue la regularidad de la que ha carecido hasta ahora. El equilibrio que ha exhibido como local debe ser refrendado con un buen resultado a domicilio, talón de Aquiles para los rojiblancos esta temporada. Cinco puntos separan a los dos equipos en la clasificación, pero la distancia que transmiten las sensaciones parece un mundo. Los aficionados azules no pueden ocultar su euforia con la trayectoria del equipo esta campaña. Superado el primer tramo del curso, en el que el Oviedo mostró más dudas, la afinidad entre la grada y el equipo es total, empezando por la admiración que suscita la labor de Anquela.

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Distinta es la decoración en Gijón. Baraja ha logrado mejorar las prestaciones del once rojiblanco, aunque todavía no ha pasado la reválida que representa encadenar varios triunfos seguidos que enganchen al cuadro gijonés a la parte noble. Hasta entonces, tiene lógica que la afición examine con cautela el teórico crecimiento del equipo. No hay que olvidar que la grada viene del desengaño que supuso el arranque liguero con un Sporting victorioso que se fue desinflando con el paso de las jornadas, hasta provocar la caída del anterior inquilino del banquillo, Paco Herrera.

El duelo de esta tarde tiene un protagonista inesperado que puede marcar el juego y no sale en el cuadro de alineaciones. Es el césped del Carlos Tartiere. La lluvia que ha caído en las últimas horas y la que se presupone descargará a lo largo de todo este domingo, de acuerdo al pronóstico del tiempo, pueden dañar el verde del estadio ovetense hasta dejar algunas zonas muy deterioradas para la práctica del fútbol.

Técnicos especializados aplican ya medidas paliativas para garantizar el buen desarrollo del juego en la jornada de hoy. Tanto el club como el Ayuntamiento de la capital han confirmado que se multiplicará por cinco el número de operarios que cuidarán del terreno de juego antes y durante el partido.

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De acuerdo al libro de estilo que presenta cada contrincante, si uno atiende al tipo de juego que hace y los futbolistas que tiene, un campo pesado puede beneficiar un poco más al Oviedo, habituado a un fútbol más directo. Desde la llegada de Baraja al banquillo rojiblanco, el Sporting apuesta más por construir las jugadas desde la retaguardia, otorgando una enorme importancia a sacar el balón jugado desde atrás. Sin embargo, el fútbol sabe poco de lógica y lo que es hoy es negro mañana puede ser blanco.

El Oviedo, de momento, parte con la ventaja de disponer de un engarzado bloque en el que cada componente sabe la función que le corresponde. Anquela acertó con la tecla desde el momento en que entendió que el sistema que mejor se adaptaba a la horma de su plantilla era el 5-4-1. La irrupción de Forlín, como epicentro defensivo, ha otorgado una enorme fiabilidad a una zaga en la que comparte responsabilidades en el centro con Christian y Carlos Hernández. El dibujo permite proteger las bandas con dos carrilleros -Diegui Johannesson y Mossa- que tienen mucho recorrido. Rocha y el incombustible Folch (único futbolista que ha jugado todos los minutos en el conjunto carbayón) formarán en el doble pivote con Saúl Berjón en la izquierda y Aarón Ñíguez presumiblemente en la izquierda. Su concurso, en ese sentido, no es seguro ni mucho menos. El alicantino no ha entrenado bien esta semana y podría dejar su sitio en el once al ghanés Yeboah. La otra duda es saber quién será la referencia ofensiva. Linares, en teoría, tiene más papeletas que Toché para ocupar plaza en el once. Anquela no quiere correr riesgos con el murciano y podría dejarlo en el banquillo de inicio.

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En busca de la regularidad

El Sporting, por su parte, aspira a subir un peldaño en esta Segunda tan igualada. Baraja se mira en el espejo del eterno rival para lograr la solidez que permita a su equipo obtener la regularidad anhelada, la única que abre las puertas al 'play off' de ascenso, primera meta que se plantean a día de hoy los gijoneses.

El técnico pucelano podrá contar con su equipo de gala, recuperado el lateral Jordi Calavera de la lesión muscular que le tuvo fuera de los terrenos de juego dos semanas. La otra incógnita rojiblanca es Santos. El máximo artillero del Sporting ha sufrido una sobrecarga muscular que lo ha tenido entre algodones esta semana, sin poder entrenar al mismo ritmo que sus compañeros. No obstante, no parece una dolencia que le impida estar hoy sobre el césped del Tartiere. El técnico, que solo ha dejado fuera de la lista a Nacho Méndez (que volverá con el filial), podrá contar con sus tres últimos refuerzos Hernán Santana, Nano Mesa y Guitián, aunque no parece que ninguno de los tres pueda estar en un once en el que la novedad apunta a la presencia de Rubén García por Carlos Castro en el ataque. El valenciano ocuparía la mediapunta y permitiría un juego más combinativo en tres cuartos con la llegada de los extremos, Jony y Carmona.

Pendientes del cielo y de cómo responda el verde, los dos equipos asturianos prometen un enfrentamiento cargado de alicientes y en el que no hay un favorito claro. Para eso es un derbi.

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