A Pelayo Sánchez siempre le ha gustado la bicicleta. En Tellego (Ribera de Arriba), su pueblo natal y a donde regresa cuando el calendario lo permite, era el medio de transporte ideal para un niño bajito, menudo, que se movía por las localidades del ... entorno para ir a jugar al fútbol o pasar las tardes. No era la pelota lo que mejor se le daba, sino «reventar» a sus compañeros en el trayecto, con la impresionante cuesta hasta su casa incluida.
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Aquel niño que no dio el estirón hasta casi llegar a la Universidad, que tenía que rodar protegido en el pelotón cuando se inició en la pena ciclista Manzanillo, en Oviedo, dio ayer un gran salto profesional imponiéndose en la sexta etapa del Giro de Italia, su primera victoria en una grande, dejando a su rueda a un doble campeón del mundo como Julian Alaphilippe.
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José Luis González
El físico siempre ha condicionado a este corredor que ayer tocó el cielo. Con gusto por la alta montaña, donde siempre ha tenido que buscarse la vida para llevarse un triunfo a la vitrina, el perfil de la etapa no apuntaba como ideal. Solo dos puertos de cuarta categoría, pero con un final con tramos de gravilla, curvas cerradas y más de una pared. Una ratonera.
Curtido en las carreteras asturianas, primero «con Monchi», de la pena ciclista Manzanilla, y luego con Benjamín Noval y Samuel Sánchez, de la MMR Academy, Pelayo Sánchez ha sabido ir sacándole partido a la media montaña. La de ayer era una etapa trampa, con poca montaña, pero muchos pequeños desniveles, una pequeña clásica de 180 kilómetros a la que le sacó el mejor partido. No se dejó dominar de inicio el UAE Emirates, pero a los 100 kilómetros de la salida levantaron un poco el pie. Lo suficiente como para que Pelayo Sánchez, Julian Alaphilippe, Kaden Groves, Andrea Vendrame, Luke Plapp, Matteo Trentin y Filippo Fiorelli lo intentaran. La situación parecía controlada por el pelotón, que no dejaba que la diferencia fuese a mayores. Poco a poco, algunos de los fugados abandonaban la aventura. No lo hicieron el asturiano, ni Plapp ni Alaphilippe, doble campeón del mundo y al que todos daban por ganador si la fuga llegaba a meta. El pelotón se durmió, los tres corredores se plantaron ahí donde las vallas indican el momento decisivo y, a 200 metros, mientras el francés no dejaba de girar la cabeza buscando los movimientos del asturiano, Pelayo Sánchez dio un golpe de pedal para llevarse la etapa y la gloria.
En su tercer año como profesional, tras haber rozado victorias en la Vuelta a España en su etapa con el Burgos BH, Pelayo Sánchez puso su nombre al lado de los grandes ilustres vestido esta vez de azul Movistar. Cinco años hacía de la última victoria de un español, Peio Bilbao, veinte de la del último asturiano, un tal Chechu Rubiera. Cuando el de Muñó coronó primero en Selva di Val Gardena, allá por el año 2000, Pelayo Sánchez tenía dos meses de vida.
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Antes fueron José Manuel Fuente 'el Tarangu', Vicente López Carril y Antonio Menéndez quienes pusieron la bandera de Asturias en la ronda italiana. Ahora se lo ha ganado un joven de Tellego que siempre tiene un recuerdo para sus orígenes y que nunca pierde la sonrisa, a pesar de los problemas físicos que pasó en 2022 y que le mantuvieron apartado de las carreteras. Su vuelta el pasado año fue triunfal, lo que le valió fichar por el Movistar. Ahora, a su primer Giro acudía con la idea de «cazar etapas», con el mismo sueño que los 180 corredores que tomaron la salida en la ronda italiana. El suyo ya se ha cumplido. Y quedan dos semanas de competición.
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