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Enamorado del arte y de Asturias, empresario comprometido, mecenas y filántropo, Plácido Arango falleció esta mañana en Madrid a los 88 años después de una vida de compromiso y trabajo. Fundador del Grupo Vips, empresa que aglutina marcas como el propio Vips, Fridays ... y Starbucks, fue artífice de llevar a cabo el plan de expansión de la cadena y superar los 350 establecimientos en España. El empresario, de raíces asturianas, siempre consideró un «deber moral» su contribución a la sociedad y por eso a lo largo de su vida se ocupó de combinar sus negocios con el arte, su conservación y su promoción.
Patrono de honor del Museo del Prado, del que fue presidente; del Metropolitan de Nueva York, del Reina Sofía, de la Biblioteca Nacional, académico de Bellas Artes... fue presidente de la Fundación Princesa de Asturias. Su amor por la región fue mucho, muchísimo más allá de las palabras. Lo concretó sobradamente hace apenas tres años con la donación al Museo de Bellas de Asturias. Hombre parco en palabras confesaba entonces: «Siempre me he sentido muy asturiano, siempre he estado muy vinculado con Asturias, no solo porque es la tierra de mis padres, sino también a través de la Fundación Príncipe de Asturias. Si había hecho una donación al Museo del Prado, correspondía que hiciera otra donación a la tierra de los míos.
Reacciones al fallecimiento de Plácido Arango
En la región nacieron Jerónimo Arango Díaz y María Luisa Arias Fernández, sus padres, que le dieron la vida a él en México e hicieron la suya al otro lado del Atlántico y en cuya memoria realiza Arango su magnífica donación de 32 obras al Museo de Bellas Artes de Asturias. Su padre nació en el seno de una familia campesina de Salas con un tío en América que regentaba un almacén en Tampico. Con 14 años cruza el océano y allí acabará casándose con otra asturiana. De ese matrimonio nacen cinco hijos, uno de ellos Plácido, que vio, ya desde el DF, cómo a su familia le iban las cosas bien y lo que empezó siendo una tienda de tejidos se convertía en la fábrica más importante de México. Pese a que nunca se ha considerado «un empresario de raza», la suerte le sonrió en los negocios primero en México, donde fundó junto a sus hermanos la primera cadena de supermercados del país, y luego en España, adonde regresó en 1965 y donde puso en pie la cadena Vips.
El filántropo y mecenas asturmexicano confirmó en 2017 su deseo de hacer crecer los fondos de la pinacoteca asturiana a través de las obras maestras de su magnífica colección de pintura española. Unos meses después recibía emocionado la Medalla de Oro de Asturias de manos del entonces presidente Javier Fernández. Llegaron poco después a la región las pinturas y el 26 de enero de 2018 se inauguraba la exposición en el Museo de Bellas Artes para mostrarlas. Se trata de 33 obras maestras de entre los siglos XV y XX. La más antigua es una tabla del círculo de Diego de Cruz, fechada en 1485; la más moderna, una escultura de Juan Muñoz, de 1992. Entre medias, Zurbarán, Zuloaga, Solana, Juan de Juanes, Juan Pantoja de la Cruz, Rodrigo de Villandrando, Juan Jacinto de Espinosa o Juan Valdés Leal, en lo que a pintura antigua se refiere. Tàpies, Palazuelo, Millares, Canogar, Arroyo y Villalba, entre otros, representando el conjunto contemporáneo del regalo, al que se unen los escultores Juan Muñoz y Cristina Iglesias. «Estoy emocionado, confundido en algún momento, feliz. Para mí es una oportunidad única que estos cuadros estén en Asturias, la tierra de mis padres», declaró aquel día.
Su pasión por la cultura le ha llevado también a obtener otras destacadas distinciones como la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, la Gran Cruz de Isabel la Católica, la Gran Orden del Mérito Civil, la Medalla de Oro a las Bellas Artes, el premio Juan Lladó de mecenazgo cultural o la Medalla de Oro del Spanish Institute de Nueva York.
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Contaba él mismo que sus inicios en el coleccionismo fueron tímidos y casi casuales: cuando se casó compró un cuadro para decorar la casa y casi sin darse cuenta, a base del contacto con artistas y galeristas, se metió en un universo que le conquistó. No se conformó con aumentar su colección, su implicación fue mayor y le llevó a jugar un papel activo y a veces determinante en grandes museos como el Prado. Tanto que la restauración de las mismísimas 'Meninas' se la debemos a él. Fue su empeño el que logró que en 1984 John Brealey, jefe del Departamento de Restauración del Metropolitan, se encargara de recuperar la obra de Velázquez. Y de nuevo no se quedó en palabras porque aportó, además, financiación para llevarla a cabo.
El Prado fue uno de los museos de su vida. El otro, el Bellas Artes de Asturias, donde además de la actual donación, en 2006 se expusieron 25 de las obras de su colección. Al año siguiente donó una obra de Darío de Regoyos que fue el germen de lo que llegaría después.
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