El escritor y colaborador de este diario Miguel Rojo (Zarracín, Tineo, 1957) llevaba ayer a la Carpa de la Palabra de la Semana Negra su nuevo libro, 'La colina del Minotauro' (Pintar-Pintar), el primero que publica destinado a un público juvenil y sobre el que dialogaba con el librero Rafael Gutiérrez Testón. En él se narra una historia ambientada en los años de plomo del terrorismo de ETA en la que una familia amenazada por la banda se ve obligada a abandonar el País Vasco para refugiarse en Creta. Allí, bajo la impronta de Teseo y el monstruo que encerraba el célebre laberinto, comenzará otra vida y la verdadera aventura para su protagonista, Iñaki, un niño de doce años, más o menos la edad de los lectores para los que está pensado.
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Con este nuevo título, el autor tinetense culmina unos meses especialmente fértiles en los que publicaba dos volúmenes de poesía en asturiano y castellano: 'La edá de la memoria' (Trabe) y 'Diálogo entre esposos' (Eolas). Su debut en la literatura juvenil, en todo caso, como explicó el propio Rojo, fue escrito originalmente hace veinte años y si se quedó en el cajón hasta ahora tuvo que ver bastante con la realidad que en él abordaba, un drama entonces aún presente. «Lo envié a dos editoriales nacionales de cierto renombre y en una de ellas, tras elogiar la obra, me indicaron que su departamento de 'idoneidad' no le daba el visto bueno. Me propusieron cambiar la ubicación, de Bilbao a Belfast, y que si lo hacía lo editaban inmediatamente. Como es lógico me negué. Me pareció una tomadura de pelo que quisiesen trasladar un problema de España a Irlanda. Eso me desanimó y ahí se quedó hasta hoy», desveló el narrador.
La elección del tema, aparentemente no el más común para unos chavales, la tuvo clara su autor desde un principio, ya que como apuntó: «La literatura para jóvenes creo que debe cumplir dos condiciones. La primera, entretener al lector, no puedes llevar un libro a un crío para que se aburra y en este hay muchas aventuras, mucha magia y mucho humor». La otra función, señalaría, «debe ser la educativa y en ese momento en que ETA estaba asesinando, creí necesario dar una visión a los posibles lectores juveniles sobre la necesidad de la libertad de pensamiento, nadie puede matar a otros porque piensen distinto. Para que reflexionaran sobre el sinsentido de la violencia».
Viajes, peripecias, emociones, reflexión, una invitación a disfrutar de la maravilla en la mitología clásica y también de la amistad, dan vida a 'La colina del Minotauro', un relato con final abierto, sobre el que su autor, avisó: «De momento no pensé en continuar», aunque tampoco lo descartó tajantemente para alegría de sus lectores.
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