El escritor Fernando Méndez que hoy visita la Semana Negra. E. C.
Fernando Méndez Escritor

«El origen del caso del metílico estuvo en una fábrica de La Felguera»

El periodista presenta con el Aula de Cultura su novela 'La vida mientras luchamos' sobre el envenenamiento de metanol en 1963

Martes, 9 de julio 2024, 02:00

El periodista Fernando Méndez (Buenos Aires, 1962) ha investigado y publicado varios libros sobre el caso del metílico, un envenenamiento que provocó miles de muertes y cegueras en 1963. Ahora lo lleva a la ficción en la novela 'La vida mientras luchamos', que hoy presenta el Aula de Cultura, a las 20.30 horas, en la Carpa de la Palabra de la Semana Negra.

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–El caso en que se basa su novela tenía dos claras conexiones asturianas.

–En efecto. Elisa Álvarez Obaya, farmacéutica asturiana de Villaviciosa, fue quien descubrió el envenenamiento de metanol tras analizar muestras de licores en Haría (Lanzarote), donde ejercía. Varios vecinos habían muerto y otros se habían quedado ciegos. Ella probó que todos habían consumido bebidas con alcohol metílico y lo denunció. Recibió muchas presiones, pero siguió adelante para evitar que la tragedia fuese a más. En mi novela quería reivindicar su papel y lo hago a través de la protagonista, Iria Meilán.

–Otro hilo lleva a Asturias.

–El origen de todo ese metanol empleado para esas bebidas letales está en una fábrica de La Felguera que lo sintetizaba de la hulla de carbón. De ahí procedían las partidas para elaborar los licores.

–Hablamos del mayor caso de envenenamiento en España.

–El más importante aquí y posiblemente en el mundo. Se cumplen ahora 60 años del proceso judicial que duró cuatro años. Hubo 10 procesados, más de 200 testigos y al final hubo sentencia, pero no justicia. Las víctimas y las familias de los fallecidos no cobraron ninguna indemnización. El Estado se lavó las manos, miró para otro y dijo que esto se tenía que juzgar como un simple delito contra la salud pública. Los imputados se declararon en quiebra y no hicieron frente a las indemnizaciones. Tampoco cumplieron íntegras las penas. Se reconocen solo 51 víctimas y 9 ciegos, una cifra que falta al respeto, porque hablamos de miles de afectados.

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–¿Cómo sucedió todo?

–El laboratorio de La Felguera fabricaba el metílico de hulla, veneno puro usado para disolventes, pinturas, etcétera. Una empresa de Orense se enteró de que había un alcohol a mitad de precio, sin olor ni sabor. Los bodegueros no eran unos asesinos, simplemente querían hacer y pensaban que rebajándolo con agua, esencias o café no iba a ser tan letal. Que lo era, lo expuso el fiscal, Fernando Seoane: una simple copa bastaba para matarte o dejarte ciego. Él me contó que desde Galicia a Canarias, por todas partes, gente del rural sin acceso a bebidas de calidad, cayó como moscas. Una partida salió de Vigo a Nueva York y una crónica de la época dice que el puerto de Manhattan «quedó limpio de vagabundos», murieron envenenados de metílico. Se extendió con la emigración española por toda América y Europa.

–Esa dimensión exterior le da pie a focalizar el contexto mundial de esos años, los de la Guerra Fría.

–Hablamos de la época del 'Spain is different' para atraer turismo y lo que menos le interesaba al gobierno era un escándalo de esta magnitud. Unos meses antes de los primeros casos el ministro de Exteriores español se entrevistó con Kennedy en la Casa Blanca para escenificar ese aperturismo de España, la posición geoestratégica que teníamos y de la que EEUU quería beneficiarse. Junto a esto, la carrera espacial, con la importancia de Canarias como estación para los programas Apolo y en el 63 el propio asesinato de JFK.

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–Ingredientes reales para esta novela de espías.

–Madrid estaba lleno: rusos, americanos, antiguos nazis. Son los años de las grandes producciones de Hollywood en España con sus estrellas haciendo de la noche madrileña un oasis de libertad que no existía.

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