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Con una especial emoción llegaba a la Semana Negra Juan Ramón Lucas (Madrid, 1958) para presentar su novela más personal: 'Melina' (Contraluz). Periodista de larga trayectoria en radio, televisión y prensa escrita, vive a caballo entre Madrid y el oriente de Asturias y es consciente de que en la tierra de sus orígenes se lee con una mirada distinta esta historia inspirada en la de su madre.
Ayer, en Gijón, ese sentimiento de proximidad, lo expresaba desde el mismo simil para definir el proceso de elaboración de la novela, con palabras de Philip Roth: «Él decía que escribir es bajar a la mina, allí se sufre: encontrar las ideas, buscar las palabras, y en mi caso enfrentarme a una realidad como la infancia de mi madre, incómoda y dura, ha sido doloroso», confesó para asegurar que «esta es la novela de la que tengo peor y mejor sensación». La niñez que tuvo Melina, la protagonista, reveló que «se ajusta bastante a la de mi madre en el Mieres de los años 30 y 40, también las aventuras de una familia de izquierdas que vivió derrota tras otra y que, en el caso de las mujeres, sufrían una más, la de la atmósfera machista, porque el concepto de vida en casa era distinto que el que se defendía fuera. Eso se cuenta en la novela y ha sido complejo enfrentarme a ello», apuntó.
La pincelada más clara de ese ambiente opresivo está en la frase con la que Lucas ha querido arrancar 'Melina', es literal de la que pronunció su abuelo cuando vio nacer a su hija: «Cogéi una cuerda y afogáila». Así se recibió a la pequeña en una casa donde los hombres estaban preparando la revolución del 34. «Fue lo que dijo mi abuelo, no porque fuera un canalla, que no lo era, sino porque él quería un crío. Luego, me imagino que se arrepintió. Era un personaje muy complejo. Literariamente me pareció un arranque muy bueno», explicaría. Melina, como hizo la madre del escritor, decidió marcharse en cuanto tuvo la ocasión para romper con el destino que le esperaba como mujer en aquella Asturias de las cuencas mineras, sacudida primero por la revolución y la guerra, y luego por la represión de los vencedores.
De su madre, Lucrecia, el escritor destacó que «desde cría ha estado superándose». Ella misma relató su dura infancia en unas notas que le sirvieron para pergeñar la novela y para conocerla realmente. «La historia de Melina es un recorrido por la búsqueda de respuestas», manifestó Lucas para quien «en mi oficio como periodista veo cosas y las cuento, en mi oficio como escritor me hago preguntas e intento respondérmelas. En este caso quería saber realmente cómo era la vida de mi madre y la de todas esas mujeres».
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