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Media hora de preparativos, una explosión y en tan solo doce segundos la primera de las cinco chimeneas del parque de baterías de cok se vino abajo. Con ella, con la caída de la número 5, comienza a desvanecerse una imagen icónica: la del Avilés industrial de la segunda mitad del siglo XX. Una industria con nombre propio, el de Ensidesa, que significó un antes y un después en la historia económica y social de la ciudad. Por eso ayer la voladura del primero de los elementos de estos terrenos, que se convertirán en un polígono industrial, tuvo el empaque de los grandes acontecimientos.
Establecido un perímetro de seguridad de 250 metros en la avenida Melatúrgicos, a las diez en punto de la mañana una sirena sonó tres veces y tras un «Tres, dos, uno. ¡Fuego!», se accionó la explosión. A los cuatro segundos la chimenea, de 85 metros de altura, comenzó a inclinarse hacia el oeste y ocho después se desplomó sobre el terreno. La operación, rápida y sin ningún contratiempo, se llevó los aplausos de los trabajadores de las empresas encargadas del desmantelamiento y de los representantes políticos que en ese momento no estaban grabando la imagen.
La chimenea abatida, la número 5 y la más próxima a los gasómetros, era la que daba servicio durante su vida útil a las baterías 9 y 10. Su derrumbe generó cerca de dos mil toneladas de residuos, de las que 159 son de ladrillo refractario, 1.790 de hormigón y 45, de acero. Ahora la limpieza y retirada del material llevará aproximadamente una semana de trabajo.
Este derribo forma parte de la segunda fase de la demolición de las antiguas baterías de cok que permitirá liberar y poner en el mercado 200.000 metros cuadrados de suelo industrial. Tras el éxito de la voladura de ayer se acometerá el de las restantes estructuras, siendo el más delicado, por su tamaño, el del gasómetro. Será el que se deje para el final y su voladura exigirá aumentar el radio de seguridad. Cuando caiga, entonces sí, Avilés habrá dicho adiós a una época.
Erri Berri y Afesa, las empresas contratadas por Sepides para el desmantelamiento y la descontaminación de la zona, así como para la gestión de los residuos, contaron con el refuerzo de la empresa especialista en demoliciones y voladuras dMol, en una suerte de ensayo para continuar en las próximas semanas con el resto de las estructuras que permanecen en pie.
Está previsto que el 30 de septiembre se tire la torre número 3 de carbones, que es necesario retirar del entorno para que el sábado 7 de octubre se puedan volar con seguridad las cuatro chimeneas restantes. Por último desaparecerá el gasómetro. En una primera valoración se había contemplado su desmontaje pieza a pieza, pero finalmente se utilizará el mismo método que con las chimeneas.
Quedará en pie uno de los dos gasómetros, el más cercano a la carretera, el cual Sepides cederá al Ayuntamiento, aunque su uso todavía no ha sido definido. El mantenimiento o no de estas instalaciones industriales como vestigio y memoria del pasado industrial no llegó a generar un debate demasiado intenso en la sociedad, pero sí alcanzó el tono suficiente como para que los responsables políticos decidieran indultar a uno de los dos gasómetros. Esta decisión conlleva gastos, los del proceso de descontaminación de la instalación y su posterior adecuación para aquello a lo que vaya a ser destinado.
El proceso de desmantelamiento del parque de las baterías de cok comenzó en febrero de 2022 con la retirada de todos los materiales que habían quedado en las naves y zonas de almacenamiento, como el parque de carbones. Hubo que tener especial precaución en la limpieza de los tanques y depósitos de material en los que todavía había 8.000 metros cúbicos de aguas contaminadas. Entre los residuos líquidos que quedaban en estas instalaciones siderúrgicas después de cesar su actividad en noviembre de 2019 había 4.600 metros cúbicos de aguas amoniacales y 3.290 de aguas con alquitrán.
Además del proceso de descontaminación, el desmantelamiento de las baterías lleva aparejado la gestión de la ingente cantidad de residuo que se genera, casi 52.000 toneladas, de las que al más de la mitad será chatarra y el 27% será hormigón, que provendrá fundamentalmente de las chimeneas y las propias baterías. En la medida de lo posible se está tratando de reciclar el material y darle un nuevo uso.
Esta segunda fase se inició un año después, el pasado mes de febrero, en concreto el día 15, tras la firma del acta de inicio, y con un horizonte temporal de trece meses. Los principales trabajos llevados a cabo son los de limpieza, desamiantado, desmontaje, achatarramiento y la demolición. Las últimas labores serán el acondicionamiento y rasanteo del terreno que se realiza para evitar riesgos y garantizar la seguridad.
El nuevo polígono industrial que se comercializará en este terreno contará con parcelas de diferentes tamaños que permitirán acoger tanto pymes como grandes empresas.
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