«Tenía una relación muy cordial. No somos capaces de entender el motivo»

«Mi hija está muy mal, tiene un bebé pequeño y tiene que seguir adelante por él», indicó. La mujer del arrestado negó de forma rotunda que la motivación del crimen sean los problemas por la custodia del bebé de su hija y del fallecido. Ambos estaban en proceso de divorcio y se habían separado hacía pocos días. «Mi hija tiene la custodia del niño hasta que cumpla los dos años y el padre tenía derecho a verlo dos fines de semana al mes, pero ambos tenían muy buena relación, a pesar de la separación, por el hijo. Por eso, habían llegado a un acuerdo, ser coherentes y razonables, para que el hijo pudiera estar con los dos de forma tranquila. Él podía ir a verlo cuando quería».

La mujer del detenido se refería en todo momento a quien era su yerno como «el fallecido». En ningún momento pronunció su nombre mientras comentaba lo ocurrido. Destacó que la buena relación del «fallecido» también la hace extensiva al propio arrestado. «El día del crimen, el pasado lunes, habían quedado juntos. El fallecido se ofreció a llevar a mi marido a casa de un hermano para verlo. Había una relación buena. No sabemos qué pasó. Algo se le pasó por la cabeza, algo raro para cometer esa atrocidad. Nunca habían discutido. Y esta es al verdad».

Hacía apenas ocho días que la hija del camionero jubilado, que continuaba ayer en dependencias policiales, había abandonado la vivienda conyugal, el piso del número 9 de Numa Guilhou donde se perpetró el crimen. «Él iba a ver al niño a mi casa sin problemas, porque mi hija está conmigo», decía. Firmaron hace dos semanas el reparto de la custodia. Hasta enero o febrero no estaba previsto cerrar el proceso de divorcio.

«Para la familia de él es una situación horrible, pero problemas con la custodia del hijo, nada. Este fin de semana le tocaba a él e iba a ir a la que era la vivienda conyugal. Habían quedado en que, para que el niño no sufriera, quedaba con él y hacían vida normal por su hijo», explicó. «Mi marido es una persona tranquila, no es nada violenta, nunca tuvo armas», decía. «Me pongo en la situación de la familia... Y es horrible. Es un hijo, yo soy madre y se te matan a un hijo es muy doloroso».

Luis Salazar Calabuig tenía 41 años y era natural de la población zamorana de Benavente. Se casó hace dos años -desde entonces residía en Mieres- con la hija de su presunto homicida con quien tuvo un niño que ahora tiene diecisiete meses. «Todo lo que tenía de alto lo tenía de bueno», dicen allegados a la víctima. Trabajaba en un concesionario de coches en Oviedo. Era un gran deportista y llegó a jugar en tercera división en el Club Deportivo Benavente.

Su cuerpo sin vida fue encontrado por los agentes del Cuerpo Nacional de Policía, ensangrentado en el suelo de la cocina, poco después de las ocho y media de la mañana del lunes, tras confesar quien todavía era su suegro el crimen en la comisaría del concejo.