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José Luis Iglesias Riopedre, dejando atrás la prisión de Asturias en un Hyundai conducido por su hijo Ernesto. DAMIÁN ARIENZA
Riopedre deja la cárcel 540 días después tras arrepentirse y agravarse su salud

Riopedre deja la cárcel 540 días después tras arrepentirse y agravarse su salud

La jueza le concede la libertad a condición de que no delinca, siga su tratamiento médico y no salga de Asturias sin permiso

RAMÓN MUÑIZ

TABLADIELLO (LLANERA).

Jueves, 1 de abril 2021, 03:41

Con la ropa en el asiento de atrás, acopiada en bolsas de basura, los ojos vidriosos y su hijo Ernesto al volante de un viejo Hyundai. Así dejó ayer José Luis Iglesias Riopedre la cárcel de Asturias, 540 días después de ingresar para cumplir su condena del 'caso Renedo'. La sentencia definitiva le absolvió de fraude y malversación, pero le recriminó prevaricación, cohecho y falsedad en documento público. El relato de hechos de aquella trama de corrupción que anidó en el Principado hasta 2010 estima que como consejero de Educación firmó que se pagaran unas obras no realizadas; el dinero era para retribuir otros trabajos efectivamente ejecutados. Le cayeron cinco años y dos meses de privación de libertad, pena que se le alargaba hasta el 6 de septiembre de 2024. Para que la condena le fuera suspendida y pudiera reencontrarse con la libertad ayer a las 17.15 horas se ha librado una compleja partida jurídica.

La iniciativa la tomó el propio centro penitenciario. Al mes de tenerlo ingresado, el subdirector médico emitió un informe considerando que el reo presentaba una enfermedad grave e incurable, por lo que en aplicación del Reglamento Penitenciario procedía su progresión al tercer grado (conocido como semilibertad). Ese criterio fue avalado por la Junta de Tratamiento del centro y por Instituciones Penitenciarias después. El Fiscal de Vigilancia Penitenciaria, al saberlo, pidió que intervinieran los médicos forenses del Instituto de Medicina Legal. En base a su parecer, recurrió la medida y la jueza de Vigilancia Penitenciaria asumió su criterio.

Pese a los reveses, los responsables sanitarios del centro han insistido en que Iglesias Riopedre tenía que estar fuera y volvieron en dos ocasiones a plantearlo. La última fue el 4 de diciembre y de nuevo, la Fiscalía recurrió la medida. El informe forense que solicitó atribuía a Iglesias Riopedre una «ligera» agravación de su estado de salud, no veía motivos que le impidieran volver a delinquir, y le calculaba una esperanza de vida de hasta cinco años. Podía seguir en la cárcel con salidas puntuales al hospital, dijeron.

La abogada del reo, Anabel Prieto, vio «incoherencias» en ese dictamen. Equivocaba la edad del reo y le reconocía un deterioro de la función cardiaca que, a su juicio, resultaba incompatible con ese pronóstico. Pidió a los médicos forenses que hicieran un informe aclaratorio, gestión que ha resultado clave.

La «aclaración» determinante

En sus nuevas explicaciones, los forenses dejaron de proponer que siguiera en la cárcel. Reconocen que a sus 81 años, tiene insuficiencia cardiaca severa e insuficiencia renal, lo que supone «una evolución progresiva y letal»; aprecia «un empeoramiento del estado psíquico-físico, mayor fragilidad en el estado de salud, deterioro de la calidad de vida». También que tiene «dificultad para realizar actividades instrumentales de la vida diaria, como subir escaleras o agacharse». «En cuanto al pronóstico vital estas patologías presentan una elevada tasa de mortalidad difícilmente predecible», concluyen.

El informe, emitido el 24 de marzo, empezó a abrir la puerta de la celda. Al leerlo, el Fiscal de Vigilancia Penitenciaria optó por desistir de su recurso contra el pase a tercer grado, y comunicó que dejaba de oponerse también a la libertad condicional que por «motivos humanitarios» venía reclamando la abogada del reo.

Además del deterioro en la salud y el cambio de postura de la Fiscalía, la Jueza de Vigilancia Penitenciaria reconoce otra novedad. En febrero la fiscal superior, Esther Fernández, cuestionó que el reo «sigue sin reconocer que cometió un delito» ni mostrar arrepentimiento. Nueve días después de decirlo ante los medios, el Juzgado recibió una carta remitida desde la cárcel. La firmaba Iglesias Riopedre:

«Me dirijo a ustedes con el único fin de pedir perdón por mis errores cometidos en el pasado, cuando ejercía como consejero de Educación, del Gobierno de Asturias. Me reitero que dicho perdón se lo pido a todas las personas que pude perjudicar de un modo u otro, por todo el daño cometido. Mostrar mi arrepentimiento, y no solo a las personas a las que he podido perjudicar, sino, a la sociedad en general. No puedo volver atrás para cambiar las cosas, pero a día de hoy y desde hace ya bastante tiempo, estoy concienciado y seguro que hubiera hecho las cosas de otra manera. Les ruego que me puedan perdonar, y créanme de todo corazón mi verdadero arrepentimiento. No me quiero victimizar al dirigirme a ustedes con estas palabras pero desearía que me concedan que el tiempo que me queda de vida, lo pueda pasar junto a mi esposa e hijos».

El tono y el hecho de que Iglesias Riopedre tenga un solo hijo hicieron que la misiva causara extrañeza entre sus allegados. Sea como fuere, ese gesto, unido a que los médicos del centro le calcularon en octubre entre seis meses y un año de vida, han desembocado en el auto que le suspende la pena y le confiere la libertad condicional. La jueza le pone como obligación la de no delinquir, seguir el tratamiento médico, no cambiar de domicilio ni salir de Asturias sin permiso y presentar informes sobre la evolución de su salud.

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