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ALFONSO ALDEYTURRIAGA | laura mayordomo
Domingo, 9 de septiembre 2018
Llegó la comitiva al Real Sitio de Covadonga con media hora de retraso. Justificado. En Cangas de Onís, los reyes Felipe y Letizia y sus hijas, Leonor y Sofía, se entretuvieron saludando a los abuelos del asilo. Sirvió la espera para afinar voces y lanzar ¡ ... vivas! A la monarquía, al Rey, a la Guardia Civil y a la Policía Nacional. Allí, en Covadonga, cuna del Reino, con banderines de Asturias, España y Europa, un millar de personas aguardaban para ser parte del histórico día, el de celebración de los tres centenarios -el XIII del Reino de Asturias, el I de la Coronación Canónica de la Virgen y el I de la creación del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga- y ser testigos del gran día de Leonor.
La Princesa de Asturias llegó en vehículo propio, con el estandarte azul que eligió como enseña cuando recibió los atributos de heredera de la Corona. Acompañada de la infanta Sofía, descendió del coche y buscó con la mirada a su padre, al Rey; de hecho, no dejó de hacerlo durante prácticamente toda la jornada, para que la guiara. Lo mismo hizo con la Reina. Tímida y sonriente, era consciente de que se la observaba con lupa. Don Felipe, doña Letizia y sus hijas respondieron con saludos a los primeros aplausos y vítores. Tras saludar a las principales autoridades regionales -llamó la atención la corbata verde (acrónimo de Viva el Rey de España) con flores de lys (la de los Borbones) que lució el alcalde de Cangas de Onís, José Manuel González Castro-, la Familia Real se adentró en la Santa Cueva. Fue el momento más íntimo y recogido, y dicen que el que más impactó a la princesa Leonor y a la infanta Sofía. No es de extrañar. La gruta es la gruta. Allí están la Santina -ayer con manto rojo y delantal y rostrillo históricos, confeccionados a partir de un vestido que fue de la reina María Cristina y donó su hijo Alfonso XIII poco después de su muerte- y los restos de don Pelayo -por lo que está catalogada como panteón real-.
«Que María de Covadonga proteja a esta querida Familia Real en un momento decisivo y delicado para España», deseó el arzobispo de Oviedo a los pies de la Santina. Antes, Jesús Sanz Montes tuvo unas palabras dedicadas a Leonor que, a decir verdad, pocos esperaban. Y es que, pese a que se trataba del primer acto oficial de la Princesa de Asturias como heredera al trono, en Zarzuela se anunció en agenda como uno más. Trascendencia histórica, sí; pero intentando darle normalidad a la jornada. «Querida Princesa de Asturias, tengo entendido que es la primera vez que vuestra Alteza tiene un acto institucional fuera de Palacio, coincidiendo con vuestra primera visita a esta tierra asturiana y este lugar de Covadonga en donde la realeza española tiene su cuna en su secular historia», dijo el arzobispo de Oviedo. «Princesa Leonor, esta gente noble y buena de la tierra que en esta mañana os acoge nos sentimos honorados y agradecidos por el regalo de vuestra presencia junto a vuestros padres y vuestra hermana», añadió Jesús Sanz Montes antes de hacerles entrega a don Felipe y doña Letizia de unas medallas conmemorativas del Centenario de la Coronación de la Santina y a la princesa Leonor y la infanta Sofía de otras medallas, de oro amarillo y blanco, con piedras preciosas, de la Virgen de Covadonga, con el reverso de la Cruz de la Victoria. Antes de dar por finalizada la oración, el arzobispo de Oviedo oró para que «la Santina guíe vuestros pasos y que vuestra Alteza crezca sana, sabia, santa y 'guapa' como aquí llamamos a las cosas y personas hermosas». Esa fue, de hecho, la primera de muchas veces que durante el día le gritaron «guapa» a Leonor, quien el 31 de octubre cumplirá 13 años.
Antes de abandonar la Santa Cueva, los Reyes y sus hijas escucharon el himno de Covadonga, interpretado por el gaitero José Ángel Hevia, y se asomaron a la balconada, desde donde se tiene una privilegiada vista.
De ahí a la basílica, los apenas 300 metros que los separan, en coche, lo que desesperó a las cientos de personas que aguardaban desde hacia tres horas para poder ver de cerca a la Familia Real. Así estaba programado, no se improvisó por el retraso inicial. Ya en la misa, oficiada por once obispos, con la princesa Leonor a la derecha del Rey y la infanta Sofía a la izquierda de la Reina en lugar privilegiado, el arzobispo de Oviedo dijo en su homilía que «hoy la Reconquista pasa por otras lizas, y son otros los retos que nos desafían. Son también diferentes los turbantes de hoy ante las cosas que nos turban preocupantemente». Añadió -se entiende que en referencia al conflicto catalán- que «queremos dialogar con todos, como repite el papa Francisco, pero desde una cultura del encuentro que no traicione ni disuelva la propia identidad».
Recordó, a su vez, que Covadonga «no es sólo un referente espiritual de primer nivel, sino también un lugar identitario. Aquí se forjó una historia con sus luces y sus sombras, aciertos y contradicciones, que fue formando una España plural en sus pueblos, muy unida en sus gentes, con un proyecto común que aunó como identidad cultural propia la herencia romana, la fe cristiana y la idiosincrasia de lenguas y lugares que han tejido el rico mapa de nuestra Hispania». Y concluyó dando las gracias al Rey «por su valentía y clarividencia en la defensa de la libertad de nuestros pueblo, de su paz y de su plural convivencia democrática en un Estado de derecho».
A la salida de la basílica, la banda de gaitas Ciudad de Cangas de Onís y su Asturias, Patria Querida animó, y mucho, el ambiente en una jornada en la que la temperatura subía minuto a minuto. Llegaba el momento de cara a cara del pueblo con la Familia Real. Antes de estrechar manos y hacerse fotos, los Reyes y sus hijas saludaron a los presidentes vivos de Asturias, a miembros de la Fundación Princesa de Asturias y presidieron la ofrenda a rey Pelayo. Portaron la corona de laurel Javier Escandón, de 12 años, y Ángela Mori, de 11. Con ellos posó la Familia Real antes de estampar sus firmas en el libro de honor. Esta vez, el trayecto entre la basílica y el Museo de Covadonga lo hicieron a pie. El Rey y la infanta Sofía, por un lado, y la Reina y la princesa Leonor, por otro, saludaron uno a uno a todos los asistentes. No faltaron las fotos, las sonrisas. A todos ellos se les veía felices, en especial a doña Letizia, pendiente en todo momento de Leonor. «¿Estás contenta?», se le preguntó desde una de las tribunas de prensa. «Sí, muy contenta», dijo ruborizada la Princesa de Asturias. Y el Rey, tras la inauguración del Mirador de la Princesa, resaltó que «es un día para la historia».
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