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DAVID SUÁREZ FUENTE
SAN MARTÍN DE LUIÑA.
Jueves, 6 de septiembre 2018, 03:38
Unos minutos antes de las cinco y media de la tarde llegaba a la iglesia parroquial de San Martín de Luiña, en Cudillero, el coche fúnebre con los restos mortales de María Begoña Miranda Herrero, que falleció el pasado lunes, a ... los 55 años, tras chocar el autobús en el que viajaba contra un pilar en Avilés.
Cientos de personas acudieron al sepelio para dar su apoyo a la familia, para estar a su lado en estos duros momentos. Prueba del cariño que quienes la conocieron le profesaban, las numerosas flores que enviaron como testimonio de condolencia, que llenaron dos de los vehículos que componían el cortejo fúnebre.
Su viudo y sus tres hijos, rotos de dolor, recibían palabras de afecto de los asistentes al funeral de María Begoña.
«Era una vecina ejemplar». Era una de las frases con la que quienes fueron sus vecinos definían ayer a esta mujer, que iba en el autobús hacia Gijón para cuidar del que era su único nieto. Pocos eran quienes no tenían los ojos marcados por el llanto. Pañuelo en mano, recordaban a María Begoña con cariño.
El funeral fue oficiado por el párroco Antonio Fernández, quien agradeció en nombre de la familia la presencia a todos aquellos que acudieron. Pero el dolor era tan intenso que más de uno no lo pudo soportar. Y varias personas tuvieron que salir de la iglesia, incapaces de contener sus lágrimas.
Estos sentimiento se intensificaron aún más tras el oficio religioso. A la salida del templo, solo los llantos rompían el silencio de los cientos de personas que no terminan de creerse que un accidente de tráfico se haya llevado de sus vidas a María Begoña.
En el pueblo en el que nació y del que nunca se desvinculó, destacaban la personalidad de esta mujer, que centró su vida en el cuidado de su familia después de haber trabajado «en el bar El Rosal de manera temporal», recordaba una vecina de San Martín de Luiña. «También limpiaba diferentes viviendas, aunque siempre estuvo dedicada a lo que más quería, su familia».
El accidente ha dejado una profunda huella entre los vecinos de Soto del Barco, donde residía, quienes ayer también acudían al funeral para despedirla. «Es una tragedia muy grande», acertaban a decir sobre una mujer que, además, había superado un cáncer.
En San Martín de Luiña la calificaron como «una mujer demasiado buena, podría ponerte mil y un calificativos de lo buena que era», decía una de sus vecinas, quien recordó que la familia de María Begoña era muy apreciada en San Martín de Luiña, donde acudía con frecuencia y participaban cada año en las fiestas parroquiales con toda la familia. Sus hijos, de hecho, colaboran en la organización de diferentes actividades culturales y deportivas. Ayer, los tres, tratando de sobreponerse al intenso dolor, portaron el féretro al término del funeral, antes de que recibiera cristiana sepultura en el cementerio local.
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