MIGUEL ROJO
GIJÓN.
Miércoles, 15 de junio 2022, 01:51
Besó el Papa Juan Pablo II suelo asturiano el 20 de agosto de 1989, después de una larga espera y de mucho trabajo oculto, callado, para que el Pontífice viajero hiciese una pequeña escala en la región. Fueron 30 horas que se quedarán para siempre ... grabadas en la memoria colectiva de los asturianos y en las páginas de los libros de Historia. Y fue don Gabino Díaz Merchán quien más trabajó para que esa visita se produjese.
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Cuando en 1982 visitó Wojtyla por primera vez España, Asturias se quedó fuera del itinerario, pero en 1988 se dio a conocer que vendría a Santiago de Compostela. Gabino Díaz Merchán, que en la primera visita era presidente de la Conferencia Episcopal, había dejado entonces en manos de otros la organización del viaje, y no presionó en aquella primera ocasión para que viniese a Asturias. Pero no le volvería a pasar lo mismo. Con monseñor Suquía en la Conferencia Episcopal y Merchán ya como arzobispo de Oviedo, el primero le animó a solicitar la presencia papal en el Principado. Y Merchán se puso manos a la obra. Tras la petición inicial y las conversaciones iniciales, poco después viajaría a Covadonga el cardenal Tucci, el jesuita que organizaba los viajes del Papa, con otro cardenal, invitados por Merchán. Cuando llegaron al Real Sitio, la niebla cubría el valle, no se veía nada. Ninguno de los dos invitados estaba muy por la labor de que se visitase Covadonga. Pero al salir de la Santa Cueva, pensativos, el cielo se abrió de repente y el sol iluminó el verde de las montañas asturianas, dejando ver un cielo azul precioso, con la Basílica en lo alto. En aquel momento, el cardenal se enamoró del lugar y la visita al Real Sitio quedó cerrada.
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C. AMADO EN ESTA INFORMACIÓN HAN COLABORADO M. VARELA, C. BERNAL, Á. RODRÍGUEZ, A. FUENTE, M. MORO Y R. AGUDÍN
De ahí en adelante, muchas complicaciones. Se pensó en que durmiese el Papa en el Hotel Pelayo, pero él quería hacerlo en alguna casa de la Iglesia. La Casa de Ejercicios, de los años 50, andaba reformándose, porque estaba en mal estado, así que se aceleró el proceso. No se acabaron los arreglos hasta segundos antes de que el Papa entrase por la puerta.
Aquella noche, el Papa durmió en una cama de madera que era la misma en la que había dormido la reina Isabel II en su visita a Covadonga, y también el cardenal Roncalli, que después llegaría a ser Juan XXIII. El Papa había llegado tarde a Covadonga tras el acto de La Morgal. Y llegó bastante enfermo, apenas se tenía en pie. Saludó a su llegada, oyó cantar al coro, ceno frugalmente y se retiró a descansar. Tras dormir tres o cuatro horas, se levantó como nuevo, resplandeciente. Era la segunda ayuda de la Santina para que todo saliese bien. Después, llegarían la oración en la Santa Cueva -siempre con Merchán como guía-, los actos oficiales, el paseo por los Lagos y su marcha. Siempre a su lado, la visita dejó imágenes inolvidables. Gabino Díaz Merchán hizo realidad el ansiado sueño de que un Papa visitase la cuna de la Reconquista. Misión cumplida.
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