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BELÉN G. HIDALGO
ALLANDE.
Miércoles, 18 de octubre 2017, 10:28
Las llamas se apagan al mismo tiempo que se aviva la necesidad de esclarecer qué detonó los incendios que mantuvieron en vilo a la región. Se ha puesto en marcha ya una investigación a cargo de la Guardia Civil, con inspecciones oculares de las ... zonas afectadas. Además, se han abierto líneas de investigación para identificar y detener a los culpables. Al frente del dispositivo estará la comandancia de Oviedo, con el teniente del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona), que contará con la colaboración de todos los puestos. Se trata de un amplio dispositivo especial puesto en marcha por la Guardia Civil con el único objetivo de perseguir a quienes prendieron fuego a la región.
En Asturias aún se registran siete incendios -todos controlados- en cuatro concejos: Allande (Corondeño y Santiellos), Cangas del Narcea (Llamas de Mouro y Naviego), Ibias (Serorio y Morentán) y Tineo (Rellanos).
Con todo, ayer se empezaba a regresar a las rutinas diarias en las zonas afectadas. Los 23 centros educativos del suroccidente y el Hospital Carmen y Severo Ochoa, de Cangas del Narcea, recuperaban la normalidad tras una jornada, la del lunes, marcada por la intensa humareda, que obligó a suspender las clases y las intervenciones quirúrgicas programadas para el lunes.
El Gobierno regional ha rebajado el plan Infopa a situación 0, de vigilancia y seguimiento, pero mantiene prohibidas todas las quemas y el índice de riesgo de incendios forestales en el nivel 5, el máximo posible.
Mientras se investiga cómo se originó la devastadora oleada de incendios, los vecinos del suroccidente tratan de regresar a su día a día aún con el susto en el cuerpo. Amanecía lloviendo, a ritmo pausado. El agua llegó como un bálsamo, calmó la ferocidad de las llamas y apaciguó el desánimo de los vecinos, que revisban desolados el rastro de hectáreas calcinadas que les rodea.
«No sé si quiero que despeje la niebla y ver cómo ha quedado todo», decía Iván Fernández, de San Salvador del Valledor, un pueblo cercado por las llamas que amenazaron con llevarse por delante una cuadra y una vivienda en este pueblo allandés. Lograron evitar las llamas con la ayuda de la Unidad Militar de Emergencia. «Los militares nos salvaron la vida. Fue impresionante. Estuvimos sin luz, sin teléfono... Intentas serenarte, pero no es fácil. Hay que vivirlo», cuenta Celso Villanueva, un apicultor del mismo pueblo que sigue calculando los daños sufridos en sus colmenares.
«Pasamos 'muita medrana'», decía Vidalina Canto, una octogenaria vecina de Corondeño, mientras recorría el pueblo posando sus ojos azul cielo sobre las laderas achicharradas por las llamas. «Nunca vi cosa igual», incidía. Su hijo y su nuera pasaron la noche del domingo en vela, guardando el ganado y ahuyentando el fuego para que no se aproximase a los rollos del silo. Gracias a la solidaridad y unión de los vecinos, las llamas afectaron únicamente al tejado de una vivienda.
En La Viliella, Larón y Gillón (Cangas del Narcea) las 53 vecinos desalojadas el domingo despertaban de nuevo en sus casas.
Mientras, en el Pozo de las Mujeres Muertas, los efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) se retiraban del puesto de mando. A su alrededor, un manto negro tizón teñia las laderas arropadas por la niebla.
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