Políticos, sindicalistas, representantes de todos los ámbitos sociales… Pero también muchas religiosas, sacerdotes y fieles. La variedad de las muchas personas que han pasado durante la mañana por la capilla ardiente de Gabino Díaz Merchán, en el Palacio Episcopal de Oviedo, es un ejemplo ... más de lo que ha supuesto y supone su figura para la Iglesia y la sociedad asturiana. Protegido por la Santina, el cuerpo de Díaz Merchán ha sido velado por muchos asturianos y, sobre todo, por su familia. Por su cuñado, Luis Romero, que a sus 93 años ha llegado de Madrid junto a algunos de sus hijos. El arzobispo emérito de Oviedo tenía cinco sobrinos: Gabino, Javier, María Paz (que ha estado acompañada de su marido, José María), Begoña y Luis. Con todos ellos mantenía un trato cercano y hoy sonreían al recordar sus veranos juntos.
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Era su familia de sangre. La otra, la religiosa, tampoco ha faltado. Parroquias de varios puntos de Asturias (también la de Mora, en Toledo) han enviado flores y condolencias. Órdenes religiosas y movimientos laicos de la iglesia han mostrado su pesar de una u otra forma: la Institución Teresiana, las Hijas de la Caridad de la Cocina Económica, Acción Católica, Cáritas… Y entre todas las flores, un centro de rosas rojas de Adrián Barbón, quien ha dejado por escrito la «gratitud del pueblo asturiano». Lo ha hecho en el mismo libro de condolencias en el que alguien ha dejado este mensaje: «Enxamás t'escaeceremos. El arzobispu roxu». Como las rosas enviadas por Adrián Barbón.
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El presidente del Principado ha dado el pésame a la familia de «don Gabino», siempre el 'don' por delante, y también al arzobispo Jesús Sanz Montes, anfitrión durante toda la mañana, recibiendo a todos los representantes de los partidos políticos. Ha hablado Barbón del «arzobispo de la concordia», de este «asturiano más» aunque nacido en Toledo, que «quiso morir aquí». Ha hablado, al fin, de «una persona buena», con esa bondad que «tanto necesitamos en todos los ámbitos». Ha reconocido Barbón lo que todo el mundo destacaba hoy, que la figura de Díaz Merchán ha conseguido poner de acuerdo en alabanzas y elogios a tantos y tantos, «con independencia del credo, las creencias, las ideologías o la forma de vida».
María Jesús Inclán y María Ángeles García, dos fieles, destacaban también el importante papel de un «hombre bueno que supo querer y comprende a los asturianos». Como Manuel Arrondo, otro fiel de la diócesis de Oviedo, que hablaba de esa misma cualidad, de la «bondad». Y también esa otra que todo el que habla de Merchán menciona, el diálogo. Y si hay alguien ejemplo de ese diálogo que el arzobispo podía mantener y llevar a buen término es Manuel Sánchez Terán, protagonista de aquella histórica foto en la que Díaz Merchán sostenía un gomeru, reunido con trabajadores de Duro Felguera encerrados en la Catedral. Sánchez Terán también ha estado en el Palacio Episcopal esta mañana. «El colectivo de despedidos de Duro Felguera. Siempre con nosotros», han dejado plasmado en el libro de condolencias.
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En ese libro han firmado sacerdotes que fueron ordenados por Díaz Merchán, ciudadanos que fueron confirmados por él, parroquianos que en algún momento recibieron su ayuda. Fieles que le han agradecido «su gran lección de vida y compromiso», haber sido «pastor y amigo» y «obispo santo». Palabras de agradecimiento que han expresado durante la mañana también la delegada del Gobierno, Delia Losa; la diputada de Izquierda Unida Ángela Vallina; el portavoz de Foro, Adrián Pumares; el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli; la jefa superior de la Policía Nacional en Asturias, María Luisa Benvenuty; la presidenta del PP, Teresa Mallada;José María Figaredo, de Vox; la portavoz de Somos Oviedo, Ana Taboada…
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«La Iglesia tendría que tener más Gabinos», ha plasmado alguien en sus condolencias. «Un ejemplo a seguir, siempre al lado de los más débiles, de los mineros, obreros», añadía. Esa es, ha dicho el presidente del Principado, «como creyente», la Iglesia en la que él cree, «una Iglesia social, cercana a los pobres, a los trabajadores y a las realidades sociales». También de esa «doctrina social» ha hablado Adrián Pumares, de Foro, quien no ha dudado en afirmar que don Gabino es «historia y una persona irrepetible».
Cuando se aceraban las dos de la tarde, hora de cerrar la primera parte de la capilla, la abandonaban dos discretas mujeres que han acompañado el cuerpo del arzobispo emérito casi toda la mañana. Sor Encarna y Sor Manuela, Franciscanas del Buen Consejo, del seminario de Oviedo, despedían a quien conocieron «el día que puso su primer pie en Asturias». A un hombre «sencillo, de gran bondad, cercano, que no hacía distinciones». A alguien que supo «manejar tiempos muy duros» y de quien, entre emoción y sonrisas, recordaban anécdotas que daban buena cuenta del fino humor de Díaz Merchán.
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