EDUARDO PANEQUE
GIJÓN.
Miércoles, 26 de enero 2022, 03:46
Que el asunto de la oficialidad divide a la militancia de Foro no es algo que haya surgido ayer. Más bien, lo que ha hecho este proceso de reforma estatutaria ha sido volver a sacarlo a luz. En su corta historia se ha abordado el ... asunto con mayor o menor ímpetu. Estuvo en la hoja de ruta de sus inicios, condicionado a que hubiera un consenso social mayoritario detrás, desapareció después y, con la refundación de la que aún no hace un año, parecía que se había vuelto a una apuesta firme por ello.
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Ninguno de sus cargos electos actuales se manifiesta públicamente contra el asturiano. Lo máximo que se puede encontrar son declaraciones diciendo que no es el momento o que las prioridades en Asturias van por otro sitio. Ahí está el alcalde de Salas, por ejemplo, que decía a las claras hace unas semanas que «soy respetuoso con todas las opiniones, pero entiendo que ahora mismo no es el momento. Los gobiernos intentan despistar con asuntos que entiendo que son menores». Pero el peso de algunos de los fichajes asturianistas de Carmen Moriyón en noviembre de 2019, como José Suárez Arias-Cachero, 'Felechosa', sirvió para ahondar en esa fractura.
Ante esta negociación, el partido ha llegado con la etiqueta de 'imprescindible'. Así se lo hicieron ver los partidos que suman 26 votos -PSOE, Podemos e IU-, y que buscaban desesperadamente el número 27 necesario para sacar adelante la reforma. «El disputado voto del Señor Cayo», llegó a usar el presidente regional para referirse a Adrián Pumares, citando la novela de Miguel Delibes.
Pero, ya desde ese momento, los asturianistas, y los que no lo son, en Foro empezaron a mostrar disensiones en la estrategia a seguir. Lo del lunes pasado, cuando las negociaciones han fracasado, ha devuelto ese enfrentamiento al primer plano. Mientras desde ese sector que sí quiere sacar adelante la oficialidad se insiste en que es posible si se dejan correr una semanas, fuentes de la dirección forista dan por zanjado esta negociación y descartan cualquier posibilidad de acuerdo.
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Adrián Pumares, portavoz y secretario general de la formación, decía el lunes que no asume el calendario que establecen los socialistas y que tiene como caducidad el 31 de enero para firmar un acuerdo. Y a ese argumento se aferra el sector de Foro que cree que todavía es posible encontrar una salida. Ahora mismo su estrategia es enfriar los ánimos para volver a llevar a la Comisión Directiva una propuesta que pueda venderse ante sus votantes. Se cree que un partido que presume de un ADN regionalista, tiene que hacer valer esta condición, si cabe, más que los demás.
La cuestión es si este cálculo sirve en todo el territorio donde Foro aspira a retener o reconquistar el poder local. Ahí está lo dicho por el alcalde de Salas, o las reticencias que se trasladan desde la organización en Gijón. El votante que se perdió en esta ciudad en 2019 no se cree, según los cálculos, que se recuperará a base de la aprobación de la oficialidad, sino de mantenerse firme en otras cuestiones. Precisamente en Gijón, las reticencias fueron más claras. Sus líderes locales establecieron unas líneas rojas que Pumares nunca puso desde la tribuna de la Junta General. También, posteriormente, fueron los que rompieron la baraja -en ese caso fue con la negociación presupuestaria- a cuenta de la licitación desierta del hospital de Cabueñes. Y después está también su diputado nacional, Isidro Martínez Oblanca. «Sería partidario de que mi partido preguntase a los afiliados qué opina de esta cuestión y en función del resultado vemos si el consenso va hacia adelante o no».
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Con ese contexto, el lunes se intentó una vía prácticamente 'in extremis' que no llegó a ninguna parte. Podemos planteó la posibilidad de que se estudiase la propuesta de fiscalidad en una comisión en la Junta y, mientras, eso permitiese desencallar la oficialidad y tirar para adelante con el Estatuto. En la dirección de Foro se cree que esto no lleva a ninguna parte por dos motivos: la suma de la izquierda llegará a la misma conclusión dentro de unos meses en las conclusiones de esa comisión y, además, se daría entrada a otros partidos de derechas, como el PP y Ciudadanos, que podría llevar el debate a su terreno y ser lo que salieran beneficiados indirectamente con esa estrategia.
Lo único que parecen compartir todas las familias foristas, asturianistas y no, es que la oficialidad no debe ser obligatoria en ninguna esfera social. Bajo esa premisa, se consiguió que las tres fuerzas de izquierdas aceptaran la propuesta de que se hicieran necesarios los tres quintos de la Junta para aprobar la ley que desarrolle posteriormente el modelo de oficialidad. Ahora, lo que piden los asturianistas, es que la izquierda haga algún guiño de oficialidad, por pequeño que sea, que les sirva para reabrir el debate en la Comisión Directiva. Por ejemplo, señalan, que hagan algún gesto sobre el impuesto de sucesiones, aunque este siga quedando lejos de su propuesta.
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