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Gijón
Miércoles, 7 de febrero 2024, 00:30
«Desconcierto», «preocupación» y, en algunos casos, «enfado». Los sectores sociales y culturales de la región han recibido con cautela la decisión de Adrián Barbón de fusionar en una macroconsejería la actual Consejería de Derechos Sociales y Bienestar con la aún Viceconsejería de Cultura, Política ... Llingüística y Deporte. A las entidades especializadas en dependencia, discapacidad, infancia, mayores o colectivos vulnerables y al mundo cultural asturiano, la fusión de estas áreas de gobierno les genera inquietud, porque nada tienen que ver entre sí y porque se trata de asuntos de importante calado como para juntarlos en una única consejería. Eso sí, tanto en el llamado tercer sector como en el cultural elogian la «valía, trabajo y esfuerzo» de quien liderará la macroconsejería a partir de ahora: Vanessa Gutiérrez.
Mayra Fernández, presidenta de EscenAsturias, así como todos los consultados por EL COMERCIO, no duda de la capacidad de trabajo de Vanessa Gutiérrez, pero reconoce que «nos genera incertidumbre que se cree una consejería tan grande que trata temas tan importantes». Asegura que sintieron también «mucho desconcierto» cuando se formó el Gobierno regional y vieron que el área de Cultura quedaba relegada a viceconsejería. «Aquello nos sorprendió, pero es cierto que la figura de Vanessa fue acogida con bastante cariño por el sector cultural», reconoce. «Es una persona muy accesible, que escucha nuestras demandas y nos dio mucha tranquilidad que estuviera ella», prosigue.
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Ahora, este nuevo cambio en la organización les hace temer que se preste poca atención a sus necesidades. «Los Derechos Sociales son asuntos que pueden llegar a absorber mucho. Estamos acostumbrados a que la cultura se relegue siempre a un segundo o tercer plano», afirma Fernández. Sí valora que el presidente Adrián Barbón «se haya dado cuenta de que fue un error no crear una consejería en la que la cultura tuviera peso».
Algo parecido opina Luis Pascual, presidente del Ateneo Obrero, para quien sería «más lógico dividir la macroconsejería en dos diferentes». Igualmente, él aplaude que la cultura tenga «el rango de consejería», aunque insiste en que debería ser «independiente». Lo cree así «no porque Vanessa no tenga la capacidad suficiente, sino porque las competencias son muy diferentes y deberían tener a dos personas al frente».
A pesar de todo, Pascual reconoce «la valía de Gutiérrez, su trabajo y su esfuerzo». Con él está de acuerdo el presidente de la Asociación de Libreros, Rafa Gutiérrez Testón, quien hace gala de su «confianza absoluta» en Gutiérrez, a quien define como «una persona muy capaz, con inquietud por el sector cultural».
Asimismo, él cree que esta reorganización puede servir «para integrar cultura y derechos sociales, que no están tan alejados un ámbito del otro». Piensa, por ejemplo, en «trabajar a través de la cultura la atención a los mayores o la soledad no deseada».
Esa fe en Vanessa Gutiérrez la siente también Esther García, la presidenta de la Asociación de Escritores. Ella cree que la nueva consejera es «una persona sensible, con gran capacidad de trabajo y entrega en todo lo que emprende», apunta. «Ya demostró su valía y su buen hacer en el campo de la llingua y cultura asturianas y como gestora en la anterior legislatura».
Y si la cultura aplaude a Vanessa Gutiérrez, los colectivos sociales asturianos lo hacen con Melania Álvarez. Muy emocionada, Casilda Sabín, gerente de Plena Inclusión, plataforma que une a más de treinta entidades de discapacidad, reconoce «el trabajo que ha hecho, cómo ha agilizado las listas de espera y las políticas puestas en marcha con el sector».
Habla ella de «perplejidad y preocupación», como también lo hace la presidenta de Cocemfe en Asturias, Mónica Oviedo. «Está todo el sector preocupado», aseguró, para mostrar su incomprensión ante la fusión de Derechos Sociales con Cultura: «No lo entiendo».
Porque desde 1999, en que Asturias creó, por primera vez, una Consejería de Servicios Sociales, el departamento siempre ha ido a más en gestión de asuntos que afectan directamente al ciudadano, como el salario social, desde 2005, y la Ley de la Dependencia, desde 2007. En todo ese tiempo, los colectivos reclamaban continuidad en los equipos, «algo que habíamos logrado ahora».
Javier Vicente, presidente de la Plataforma de Infancia, cree que «no es acertado, Derechos Sociales no es un comodín». Una idea que también traslada Víctor García, de la Plataforma del Tercer Sector: «Tememos que Derechos Sociales quede diluido».
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