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GLORIA POMARADA
SOTRES.
Sábado, 10 de febrero 2018, 02:44
En la carretera que da acceso al pueblo de Sotres, en Cabrales, se vivieron ayer más de seis horas «de angustia». Así lo relataron sus protagonistas, que quedaron atrapados en sus coches desde las once de la mañana hasta las cinco y media de la tarde, cuando la quitanieves logró abrir paso entre los neveros. «Me puse muy nerviosa, tenía miedo de que quedáramos allí toda la noche», relató Ailsa Carbajal, que se encontraba bajando de Sotres para hacer la compra cuando se vio sorprendida por los aludes. Ayer se registraron una decena de desprendimientos. «Cayeron dos aludes delante de nosotros por la mañana. La pala pudo abrir, pero un poco más abajo hubo otro. Fue todo el día un abrir y cerrar», explicó Jessica López, quien detalla que «cuando la quitanieves conseguía despejar un tramo volvía a caer otro nevero».
Las tareas se vieron además dificultadas por una avería en la turbina de las quitanieves, lo que retrasó la apertura de la carretera. «Alguan vez nos pasó estar una o dos horas, pero nunca cinco», señaló López. Como ella, otras nueve personas se vieron afectadas por los desprendimientos, todos ellos a la altura del kilómetro 15.
El tramo de carretera coincide con los puntos donde deberían ir colocadas las viseras antialudes, un compromiso que había alcanzado el Principado y que se retrasa desde hace más de medio año a la espera de un estudio de impacto ambiental. No obstante, la reivindicación de esos mecanismos de protección se demandan en el pueblo cabraliego desde hace un cuarto de siglo, fecha en la que una mujer falleció a causa de un alud en esa misma zona. Los residentes de Sotres recuerdan que las labores de retirada comprometen también la seguridad de los trabajadores de la quitanieves. «Están quitándolo como pueden y un nevero es un segundo, corren un gran riesgo estando ahí y encima la maquinaria averiándose cada dos por tres, no hay derecho a que los tengan así», denunció Kaelia Cotera.
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El de Sotres no fue el único corte de carretera registrado en la comarca oriental. En la carretera de los Beyos, en Ponga, dos aludes desprendidos poco antes de las tres de la tarde mantuvo atrapada a una persona que se había desplazado al lugar por motivos de trabajo. «Bajó justo delante de mí, paré en seco y no sabía qué hacer», relató. El primer nevero, de unos veinte metros de extensión, se registró a la altura del kilómetro 36 de la N-625 y el segundo apenas a medio metro.
Pasadas las seis de la tarde, la maquinaria consiguió acceder a la zona para proceder a la limpieza del vial, que quedó abierto a la circulación tras estas labores de adecuación. Se da la circunstancia de que el día anterior ya se había producido un alud en ese mismo entorno. En ese caso, el desprendimiento de nieve cortó la carretera N-625, entre Vidosa y La Huera, e impidió el paso en el desfiladero de los Beyos.
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