No cabe duda. Una de las claves del juicio contra Senén Fernández, acusado de asesinar a su exmujer, Teresa Aladro, es probar si el fallecimiento se produjo de forma violenta, como aseguran las acusaciones, o de forma fortuita, al querer la víctima evitar que ... su exmarido se suicidase, como sostiene la defensa. Las partes han realizado peticiones de pena muy diferentes. El agresor podría ser condenado por asesinato, con peticiones que van de los 17 a los 37 años de cárcel. Mientras que de aceptar la calificación de homicidio imprudente, como solicita la defensa, la pena se reduciría a un año.
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Decantar la balanza hacia uno de las dos posibilidades se centra, según las declaraciones realizadas en la mañana de ayer en la cuarta sesión del juicio por la muerte de María Teresa Aladro, en determinar si fue una muerte violenta o, como intenta argumentar la defensa, un «desgraciado accidente».
Los diferentes informes encargados o realizados por las partes –la Guardia Civil, las forenses y el experto de la defensa– es lo que tratan de determinar.
Todos ellos se centran en la posición del agresor y, de forma especial, en el segundo disparo. Tiro que la defensa cree que fue «fortuito» a pesar de que el agresor tuvo que cambiar de gatillo, ya que el arma cuenta con dos cañones y otros tantos gatillos; cada uno dispara una bala por separado.
El informe de la Guardia Civil desmonta por completo la versión de Senén Fernández. Según su reconstrucción de los hechos, el acusado accedió a la casa de su exmujer con la escopeta ya cargada. Teresa Aladro estaba tumbada en su habitación, probablemente durmiendo dado que eran las cuatro menos diez de la madrugada.
Ella se incorporó y quedaron uno frente al otro. El agresor, según este informe, realizó el primer disparo, «que sale del cuerpo ligeramente torcido y choca contra el cabecero de la cama». El proyectil se fragmentó con el golpe y fue localizado en el suelo debajo de la cama. Señala también esta reconstrucción que «el arma estaba ligeramente inclinada», estando el cañón de la misma «un poquito elevado».
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El segundo de los disparos se realizó «sin moverse del sitio, pero acercando hacia la víctima ligeramente el cañón». En esta ocasión, el proyectil tras salir por la parte delantera, a la altura del hombro, quedó intacto, al no chocar contra nada «sólido». Después, la Guardia Civil lo encontró en la almohada, sobre la cama.
Se explica además en esta reconstrucción que el arma tiene retroceso, lo que hace que se separe el dedo del disparador y para efectuar la segunda detonación haya que volver a colocar un dedo en el segundo gatillo. Resultaría, por tanto, inverosímil que esto se hiciera de forma inconsciente por el retroceso del arma.
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Marta Varela
La cuarta sesión en la Audiencia Provincial incluyó un cara a cara entre los especialistas que han realizado los informes técnicos periciales sobre balística. Los guardias civiles de la Unidad de Balística de Castilla y León y el experto contratado por la defensa de Senén Fernández.
Quedaron patentes las diferencias existentes entre las dos versiones, siendo reseñable fundamentalmente la posición de los dos protagonistas en el momento de los disparos. La Guardia Civil considera probado que ambos estaban de pie.
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Marta Varela
Respecto a los dos disparos, los informes de la Guardia Civil del servicio de Balística concluyen que «para disparar por segunda vez hay que sacar el dedo del primer gatillo y meterlo en el segundo». Ven inviable que se haya producido de manera fortuita, como sostiene la defensa.
La recreación de la Guardia Civil demuestra que los dos disparos se efectuaron a menos de 60 centímetros del cuerpo de María Teresa Aladro, con los cañones enfocados hacia ella, quien no tuvo oportunidad de defenderse en ningún momento; y se hicieron, además, cambiando la posición de la mano, concretamente del dedo pulgar, de un gatillo al otro para poder efectuar el segundo de los tiros. Concluyen que la versión de la defensa es «inviable».
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El fallecimiento de la lavianesa María Teresa Aladro «siempre se consideró una muerte violenta de carácter homicida». Así lo manifestaron ayer las forenses que testificaron en la cuarta sesión del juicio en el que el exmarido de la víctima está acusado de su asesinato, tras dispararle dos veces con una escopeta histórica.
Las forenses fueron claras en sus aseveraciones. Achacan el fallecimiento al primer disparo, que fue realizado estando agresor y víctima uno frente al otra y propicio que María Teresa Aladro se desangrase. La bala le destrozó el hígado produciéndole, de inmediato, «una explosión hepática». Incidieron las expertas en que se trata de «una lesión incompatible con la vida».
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Además, en su trayectoria la bala le dañó uno de sus pulmones y el corazón, ya que tras rebotar después de dar en las vértebras lumbares, el proyectil cambio la dirección inicial, siempre en sentido ascendente.
Remarcaron que la víctima «tras el primer disparo, no tiene opciones de moverse». Se encontraba en un espacio reducido de unos 40 centímetros, entre su cama y el armario, y comenzó a desangrarse. Su cuerpo se giró, y «ya cayendo», al tiempo que se produjo el segundo de los disparos, que la alcanzó por la espalda con una trayectoria ascendente de derecha a izquierda.
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En la madrugada del 20 de mayo de 2021, en torno a las cuatro menos diez de la madrugada Senén Fernández efectuó dos disparos, la primera detonación fue realizada a unos 40 o 60 centímetros. Y resultó mortal.
El segundo disparo se produjo más cerca, a unos 40 centímetros, por la espalda, cuando ella se desplomaba hacia el suelo y no tenía posibilidad de reaccionar de ninguna manera al estar técnicamente muerta, según las forenses.
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Confirmaron que no se estableció ningún tipo de contacto entre la fallecida y su agresor. Explicando que si en algún momento María Teresa hubiese agarrado el arma, como sostiene la defensa, «tendría restos en manos o brazos», como gases de la explosión o granos de pólvora. Y se hubiese producido algún tipo de quemadura que no fue localizada. Explicaciones coincidentes con las aportadas el tercer día del juicio, por una de los agentes del servicios de criminalística de Gijón, que participó en la investigación del crimen.
A lo que añadieron las forenses que si bien era inconcebible que estuviese sujetando el arma durante el primer disparo, «se descarta que pudiese seguir haciéndolo durante el segundo», ya que tendría que tener fuerza para ello; recordaron además que se estaba desangrando.
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Reconocieron que en un primer informe preliminar se creyó que los dos disparos habían sido realizados por la espalda. Los análisis químicos realizados después recompusieron la distribución de los cuatro orificios dos de entrada y dos salida, que se habrían producido, según estudios posteriores, con una trayectoria diagonal.
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