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Adela Cortina Filósofa "La globalización la gobiernan unas cuantas empresas poderosas"

¿Aumentarán aún más los nacionalismos y las desigualdades? La brillante filósofa Adela Cortina, que introdujo en el pensamiento contemporáneo el concepto de aporofobia (‘fobia al pobre’), nos ayuda a anticipar los retos del mundo pospandemia, en el que será clave, dice, una gobernanza global.

Viernes, 08 de Octubre 2021

Tiempo de lectura: 5 min

Elijamos unir el poder de los mercados con la autoridad de los ideales universales. Elijamos reconciliar las fuerzas creadoras de la empresa privada con las necesidades de los menos aventajados. A la filósofa Adela Cortina (Valencia, 74 años) le emociona recordar estas palabras de Kofi Annan, antiguo secretario general de la ONU. Las pronunció hace más de veinte años, pero Cortina considera que nunca han estado tan de actualidad.

La catedrática de Ética y directora de la Fundación Étnor, una de las mentes que más agudamente han reflexionado sobre las repercusiones sociales de las decisiones de las empresas, considera que la pandemia ofrece una oportunidad única: impulsar una auténtica gobernanza global que no dependa de los intereses de unos pocos países y corporaciones. Esto ayudaría a la recuperación económica y a recobrar la confianza en las instituciones democráticas.

XL. Cuesta saber cómo nos acostumbraremos a este nuevo mundo pospandemia…

A.C. Habrá un mundo ‘pos-esta pandemia’. Pero seguirá habiendo patógenos y hemos de aprender a estar preparados. Todos los países deben tener un mínimo de reservas estratégicas para hacer frente a estas situaciones. No podemos depender del exterior.

XL. ¿Estamos ante el principio del fin de la globalización?

A.C. No lo creo. Hay que mejorar algunos aspectos para generar más igualdad y ayudar a los más vulnerables. Pero la globalización nos permite estar en cualquier lugar del planeta en tiempo real gracias a la conectividad. Esto ha permitido que durante la pandemia continuasen las clases, las reuniones de trabajo… El mundo se hubiera congelado de no ser global. Cerrar fronteras solo se justifica en una situación de emergencia como esta. Pero los inconvenientes de la globalización no se solucionan volviendo a un nacionalismo pacato. Los problemas de la globalización vienen de quien la gobierna.

XL. ¿Y quién lo hace?

A.C. Ahora son unas cuantas grandes corporaciones las que dirigen la globalización. Empresas poderosas que solo buscan su propio beneficio. Por eso hay que trabajar para que haya una gobernanza global.

XL. Ahí están la ONU, la OMS…

A.C. La ONU es un buen organismo, pero son unos pocos países los que toman las decisiones y algunos tienen derecho a veto. Hay que ir un paso más allá. Me refiero a hacerlas globales de verdad, con todas las consecuencias. Que no sean las naciones las que manden sobre ellas, sino que tengan autonomía.

XL. Es todo un salto mental…

A.C. Pero hay gente trabajando en ello. Es el futuro. Un mundo global necesita una gobernanza global. No que unas naciones decidan por encima de otras.

XL. Sin embargo, también vemos una tendencia muy fuerte en sentido contrario, hacia lo que se ha llamado ‘nacionalismo estratégico’. El cierre de fronteras o incluso el brexit son dos ejemplos. ¿No cree que muchos optarán por la independencia frente a la interdependencia?

A.C. El nacionalismo estratégico no opta por la independencia. Hay una confusión ahí. De lo que se trata es de que cada país tenga unas reservas para no depender de otros. En especial, de China; o de la India, que es el mayor proveedor de medicamentos genéricos del mundo, y que al principio de la pandemia decidió restringir las exportaciones de una docena de principios activos de fármacos; entre ellos, el paracetamol. Pero eso no es nacionalismo, es necesidad de supervivencia. Y es una actitud legítima, de prudencia.

XL. ¿Y el nacionalismo, entonces?

A.C. El que me preocupa es el que subyace en el eslogan «América primero» (o «España primero»). Eso es un retroceso.

XL. Dicen que en las crisis siempre surgen oportunidades, ¿vislumbra alguna?

A.C. Tenemos una oportunidad de relanzar la España vacía. Algunos, huyendo de la peste, como sucedió en el Decamerón, de Boccaccio, se han ido al pueblo y han decidido quedarse y trabajar desde allí. Si la España vacía se va llenando de gente, les harán más caso.

XL. Dentro de las ciudades son los barrios con menos recursos los que se han llevado el peor golpe, tanto sanitario como económico…

A.C. No sé si seremos capaces de construir una sociedad sin aporofobia, sin fobia al pobre. El ser humano, casi por instinto, intenta relacionarse solo con aquellos que le van a reportar algún beneficio y deja de lado a los que le van a suponer problemas.

XL. Hemos superado los cuatro millones y medio de muertos en el mundo; la mayoría, ancianos. Mientras tanto, en Silicon Valley investigan para alargar la longevidad más allá de los límites biológicos. Algo no me cuadra…

A.C. La pandemia debería ser una cura de humildad. Pero en Silicon Valley consiguen una cantidad de dinero impresionante vendiendo que el envejecimiento es una enfermedad que se puede tratar y que la inmortalidad es la meta. ¿Cuándo aprenderemos que la fragilidad y la vulnerabilidad son parte sustancial del ser humano? Nos irá mejor si dejamos de hablar de vencer a la muerte y cuidamos mejor la vida.

"Nos irá mejor si dejamos de hablar de vencer a la muerte y cuidamos mejor la vida"

XL. ¿Cree que se ha agrandado la brecha generacional entre los mayores y muchos jóvenes?

A.C. Desgraciadamente, creo que hemos visto algo de gerontofobia, de fobia a los ancianos. Y empezó ya con la desescalada, que se hizo por grupos de edad. Los jóvenes no podían mezclarse con los mayores de 65. Eso va creando una cierta mentalidad.

XL. ¿La mentalidad de que los ancianos son un lastre?

A.C. Es lo que han dicho siempre los fascismos y los comunismos. El aprecio al joven por encima de todo. Los mayores están de más. Su obligación es apartarse y desaparecer… Lo peor es que mucha gente se sintió muy aliviada cuando vio que la mayoría de los afectados por el virus desarrolla síntomas leves, excepto los ancianos y los grupos de riesgo. Por otra parte, las relaciones intergeneracionales son muy importantes porque aprendemos unos de otros. Y se nos olvida que en España a los nietos los han criado los abuelos porque la conciliación familiar es difícil. Y que en la crisis de 2008 fue la pensión de los abuelos la que sostuvo a las familias.

XL. En el dilema entre salud y economía, ¿qué debe pesar más?

A.C. En la vida no hay dilemas, sino problemas. Un dilema implica que hay que elegir entre dos posibles soluciones: o salud o economía. No, mire, no hay que elegir entre las dos cosas. Hay que tratar de ver, entre dos opciones, un camino para conservar lo mejor de ambas. Hay que conservar vida y hay que hacer buena economía.

XL. ¿Y entre seguridad y libertad?

A.C. Otro falso dilema. La seguridad y la libertad son indispensables. Y compatibles. ¿Cómo puede una población ser libre si no está segura? Por otra parte, una sociedad que solamente busca la seguridad, y para ello se entrega al servilismo, es una sociedad suicida.

XL. Algunos regímenes totalitarios han presumido de su gestión de la pandemia.

A.C. Da la impresión de que China ha afrontado mejor el problema. Sin embargo, es una idea falsa. Porque en un sistema totalitario no hay información fiable. En los países democráticos vamos teniendo información, más o menos, de las cosas que ocurren. Y la gente que se siente perjudicada puede protestar. De China solo vemos lo que el régimen quiere enseñar.

Etiquetas: crisis coronavirus