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Mary, el gran amor de Freddie Mercury Aniversario del líder de Queen "A mucha gente le cuesta entender lo nuestro"

En 1977 Freddie Mercury y su grupo Queen graban ‘We are the champions’, el tema que supuso un hito en la historia de la música y un punto de no retorno en la vida del cantante. También en el aspecto personal, porque ese año acabó su relación con el gran amor de su vida, una mujer: Mary Austin.

Lunes, 05 de Septiembre 2022

Tiempo de lectura: 5 min

Estuvieron juntos siete años, hasta que él le confesó que era homosexual. «Mis amantes me preguntan por qué no puedo sustituir a Mary, pero eso es imposible. Es la única amiga que tengo. Mary es mi esposa por derecho propio. Lo nuestro fue un matrimonio. Confiamos el uno en el otro... y eso me basta».

Freddie Mercury siempre tuvo claro que el amor de su vida fue Mary Austin. Vivieron juntos siete años. Rompieron cuando el cantante le confesó su orientación sexual. «Él me dijo: 'Creo que soy bisexual'; yo le dije: 'Creo que eres gay'. Y no dijimos nada más. Solo nos abrazamos», recuerda Austin. Pero la relación salió fortalecida. Fueron amigos hasta la muerte de Mercury, a los 45 años. Se quisieron de otro modo, más profundo. «Nos han pasado muchas cosas, buenas y malas... A mucha gente le cuesta entender lo nuestro. Las personas que entran en nuestras vidas tienen que aceptarlo. Nos queremos y cuidamos el uno del otro», declaró Mercury.

Se conocieron en una tienda de ropa cuando él tenía 24 años y ella, 19. Su relación fue sencilla…

Las fotos muestran la faceta más íntima de Freddie Mercury antes de convertirse en un ídolo de masas. Siempre fue una persona vulnerable y desconfiada que poco tenía que ver con el descaro que proyectaba en el escenario. «Cuando actúo, soy extrovertido, pero por dentro soy muy diferente». Las imágenes destilan ternura, complicidad, normalidad... Unos novios que comparten piso, que cocinan juntos, que invitan a los amigos a cenar.

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Modoso y sin bigote.Ver a Freddie Mercury sin bigote puede resultar llamativo. Él decía que se lo dejó como un homenaje al motero del grupo Village People, pero también lo hizo para disimular sus dientes de conejo. El bigotazo dinamitó su timidez y su inseguridad y dio rienda suelta al histrionismo sin complejos.

Su historia de amor, hasta ese momento, era sencilla. Luego se complicó. Se conocieron en 1970; él tenía 24 años, ella, 19. Mary Austin provenía de una familia humilde de Londres. Sus padres eran sordomudos. Dejó la escuela a los 15. Trabajaba de relaciones públicas en una tienda de ropa. Allí se conocieron. Freddie aún no era famoso, pero estaba empeñado en serlo. Su verdadero nombre era Farrokh Bulsara. Nació en Zanzíbar (actual Tanzania) en 1946. Sus padres eran de origen persa, seguidores del zoroastrismo, una religión minoritaria. Creció en la India. Empezó a tomar clases de piano a los siete años. A los 17 emigró con su familia a Inglaterra. «La mayoría de nuestros parientes eran abogados y contables, pero Freddie insistía en que no era lo bastante inteligente y que solo quería ser cantante. Pensábamos que sería una etapa pasajera y que, cuando madurase, estudiaría una carrera», recuerda su madre.

Durante años, solo Mary supo que era seropositivo. Estuvo a su lado hasta el final

Mercury probó con varias bandas hasta llegar al grupo musical de éxito Queen. En plena vorágine, Austin empezó a sospechar. «Siempre volvía tarde a casa. Pero evitaba discutir conmigo. Le dije que me sentía como si fuese una soga alrededor de su cuello. Y entonces se sinceró». El artista le confesó su bisexualidad. Pero luego reconocería que el vínculo que los unía era intocable. «No puedo enamorarme de un hombre de la misma manera que me enamoré de Mary».

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El amor de su vida.A Mercury le encantaba el papel de anfitrión y agasajar a sus invitados, por lo que eran frecuentes los encuentros en su casa. Una de sus primeras conversaciones con Mary fue una discusión sobre el nombre de la banda. «Pidió mi opinión. A mí no me gustaba Queen, pero él se salió con la suya», recuerda ella. Mercury le dedicaría la canción Love of my life.

Cada uno intentó rehacer su vida con otras parejas, pero siempre estuvieron cerca el uno del otro. Mercury la contrató de secretaria y le compró un apartamento a dos minutos de su mansión. Fue el padrino de su primer hijo. «Intento asegurarme de que ella sea feliz con quien esté y ella, igual. No sentimos celos. Puede que yo tenga todos los problemas del mundo, pero tengo a Mary, y eso ya me vale. Sigo viéndola cada día. La querré hasta mi último suspiro. Seguramente envejeceremos juntos».

No fue así porque Mercury contrajo el sida. Durante años solo ella supo que era seropositivo. Y estuvo a su lado hasta el final. «Lo veía tan frágil, tumbado en la cama, yo lo peinaba cada día», cuenta. Cuando comenzó a perder la vista y ya no podía ni levantarse, Mercury decidió que era el momento de morir. «De repente dijo: 'Me tengo que ir'. Dejó de tomar los medicamentos. Murió tranquilo y con una sonrisa». Era 1991. Su cuerpo fue incinerado y sus cenizas -dicen- esparcidas en un lago suizo, aunque es un secreto que solo Austin conoce.

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Diseñador a tiempo parcial.Mercury tenía un diploma en diseño gráfico, lo que le sirvió para idear el logo de Queen, con el Ave Fénix –símbolo de renacimiento– sobre los signos del Zodiaco de los miembros del grupo. En la imagen, Freddie estudia varios bocetos con la ilustradora Nicole Bagley.

La disputa por la herencia duró ocho años. «Si me muero antes, voy a dejárselo todo a ella. Nadie más va a sacar un penique, excepto mis gatos», había dicho el cantante. Mercury le dejó en su testamento la mitad de su fortuna, así como su residencia de Garden Lodge, donde Austin sigue viviendo. El resto se repartió entre los padres y la hermana. El entorno solo recibió algunos pellizcos: su último amante, su cocinero, su asistente, su chófer... «Sé que a algunos amigos gais de Freddie les sorprendió que me dejara tanto. Están resentidos conmigo», confesó Austin.

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Animal de escenario.Freddie Mercury se transformaba en los conciertos. «Proyecté una imagen agresiva y procuré mantener la mística bisexual, pero solo para incitar la controversia. La cuestión era ser pomposo y provocativo». En la imagen, en un ensayo de la gira de 1977 por los Estados Unidos.

Pero el legado que perdura es el amor, esa clase de amor al que no se puede renunciar porque hacerlo significa perder tu identidad. Freddie Mercury se entregó a una vida sin medida. Mary Austin lo conectaba con todo lo que era antes de tener éxito. Lo sacaba de esa locura para que pudiera tomar aire y sumergirse de nuevo en la intensidad que siempre andaba buscando. Mercury lo definió así: «He creado un monstruo. El monstruo soy yo. He trabajado para esto desde niño. Habría matado por esto... Fama, dinero, sexo, drogas... Pero ahora quiero escapar. Me preocupa porque son cosas que no puedo controlar. Y me controlan».

Etiquetas: Cantantes