Catherine Zeta-Jones se prodiga poco. Tras cuatro años de ausencia, esta ganadora de un Oscar regresa con una serie y con muchas ganas de hablar. Prueba de ello es esta íntima entrevista, en la que nos deja confidencias de su vida y su familia.
Miércoles, 23 de Junio 2021
Tiempo de lectura: 9 min
Es mediodía en Nueva York. Catherine Zeta-Jones me llama a la hora convenida, ni un minuto antes ni uno después, desde su casa en Westchester, donde vive con su marido, Michael Douglas. (Sus hijos, Dylan, de 20 años, y Carys, de 18, pasaron con ellos el confinamiento). Ahora, la estrella vive dedicada a la marca comercial que lleva su nombre, Casa Zeta-Jones, y que comercializa enseres para la decoración del hogar, café artesanal y artículos de maquillaje, y a la interpretación, por supuesto. Sus orígenes fueron modestos. Nacida en Swansea (Gales) en 1969, su padre tenía una fábrica de golosinas y su madre era costurera. El gusanillo de la actuación la acompañó desde niña.
- Cuando tenía 4 años, su madre le compró unas zapatillas de bailarina para las clases de danza y a los 11 obtuvo su primer papel de teatro.
- «A diferencia de otras, yo no procedo de una familia de actores. Hice una prueba para Annie y conseguí el papel, sencillamente. Lo que más me gustaba era bailar. Mi madre sigue sin entender a quién he salido. Soy una persona muy celosa de mi intimidad, pero me transformo al subir a un escenario. De pequeña, me acostumbraron a ir a Londres y hacer cola bajo la lluvia para una prueba. Si me decían que no, todo era cuestión de ir al teatro de la otra esquina y hacer cola otra vez. No viene mal que te digan que no, así es como te curtes. Eso sí, cuando eres tan pequeña, tienes que estar hecha de una madera especial para que tanta negativa no haga mella psicológica».
"Me hicieron una traqueotomía, casi me muero. Tengo marcas que tapo con maquillaje"
Cuando tenía 15 años dejó los estudios para dedicarse a actuar. A los 18 se convirtió en primera actriz del musical La calle 42. Entre 1991 y 1993 trabajó en televisión, protagonizando la ficción cómico-dramática ambientada en la posguerra The darling buds. Esta serie la hizo famosa de la noche a la mañana. «En el teatro había interpretado a una jovencita coqueta e ingenua, pero en la serie me tocó encarnar a un pibón, al estilo de los años cincuenta… Y, bueno, hice lo posible por convertirme en una mujer de ese tipo, era lo que se esperaba de mí».
Más interesada en crecer como actriz que en vivir del famoseo, Catherine se marchó a Hollywood, donde tras una sucesión de pequeños papeles televisivos alcanzó el éxito junto con Antonio Banderas en La máscara del Zorro (1998). A continuación actuó con Sean Connery en La trampa (1999) y apareció en Traffic (2000), lo que le valió una nominación a los Globos de Oro. En 2002 volvió a dedicarse al primero de sus amores, el teatro musical, en la versión cinematográfica de Chicago, con Renée Zellweger, y se llevó el Oscar a la mejor actriz secundaria.
- Todos estos proyectos tenían un hilo en común: el físico.
- «El físico siempre ha sido determinante en mi carrera, y eso hizo que me encasillaran. Durante muchos años me etiquetaron como 'actriz de comedia musical', pero yo aspiraba a papeles como los de Helena Bonham Carter; trabajar en melodramas de época, como ella. Era mi sueño, pero nunca se hizo realidad. ¡Porque yo era demasiado galesa, o eso creo!».
- ¿La aparición en los listados de las mujeres más guapas del mundo conlleva una serie de presiones?
- «¡Ya lo creo! Cuando leo un guion y veo que el personaje aparece descrito como 'una mujer de belleza arrebatadora' o algo así, me siento hasta intimidada. Nunca me he tenido por un bellezón de ese tipo. Mi madre siempre me decía que me conformara con la carrocería que me había tocado en suerte. Una cosa tengo clara, después de que un maquillador me lo dijera por primera vez (y hay que tomárselo como un cumplido): 'Tu cara es un lienzo en blanco –me dijo–. Lo mismo puedes ser una mujer latina que una asiática o una inglesa de la campiña'. Con la ayuda del maquillaje, mi rostro puede tener aspectos muy diferentes».
Fue en esa época cuando su vida personal empezó a dar mucho que hablar. Durante la promoción de La leyenda del Zorro, en 1998, conoció a Michael Douglas por mediación de Antonio Banderas.
- Si antes ya era conocida, tras su boda con Douglas pasó a ser una celebrity con todas las de la ley.
- «Es un hecho. Michael Douglas estaba considerado como una especie de aristócrata de Hollywood; por algo era el hijo de Kirk Douglas».
"El físico ha sido determinante en mi carrera. Me encasillaron"
Catherine se llevaba muy bien con la madrastra de Michael, Anne Douglas, fallecida pocos días antes de esta entrevista. La actriz escribió un sentido mensaje de despedida en Instagram: «Nuestra tan maravillosa matriarca Anne Douglas ahora está en brazos de su querido esposo, Kirk. Esta mujer formidable nos ha dejado a los 102 años, unos años vividos con intensidad. Que sepas que te quiero con toda mi alma».
Catherine y Michael tuvieron su primer hijo, Dylan, en agosto de 2000. En noviembre de ese año se casaron en el hotel Plaza de Nueva York. Hay quien dice que la celebración fue la más prolongada en los anales de este legendario establecimiento: estaba previsto que terminara a las seis de la tarde, pero se prolongó hasta las seis de la madrugada.
- Tres años después tuvieron a su hija Carys, y durante los 12 siguientes criaron a los dos pequeños en las Bermudas –el lugar de origen de la madre de Michael–, lejos de la prensa.
- «Queríamos que tuviesen una niñez normal, sin que los fotógrafos los persiguieran hasta el colegio por las mañanas. Tampoco nos interesaba que estuvieran siempre yendo y viniendo, que se vieran obligados a estar en los rodajes con un profesor particular. Si yo trabajaba, Michael se quedaba en casa, y a la inversa. Tengo claro que mis hijos son unas personas sin complejos ni cosas raras, que viven ancladas en la realidad. A la vez, siempre procuré que se mostraran educados. Los buenos modales son muy importantes para mí. La gente suele felicitarme al ver que tengo unos hijos tan majos, que no se dan aires, y yo lo achaco a que no crecieron en Los Ángeles. Logramos que siguieran siendo niños durante más años de lo que es normal en Hollywood».
Tras películas muy conocidas, como Ocean's twelve y La terminal, Catherine se tomó un periodo sabático. En 2010, a Michael le diagnosticaron un cáncer de lengua, del que se recobró. El regreso de Zeta-Jones a la pantalla fue por todo lo alto; y destacó su interpretación de Olivia de Havilland en la miniserie Feud: Bette and Joan.
- Dylan y Carys estuvieron en el hogar familiar al principio de la pandemia.
- «Nos pasó lo que a todo el mundo. El confinamiento nos pilló completamente desprevenidos. Pero la reunión de la familia fue estupenda. Me encanta eso de desayunar, comer y cenar con mis hijos. Dylan está en la universidad, y Carys estudia en un internado europeo, por lo que su vuelta a casa nos rejuveneció a Michael y a mí».
- ¿Le preocupa el influjo exacerbado que tienen las redes sociales sobre las jóvenes y que tantas veces las lleva a unos estándares de belleza física por completo inalcanzables?
- «Me dan lástima las chicas de la generación de mi hija. Todos los días las bombardean con imágenes retocadas con filtros. Unas imágenes que nada tienen que ver con las mujeres de verdad. Yo nunca tuve que pasar por eso. Y si hubiera sido el caso, estoy segurísima de que me habría afectado psicológicamente».
"De niña hacía cola bajo la lluvia para hacer los 'castings'. Que te digan que no, curte"
- ¿Alguna vez ha sentido la necesidad de fingir, de presentar una fachada?
- «Algunas veces me he visto obligada a proyectar una seguridad de la que carecía. Como todas las mujeres, tengo mis inseguridades. Pero con la madurez he ganado en confianza personal, ahora me siento más segura de la imagen que proyecto. Estoy a favor de todo cuanto te haga feliz. Hoy hay tratamientos geniales, que no te dejan cara de extraterrestre. En el fondo sigo siendo una adolescente, disfruto al cuidarme. En el baño tengo una verdadera colección de ungüentos y lociones. Soy casi adicta. Si alguien me dice que el producto 'X' es bueno, voy y lo compro. Cuando tenía 18 años me hicieron una traqueotomía, lo que casi me cuesta la vida. Se me rompieron un montón de capilares en el rostro, y hoy lo escondo con maquillaje». (De pequeña sufrió de un virus que le provocaba dificultades respiratorias).
- Hoy está interesada en aquellos guiones en los que no se describe el físico del personaje.
- «Suele pasar que los papeles más interesantes no son los más glamurosos... ni de lejos. Hace años que evito los papeles de tía buena sin más. Me interesan los personajes más reales, con sus imperfecciones y sus defectos. Y cada vez hay más papeles de ese tipo, las cosas han mejorado para las actrices de mediana edad».
Así lo evidencia su trabajo en la serie Prodigal son, donde encarna a «una médica que está loca de atar y es mala como ella sola» junto con Michael Sheen, otro actor nacido en Gales. El rodaje tuvo lugar durante la pandemia y Catherine reconoce haberse sentido inquieta por la posibilidad de un contagio. «Pero ahora me doy cuenta de que en el set estaba más a salvo que en el supermercado. Todos los días me hacían la dichosa prueba en la fosa nasal. ¡Es un milagro que no acabaran por taladrármela!».
- Michael Sheen y usted tienen prácticamente la misma edad y son galeses, pero no se conocían antes del rodaje de Prodigal son.
- «Ansiaba trabajar con Michael. El nuestro era uno de esos casos de seis grados de separación, porque tenemos un montón de amigos en común. Fue fantástico trabajar juntos. Al volver a ponerme delante de la cámara, me sentía como una niña con zapatillas nuevas. Lo próximo que quiero hacer es interpretar a una británica en el Reino Unido. Vuelvo a Gran Bretaña cada dos por tres, pero nunca me detengo en Londres, pues voy a Gales para estar con la familia. Lo que más me gusta es estar en casa con los míos. No soy muy de salir. Los amigos me llaman Cath. La familia es lo primero para mí. Y estoy muy unida a mi familia en Reino Unido. Todos los días hablo con mi madre, tres veces al día en ocasiones».
"¿Retoques? Hay tratamientos geniales que no te dejan cara de extraterrestre"
- Su madre sigue en Gales.
- «Para mí es fundamental no perder las raíces. Tengo amigos que me conocen desde el principio, cuando no era famosa en absoluto. Me conocen de toda la vida, y es básico mantener esos amigos para que la cabeza no se te vaya del todo. En realidad, soy de gustos sencillos. Nunca me dejé llevar ni me presté a hacer según qué locuras. Porque hay cosas que son de locos, ¿sabe?».
- Además de llevar una línea de productos de belleza y de trabajar como actriz, hoy está produciendo tres proyectos diferentes.
- «Y me apasiona, pues no hay nada mejor que trabajar en algo que te gusta de verdad, con las personas con quienes trabajas más a gusto. Es el punto al que he llegado en mi vida. Ya no estoy dispuesta a trabajar con capullos. Quiero hacerlo con personas que valen de verdad. Y hacer un buen trabajo».
-
1 ¿Cómo han convertido las adolescentes la medicina estética en algo tan habitual como ir a la peluquería?
-
2 Tres propuestas para que tu dieta antiinflamatoria sea, además de saludable, sabrosa
-
3 Cada vez más cerca del otro planeta 'habitado': así trabaja el telescopio Tess
-
4 Pódcast | Drogas, abortos, abusos... el dolor de Maria Callas en el rostro de Angelina Jolie
-
5 Transnistria, un lugar atrapado en el tiempo (y muy apreciado por Putin)