Su alimentación genera más del 1 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono en España. Para combatirlo, ya se fabrican preparados a base de insectos o de tejidos de ratones. Otros piden que los perros se hagan veganos… Pero ¿pueden serlo? La polémica está servida.
Domingo, 14 de Noviembre 2021, 01:08h
Tiempo de lectura: 7 min
A Balu, un golden retriever, le encanta una mezcla de altramuces, guisantes, algas, manzanas y aceite de cáñamo… Entre horas, Balu toma estrellitas de batata, copos de avena y plátano aderezadas con cúrcuma y cáscara de escaramujo. Nada de carne. Balu es vegano. Y, por
A Balu, un golden retriever, le encanta una mezcla de altramuces, guisantes, algas, manzanas y aceite de cáñamo… Entre horas, Balu toma estrellitas de batata, copos de avena y plátano aderezadas con cúrcuma y cáscara de escaramujo. Nada de carne. Balu es vegano. Y, por tanto, un «héroe en la lucha contra el cambio climático», como proclama la web de una empresa que comercializa pienso para perros veganos.
Perros y gatos son unos pecadores ecológicos de primer nivel: comer carne acelera el cambio climático porque la cría intensiva de vacas, cerdos y pollos produce cantidades ingentes de gases de efecto invernadero. Y los números cantan. En todo el mundo se dedican nada menos que 49 millones de hectáreas a la elaboración de piensos para nuestras mascotas, según cálculos de la Universidad de Edimburgo.
Si los 163 millones de perros y gatos de EE.UU. fueran un país, ocuparían el quinto puesto mundial en consumo de carne
Cada vez son más los amantes de los animales preocupados por el cambio climático que no están dispuestos a que la situación continúe. Y los productos vegetarianos para mascotas se están poniendo de moda. En las estanterías de muchos supermercados, ya hay piensos elaborados a partir de insectos; y, en el futuro, la comida de los Rocky y las Luna también se cultivará en biorreactores de laboratorio.
«Los dueños de perros deben saber que una gran parte de su cuota personal de dióxido de carbono (CO2) lo consume su mascota», dice Matthias Finkbeiner, un experto de la Universidad Técnica de Berlín que el año pasado publicó un estudio sobre el efecto de los animales domésticos en el medioambiente. Un perro genera al año buena parte de la tonelada y media de CO2 que el Consejo del Clima establece como máximo por cada habitante del planeta si se quiere limitar el calentamiento global a 1,5 grados. El mayor daño lo produce el pienso a base de carne, responsable de gran parte de la huella animal de CO2.
Vistos estos datos, ¿las mascotas deberían dejar de comer riñones de vaca, hígado de cerdo o pechugas de pollo? ¿Deberían cambiar la carne por chirivías, achicoria y romero? ¿Los perros realmente pueden llevar una dieta vegana?
La respuesta es que sí, pueden. Y, además, sería mucho mejor para el medioambiente que lo hicieran. Ser dueño de un perro tiene al año los mismos efectos sobre el clima que recorrer 2800 kilómetros con el coche, según cálculos de los expertos de ESU, una empresa suiza dedicada a la consultoría medioambiental. En el caso de los gatos, el equivalente alcanzaría casi los 1200 kilómetros. Solo los caballos tienen un efecto mayor: su balance anual de CO2 equivaldría a recorrer más de 9000 kilómetros.
Alimentación 'humana' para perros y gatos
Más impactantes aún son los datos aportados por Gregory Okin, de la Universidad de California, en un estudio de 2017. Si los 163 millones de perros y gatos que hay en Estados Unidos fueran un país, ocuparían el quinto puesto mundial en el ranking de consumo de carne. Solo la producción del pienso para este número de mascotas genera al año 64 millones de toneladas de gases de efecto invernadero, tantas como las que emiten unos 30 millones de coches durante el mismo periodo.
Y el ejército de perros y gatos no deja de crecer. En España había en 2020 casi diez millones de perros y gatos, «que producen anualmente entre el 0,30 y el 1,20 por ciento del total de emisiones de nuestro país», según señala el estudio Cálculo de la huella de carbono de los animales de compañía, de la Universidad de Alcalá de Henares.
En 2019, los dueños de animales se gastaron en todo el mundo 225.000 millones de dólares en alimentar a sus mascotas. Se calcula que para el año 2027 este mercado habrá crecido hasta alcanzar los 359.000 millones. Lejos han quedado los tiempos en que perros y gatos se alimentaban de restos de comida o de las carnes menos aprovechables. Ahora, el 44 por ciento de los dueños de animales le prestan la misma atención a la calidad de la comida de sus mascotas que a la suya propia, según los resultados de una encuesta del Instituto Forsa. Objeto de especial crítica son los llamados barfers, personas que alimentan a sus perros y gatos con carne cruda de la mejor calidad, perfectamente apta para ir a la sartén. De todas maneras, los productos enlatados también incluyen carne de la que la gente se compraría para comer.
La consecuencia de todo esto, afirmaba el norteamericano Gregory Okin en su estudio de 2017, es que la alimentación de mascotas y humanos se encuentra en una 'competencia directa'. Por eso aconsejaba tener pájaros o hámsteres, animales que pueden alimentarse de grano o lechuga y que son mucho menos dañinos para el medioambiente.
En similares términos se manifestaron varios investigadores canadienses en un artículo especializado publicado a principios de año. Mejor que perros y gatos sería tener «ratas, que pueden alimentarse con los restos de la comida humana». Y Brenda y Robert Vale, una pareja de divulgadores ecologistas neozelandeses, lanzaron hace ya varios años una pregunta bastante provocadora: «¿Es hora de comerse al perro?».
Digieren las verduras gracias a nosotros
Seguramente los dueños de perros y gatos se sientan indignados con estas propuestas. Y no solo ellos. El ser humano idolatra a estos peludos y achuchables compañeros. Los estudios científicos, además, demuestran que perros y gatos son buenos para la mente y el cuerpo. Reducen el estrés, mejoran la salud y alivian el aislamiento social. Además, hay otras formas más eficaces para reducir la huella personal de CO2, como viajar menos en avión. O que los dueños de perros no sobrealimenten a sus mascotas. En España, la mitad de los perros y gatos tiene sobrepeso.
Pero a muchos consumidores no les basta con poner a dieta a sus animales. Como ellos mismos no comen carne, también buscan alternativas para sus mascotas. Pero ¿es sano alimentar a un perro con verduras? ¿Acaso mastines, caniches y compañía no son depredadores, su naturaleza no es alimentarse de carne? Los veterinarios dicen que no. «Los perros llevan por lo menos 15.000 años viviendo al lado de los humanos, y en todo ese tiempo nunca se los alimentó con carne de calidad, todo lo contrario», dice Volker Wilke, de la Escuela Superior de Veterinaria de Hannover. Antes, a los perros solo se les daba lo que sobraba, «restos de comida, cereales, incluso excrementos humanos». Por eso, hoy los perros toleran una alimentación enormemente variada y también puede digerir las proteínas vegetales «mucho mejor que los lobos».
De forma parecida a lo que ocurre con los humanos, una alimentación sin carne en un perro adulto sano no supone ningún problema, siempre que se garantice un aporte equilibrado de todos los nutrientes necesarios. «Si encuentra una comida vegana o vegetariana que su perro acepte, puede dársela tranquilamente», dice Volker Wilke. Y siempre será más sostenible que la convencional.
Además, los expertos avisan del peligro de dar a los perros demasiada carne. El exceso de proteína animal puede llevar a problemas intestinales y renales. Por otro lado, la moda de los barfers lleva añadidos los peligros inherentes a la carne cruda, como la contaminación por salmonela o la transmisión de otros patógenos.
Eso sí, en el caso de los gatos, los veterinarios se muestran categóricos: son carnívoros puros porque su domesticación siguió derroteros diferentes. Al perro le daban los restos; la misión del gato, en cambio, era comerse bichos y ratones. La verdura no es para ellos.
Al margen de la alimentación, ¿qué otras posibilidades hay para mejorar el balance ecológico asociado a tener mascotas? Pues seguir reglas sencillas: tener un perro siempre es mejor que tener dos. Si no se tiene perro y se quiere uno, mejor ir a buscarlo a un refugio que comprárselo a un criador. Y mejor un perro pequeño que uno grande.
El pienso seco es más ecológico que el húmedo. Entre otros motivos, porque no está envasado en hojalata
Un perro de 7,5 kilos genera al año la tercera parte de gases de efecto invernadero que uno de 30 kilos, según los estudios de Matthias Finkbeiner. A la contaminación ambiental causada por los animales domésticos no se le suele dar la importancia que merece, asegura este experto en sostenibilidad. Un perro medio produce a lo largo de su vida en torno a una tonelada de excrementos y unos 2000 litros de orina. La consecuencia es una sobrefertilización masiva del entorno, sobre todo en las ciudades.
En cuanto a la comida, el impacto depende del tipo de producto. El pienso seco puntúa mejor que el húmedo en la tabla del balance ecológico, entre otros motivos, porque en su envasado no se emplea hojalata. Con todo, el principal factor sigue siendo el contenido en carne. Las personas que no estén dispuestas a renunciar a ella pueden ir pensando en recurrir a la carne producida en biorreactores. La empresa estadounidense Because Animals ya ofrece comida para gatos con carne fabricada a partir de células de tejido de ratones. La compañía Bond Pet Foods, de Boulder (Colorado), cultiva la carne de su comida para animales a partir de células de una gallina llamada Inga, «que está pasando su jubilación en una granja de Kansas», como cuentan en su web.
Otra alternativa es la comida elaborada a partir de insectos. La suiza Nestlé comercializa piensos para gatos y perros con proteínas de larvas de mosca soldado. La comida a base de insectos es menos perjudicial para el clima, ya que para su producción no son necesarias grandes superficies de terreno y no hay animales que sufran las condiciones habituales en la ganadería intensiva.
@ Der Spiegel
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