A saltos, de camino al cielo 60 años de ‘Rayuela’ Cortázar íntimo: viaje por el álbum más personal del genio argentino
García Márquez lo definió como «el argentino que se hizo querer por todos». Julio Cortázar encandiló al mundo hace 60 años con Rayuela, una ‘contranovela’ experimental que sedujo a más de una generación con sus personajes de La Maga y Horacio. La viuda y albacea literaria del escritor, Aurora Bernárdez, seleccionó antes de morir en 2014 las instantáneas de su álbum más personal. Nos sumergimos en él.
Cartas de mamá: así tituló el escritor uno de sus relatos. Y bien podría haber resumido su relación que, en la distancia, debía conformarse con un intenso intercambio epistolar. «Por fortuna, me escapé del complejo de Edipo que ha malogrado a tantos escritores», dijo Cortázar. En la imagen superior, madre e hijo retratados en Austria en 1963, año de la publicación de Rayuela, en Buenos Aires, Argentina, a finales de junio de aquel año. En España se publicó más tarde, debido a la censura franquista, que se oponía a su publicación y que, en 1967, seguía desaconsejando su publicación, sólo viable —creían— si se le cercenaban ocho páginas. Finalmente, se publicó íntegra en 1970.
Retrato de familia
De izda. a dcha. y de arriba abajo: su hermana Ofelia, Julio, su padrastro; su madre, María Herminia Descotte; su primera esposa, Aurora Bernárdez; y su abuela Victoria, en 1955. Falta el padre, que dejó a la familia cuando Julio era muy pequeño, y después ya nunca quiso saber de él. Cortázar padre trabajaba en la Embajada de Bruselas: de ahí que el escritor argentino naciera en Bélgica.
El niño que quiso ser marino
A los diez años le dijo a su madre que quería ser marino para recorrer mundo. Ella lo desmotivó por su «salud un tanto frágil». Y le recomendó que se hiciera maestro. Obedeció, pero no perdió el afán por los kilómetros: Francia, la India, España, Italia, Cuba, Berkeley (EE.UU.), donde dio clases…
Parrillada en la Provenza
Si París fue la ciudad elegida para establecer su residencia desde 1951 (allí, en el célebre cementerio de Montparnasse descansan sus restos), la pequeña localidad de Saignon –en la Provenza– era el destino para sus vacaciones. El propio escritor escribió en el reverso de esta fotografía: «Un asado argentino en Saignon».
Bromeando con 'el capitán'
Tras la máscara, Cortázar bromea con el escritor Gabriel García Márquez en París. La imagen la tomó la fotógrafa Sara Facio en 1974. Años atrás, el argentino había celebrado la lectura de Cien años de soledad con rotundo entusiasmo: «Los más viejos ya nos podemos morir, hay capitán para rato», escribió.
El terror del vecindario
«He pasado largas horas soplando en mi trompeta, para horror de los vecinos», le escribió a Paco Porrúa, editor de Rayuela. Descubrió la música en su adolescencia en Buenos Aires y nunca dejó de explorarla: se ha dicho que su estilo es el reflejo literario de la libertad e improvisación del jazz.
Las mujeres del escritor
En la imagen, Cortázar aparece con Carol Dunlop –su segunda esposa– en París en 1980. Más allá de su madre, a quien el escritor dedicaba sinceras cartas, tres mujeres marcaron su vida: su primera esposa, Aurora Bernárdez; la traductora lituana Ugné Karvelis, y la estadounidense Carol Dunlop. Carol falleció ese mismo año, 1980, cuatro antes que el escritor. Por eso fue su primera esposa, Aurora, la responsable de su legado y quien lo acompañó en el lecho de muerte cuando una leucemia acabó con su vida.
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