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Desenterrar a Nerón El emperador más depravado en su palacio de locura

Pasó a la historia como un emperador cruel y depravado y sin duda hizo méritos para ello. Sin embargo, algunos historiadores quieren rehabilitar la figura de Nerón. Al mismo tiempo, los restos de su espectacular Palacio Dorado, localizado en Roma, aportan nueva luz sobre el personaje.

Martes, 13 de Junio 2023, 14:46h

Tiempo de lectura: 8 min

Un diciembre del año 37, Agripina –una aristócrata romana– trajo al mundo a un bebé que nació de nalgas y que tiempo después, ya como soberano de medio mundo, disfrutaría enseñando el trasero y saltándose uno tras otro todos los tabúes de la época. Cuando tenía que gobernar, cantaba; en lugar de engendrar hijos, se casó con dos hombres y, en lugar de honrar a su madre, hizo que la apuñalaran.

A la edad de 30 años, Nerón cargaba ya con tantos desastres sobre sus espaldas que el Senado decidió aplicarle el castigo denominado damnatio memoriae: su recuerdo fue borrado de los anales y se le obligó a suicidarse. Los principales responsables de su 'mala reputación' son sobre todo sus primeros biógrafos: Tácito, Dion Casio y Suetonio. Ninguno de ellos transmitió nada positivo sobre el soberano. Lo acusaron de infectar Roma, quemar a los primeros cristianos y crucificar a los apóstoles Pablo y Pedro. Según la interpretación cristiana, en la Biblia aparece citado como bestia satánica con la marca 666 en la frente, el código hebreo para el nombre del Anticristo.

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El fin de la madre malvada. Agripina engendró a Nerón con un aristócrata disoluto. Luego, confabuló contra su hermano, Calígula, pero fracasó y fue desterrada. Al volver, se casó con el siguiente emperador: Claudio. Aunque este ya tenía tres hijos, Agripina logró que Nerón fuera el sucesor al trono. Una vez que selló el arreglo, envenenó a su esposo. Pero tampoco ella tuvo un final feliz. En el año 59, Nerón ordenó hundir el barco en el que viajaba su madre. Pero no funcionó. Se salvó nadando. Ya antes del fallido intento de matar a su madre en el naufragio, Nerón había fracasado también en matarla mediante un mecanismo de placas de plomo sobre su cama listas para caer sobre ella. Solo la hirió. Finalmente, no le quedó más remedio que acusarla de haber intentado matarlo a él para ordenar su ejecución, pintada por Antonio Rizzi (en la imagen). Agripina dominaba a su hijo y, según relatos de la época, mantuvo incluso relaciones incestuosas con él.

La investigación histórica más reciente se está esforzando en construir una imagen diferente. El italiano Massimo Fini habla de «dos mil años de difamaciones». Según él, Nerón fue un «estadista excepcional» que impulsó una «revolución cultural». El nuevo libro del historiador Holger Sonnabend, experto en la Antigüedad clásica, lo alaba como «maestro de la escenificación» del poder político.

Suetonio cuenta que, en sus juegos sexuales, Nerón se cubría con pieles de animales, olisqueaba los genitales de esclavos atados y luego se sometía entre sonoros gemidos

Para estos nuevos defensores de Nerón, la historia de que mató a su mujer, embarazada, de una patada en el vientre es un rumor malintencionado. Según ellos, lo más probable es que la pobre mujer falleciera a consecuencia de complicaciones prenatales. Nerón ni siquiera sería culpable de haber iniciado el gran incendio del año 64 después de Cristo, ya que en aquel momento se encontraba fuera de Roma, huyendo del calor del verano en la capital… aunque bueno, eso no le habría impedido haber pagado para que alguien desatara aquel infierno que consumió la ciudad.

La ciudad alemana de Tréveris ha dedicado recientemente tres fascinantes exposiciones a Nerón. Marcus Reuter, director del museo, no está de acuerdo con la acusación de que el emperador estuviese loco. Para probarlo, encargó un peritaje al psiquiatra vienés Harald Aschauer. Según su informe, no se puede constatar la existencia de una enfermedad mental relevante, ni siquiera un «trastorno narcisista de la personalidad».

Un delirio constante

Pero lo cierto es que algunas razones permiten cuestionar esta última afirmación, como por ejemplo la constancia de que Nerón contrataba a cinco mil personas para que lo alabaran sin pausa durante sus actuaciones en el teatro. El emperador vivía en un delirio constante. Y siguen quedando multitud de datos inquietantes como haber eliminado a sangre fría a la mitad de los miembros de su familia; entre ellos, a dos consortes, a su madre, a una tía y a un hermanastro. Su ejercicio del poder fue torpe y atolondrado. Cuando su sucesor, Vespasiano, hizo inventario, descubrió que en las arcas estatales faltaban cuarenta mil millones de sestercios… El mayor despilfarrador del mundo se había dado una vida padre.

En descargo de este libertino se suele decir que durante mucho tiempo fue un instrumento en manos de su perversa y ambiciosa madre, Agripina. La huida de Nerón hacia el mundo del arte habría sido un intento de liberarse de esa manipulación. Ya de niño empezó a tocar la cítara. También escribía poesía, pintaba y esculpía.

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Popea, la esposa intrigante. Nerón se convirtió en emperador con 16 años y para entonces ya lo habían casado con su hermanastra Claudia Octavia, a la que mandaría ejecutar. Luego se casó con «la mujer más hermosa de su tiempo», Popea, con la que llevaba ya años de relación, mientras era la esposa de un amigo. Popea conspiró mucho y se le atribuye haber intrigado para que Nerón matase a su madre. Pero Popea también acabó mal. En el 65, estando embarazada, Nerón –dicen– la pateó en el vientre, matándola. Para reemplazarla, se casó con un joven, Esporo, que se parecía a su mujer fallecida, al que mandó castrar y al que llamó Sabina, segundo nombre de Popea.

Su vida sentimental también quedó marcada por la frialdad afectiva de su madre. Suetonio cuenta que, en sus juegos sexuales, el jovencísimo Nerón se cubría con pieles de animales, olisqueaba los genitales de esclavos atados y luego se sometía entre sonoros gemidos.

Mientras tanto, Agripina se inmiscuía cuanto podía en los asuntos de gobierno, pero el filósofo Séneca y Sexto Afranio Burro –prefecto del pretorio y encargado de la dirección del Estado– pusieron fin a sus maniobras y alejaron a Agripina del palacio imperial.

El apocalipsis estético

Poco después fue el propio Nerón quien, aún adolescente, empezó a darles problemas a los profesionales del gobierno. Se escapaba del palacio y paseaba por los bajos fondos de Roma bajo una peluca o disfrazado de esclavo. Le apasionaban las carreras y aprendió a manejar cuadrigas. Más tarde le dio por beber excrementos de jabalí disueltos en agua, el dopaje al que recurrían los aurigas de la época.

Toda esta sucesión de despropósitos alimentaba el descontento del Senado. Cantar y actuar eran actividades con mala reputación en la Roma de la época. Pero lo cierto es que el timón del Estado fue gobernado de una forma razonable durante cinco años. Mientras Nerón se divertía, Séneca manejaba los hilos desde la sombra.

En una última gran locura, Nerón se embarcó en una gira de conciertos por Grecia. Acompañado por una caravana de miles de personas, fue de concurso en concurso durante 15 meses

Entonces ocurrió una atrocidad para la que la psicología todavía no ha terminado de encontrar respuesta: Nerón mandó asesinar a su madre. Lo intentó de varias formas y, una vez consumado el crimen, lo primero que hizo fue subirse por fin a un escenario y 'consagrarse' como actor. Pero poco después el joven césar empezó a inmiscuirse cada vez más en la política, algo que normalmente no iba en beneficio del Imperio. El responsable de las finanzas romanas fue despedido. Séneca también acabó dejando su cargo, totalmente desquiciado por los caprichos del emperador. El nuevo consejero pasó a ser Cayo Ofonio Tigelino, un mal militar que había comenzado su carrera como criador de caballos de carreras y que se encargaba de ejecutar los asesinatos que su señor le ordenaba.

El Imperio fue cayendo en lo que se podría definir como un apocalipsis estético. Nerón instauró unos festivales en los que competían los mejores cantantes, poetas y aurigas de la época. Mientras Jerusalén hervía y en Armenia estallaban revueltas, el primer ciudadano del Imperio pasaba el día aprendiendo de memoria textos dramáticos, ya fuese el papel del ciego Edipo o el de un Hércules preso de la locura.

Todo esto le revolvía el estómago a la nobleza. La aristocracia se unió en la llamada conjura de Pisón… y fracasó en su tentativa de golpe de Estado. Esta intentona dejó el camino libre para una última gran locura. Su majestad, el esclavo de las musas, se embarcó en una gira de conciertos por Grecia. Acompañado por una caravana de miles de personas, fue de concurso en concurso durante 15 meses. Finalmente, el césar volvió a Roma en triunfo, subido a su carro y vestido de púrpura en su condición de soberano de la música. Se sacrificaron animales en su honor y se roció el camino con vino especiado.

El espectáculo podría haber seguido así eternamente. Al pueblo llano le gustaba su festivo emperador. Lo malo es que no tardaron en escasear los fondos, y sus fieles empezaron a abandonarlo y el Senado acabó declarándolo enemigo público. Al final, el desgraciado césar terminó solo y arruinado, abandonado en una villa de los alrededores de Roma. Gritó: «¡Qué artista muere conmigo!», y a continuación –condenado a suicidarse– se hundió una daga en la garganta.


La corte de Nerón

DOMUS AUREA: EL PALACIO DE SUS SUEÑOS

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La mayor parte del dinero que derrochó Nerón se lo tragó su Domus Aurea, la casa dorada. Durante mucho tiempo, solo se conocía este palacio por las descripciones en documentos antiguos. Ahora, los arqueólogos han empezado a estudiar el lugar y constatan lo lujosa que fue la Corte de Nerón antes de ser enterrada. En la imagen de apertura y arriba, una reproducción de la Domus Aurea, el grandioso palacio construido por Nerón tras el incendio que él mismo provocó, aunque algunos historiadores lo atribuyen a un accidente. Sea como fuera, tras el incendio, el emperador expropió parcelas y así reunió el terreno necesario para levantar su palacio, que encargó a los arquitectos Severo y Céler. Donde se ve el gran lago central, hoy se encuentra el Coliseo.

1. Extravagante:  Nerón, que vivió solo 30 años, aún fascina por su extravagancia, no solo a los historiadores. Entre óperas, obras de teatro y películas, se le han dedicado 150 obras. Inolvidable en especial fue el Nerón interpretado por Peter Ustinov.

2. Megalomanía: Nerón ordenó que le hicieran una escultura de bronce de 36 metros. Era más alta que la estatua de la Libertad. Suetonio cuenta que, al entrar por primera vez en su Domus Aurea, con sus 300 estancias, Nerón exclamó: «¡Bien! Ahora por fin puedo empezar a vivir como un ser humano».

3. Enterrado: Tras el suicidio del emperador (68 d. C.), el palacio fue saqueado y más tarde cubierto con escombros por orden de Trajano. Donde estaba el lago artificial está ahora el Coliseo. Las estancias permanecieron ocultas hasta el siglo XV, cuando un joven cayó accidentalmente por una hendidura.

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4. El lujo total: Los salones estaban forrados de oro y tenían incrustaciones de piedras preciosas y marfil. Algunos techos se abrían para arrojar flores y perfumes en las fiestas. Desde el año pasado se pueden visitar varias secciones del ala occidental mientras continúa la restauración.