Viernes, 10 de Enero 2025, 09:40h
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Ver una película que es un puñetazo y una caricia al mismo tiempo. O un puñetazo disfrazado de caricia. Ver lo que se puede hacer con una adaptación literaria que no se conforma con ser correcta y fiel, sino que sacude la novela (y al espectador) y la transforma en una experiencia sensorial y libre y atrevida y rica y estimulante y dura (muy dura) y viva.
Ver Nickel boys es darte cuenta de hasta qué punto los límites y las reglas de la narrativa están ahí para que los cineastas nos las saltemos y las pulvericemos y las transformemos en un trayecto místico que atraviesa la historia y donde la experiencia humana es contada transversalmente, haciéndonos partícipes de lo que viven y encarnan los protagonistas, esos desgraciados Nickel boys del título, con una utilización magistral de la cámara subjetiva que nos mete directamente en la piel de los protagonistas.
Nickel boys es, sencillamente, una de las adaptaciones literarias más apasionantes e ingeniosas que he visto en los últimos años. Está basada en la novela homónima de Colson Whitehead, ganadora del Premio Pulitzer en 2019, sobre dos chicos negros de la Florida de los años 60 que son enviados a un reformatorio llamado Nickel Academy.
'Nickel boys' es, sencillamente, una de las adaptaciones literarias más apasionantes e ingeniosas que he visto en los últimos años
Elwood, interpretado por Ethan Herisse, es un adolescente estudioso que vive con su abuela y que llega a Nickel después de subirse, sin saberlo, a un coche robado. En Nickel conoce a Turner, interpretado por Brandon Wilson. Los dos forjan una estrecha amistad que los sostiene a través del tedio y el terror de la vida en Nickel.
Whitehead basó su historia en hechos reales ocurridos en la escuela Dozier para varones de Florida, que funcionó entre 1900 y 2011, y donde se descubrió que muchos estudiantes habían sido abusados, torturados y, en algunos casos, asesinados por el personal. Elwood, un idealista profundamente inspirado por las enseñanzas del doctor Martin Luther King Jr., cree que puede salir de la Nickel por vías legales, con la ayuda de su abuela, interpretada con delicadeza y brío por Aunjanue Ellis-Taylor. Pero Turner, más cínico y astuto, con más experiencia de la vida, tiene sus dudas.
El enfoque que ha adoptado el director RaMell Ross nos invita a empatizar de una manera radicalmente nueva con estos dos jóvenes, sus esperanzas y su aplastante sensación de estar atrapados en un mecanismo odioso e implacable. Al alternar entre las perspectivas de Elwood y Turner, y mostrarnos cuánto dependen uno del otro en el ambiente opresivo y enrarecido del reformatorio, la película nos hace sentir como si sus almas estuvieran realmente conectadas, un logro que se vuelve cada vez más desgarrador a medida que avanza la cinta.
RaMell Ross utiliza también planos de archivo, saltos en el tiempo y brillantes recursos sonoros y visuales que elevan la narración y transforman la visión de esta película en una experiencia sensorial de primer orden.
Aquellos que busquen películas tibias que no supongan ningún esfuerzo mental odiarán esta película. Pero aquellos espectadores dispuestos a aceptar que una película es también una invitación al disfrute de la belleza de lo desconocido gozarán y sufrirán con Nickel boys.
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