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El bloc del cartero

Riesgos

Lorenzo Silva

Viernes, 04 de Octubre 2024, 09:09h

Tiempo de lectura: 7 min

Cada vez que llegan a nuestro televisor las imágenes que nos muestran cómo el jinete del Apocalipsis cabalga por el Líbano deberíamos recordar que en medio de esa reyerta, tan enconada como insoluble, hay varios centenares de conciudadanos de uniforme, enviados allí bajo el mandato de una misión de la ONU que no podrá decirse que haya sido del todo inútil, pero tampoco que se haya visto coronada por el éxito. Como subraya un lector, a ninguno de ellos se le reconoce como ejerciente de una profesión de riesgo, aunque el contingente haya sufrido bajas en el pasado y ni desde Israel ni desde las posiciones de Hezbolá se arroje confeti. Alguien debería explicar la paradoja, pero para ello sería necesario que sintiera una presión que la sociedad española está hoy muy lejos de ejercer.


LAS CARTAS DE LOS LECTORES

No es profesión de riesgo

Parece ser una profesión tranquila para el Gobierno, pese a que participan cuando las cosas se ponen feas, ya sea en territorio nacional o en zonas de conflicto: Bosnia-Herzegovina, Kósovo, Afganistán, Irak, Mali o Líbano. En todas ha habido muertos. En este último país hay más de 600 militares españoles desplegados en la frontera sur en misión de la ONU. En esta zona, Israel está bombardeando las posiciones de Hezbolá, desde las que esta milicia lanza misiles al país judío, con el consiguiente riesgo para nuestros soldados. En 2007 murieron seis soldados de la Brigada Paracaidista en un atentado a un blindado, también en 2015 falleció un cabo que estaba en la posición 428 en un enfrentamiento entre Hezbolá y el ejército israelí. La ministra de Defensa confirma la compleja situación de nuestros soldados, pero el Gobierno sigue sin reconocerles la suya como profesión de riesgo en las Fuerzas Armadas. Es curioso que al militar, nada más ingresar en las Fuerzas Armadas, le dan un fusil como herramienta de trabajo, no una tablet ni un móvil como a los diputados, por algo será. Cada vez que surge una incidencia grave y peligrosa se tira de los militares, ya sean pandemias, incendios, inundaciones, volcanes, temporales de frío, olas de calor o apoyo a las Fuerzas de Seguridad del Estado. Curiosamente, a los funcionarios de estas tampoco se les considera la suya como profesión de riesgo.

Agustín Aznar Sánchez. Zaragoza


Viviendo y vivienda

Aunque aparenten llevarse, son pareja cada vez peor avenida, merced a una forma un tanto clasista de entender el libre mercado habitacional. Leo en la prensa vasca: «El precio de la vivienda registra en Euskadi su mayor ascenso desde 2007 al subir un 8,5 por ciento. Detrás de este incremento está la falta de oferta y una demanda muy activa». De esta coyuntura negativa para la mayoría de las economías familiares del país (excepto para grupos inmobiliarios receptores de esa demanda «muy activa»), nace la exigencia de Yolanda Díaz al presidente del Gobierno para que se cumpla bajo pena el artículo 47 de la Constitución y la Ley de la Vivienda en todas las Comunidades Autónomas. Ni poner tope al alquiler ni declarar zonas tensionadas ni regular el mercado; que siga libre a la par que la fiscalidad del Estado. Cuando el hecho de comprar una vivienda sin justificar su necesidad inmediata resulte más gravoso que la rentabilidad obtenida con su alquiler o reventa, se solucionaría ipso facto el creciente problema habitacional derivado de que cada vez hay más gente sin piso a la vez que más pisos sin gente. Sería la fórmula autorreguladora de los precios del mercado libre para un bien de primera necesidad, a la vez que cerraría la brecha social y nutriría las arcas del Estado.

Iulen Lizaso Aldalur. Hernani (Guipúzcoa)


Activismo y discrepancia 

Existen activistas que, por tener fortuna patrimonial, creen poder imponer su criterio a todos y sin límites: lo intentan con prepotencia, subidos a púlpitos de soberbia, tantas veces disfrazando sus violentos discursos con causas de aparente benevolencia o fácil adherencia. No dudo que a usted, querido activista, le parezca su causa noble. Que usted juzgue públicamente a toda la sociedad de equivocarse al no apoyarle mayoritariamente, no es lógico ni justo: tal vez a usted no le estén criticando por su postura, sino por comportarse como el talibán intransigente de una causa que, aunque fuera justa, queda empañada por su actitud soez y prejuiciosa con quienes discrepan respetuosamente.

Samuel García Moreno. Logroño


La balada de Narayama

La película “La balada de Narayama” (Keisuki Kinoshita, 1958)   relata la cruda realidad de un pueblecito  japonés situado en la ladera de una montaña (Narayama). Al cumplir los  70,  todos los habitantes, deben subir por sus propios medios,  o  ajenos,  a la cumbre  y esperar  una muerte horrible por inanición  y abandono.  Sólo uno de ellos se resiste a llevar a su madre, a pesar de que ella quiere cumplir con la ¿tradición? Por desgracia, en nuestra sociedad también tenemos un Narayama al que eufemísticamente, llamamos “residencias de la tercera edad”. Allí abandonamos a nuestros mayores. No es una crítica. Ya sé que estamos inmersos en nuestro trabajo, en nuestros hijos y en nuestros… “enmerdes”.  Pero lo cierto es que aunque, en los mejores casos, las instalaciones y los recursos de estas residencias sean extraordinarios y nuestros mayores no mueran por inanición ni otras necesidades físicas, hay algo que estos  modernos Narayama no pueden suministrar, el cariño cotidiano y recíproco de aquellos  familiares  a los que estos ancianos dedicaron sus vidas.  La falta de cariño mata. Hemos modernizado el abandono. Repito. No es una crítica, es una constatación.

José María Lorente Hernandis. Valencia


Para debate

No sé con qué método, pero tras leer un estudio, deduzco que hoy a nuestros niños pudieran estar enseñándoles con la 'Matemática Moderna'. Sea así o no, me sirven los razonamientos de quienes están en contra de este modo de enseñar la aritmética y piden volver al método tradicional por el que aprendimos desde mediados del siglo pasado y  nuestros hijos a finales del mimos. Lo común entre uno y otro es que se obtiene el mismo resultado numérico final. La diferencia entre uno y otro es que, con el sistema tradicional, se aprende el cómo obtener ese resultado último memorizando la operatividad y los resultados parciales como 2 x 3 = 6 (repitiendo una y otra vez la tabla hasta dominarla) y con el moderno se debe entender y razonar con cada operación el porqué. El hábito operativo de una aritmética como medio crea mecanismos mentales para deducir sin razonar. Tomado como fin, a una mente adolescente en formación y ejercitada desde el razonamiento matemático, a la hora de reflexionar sobre materias de contenido social y humano, bien pudiera restarle creatividad, capacidad crítica y de análisis y dificultarle la comprensión lectora. «El educador clásico sabe que lo importante no es comprender la aritmética, sino utilizar la aritmética para comprender». Me viene el ejemplo de ¿qué sería de nuestra mente, si en vez de memorizar los pasos operativos de cada aplicación del móvil los tuviésemos que comprender y razonar?

Iulen Lizaso Aldalur. Hernani (Guipúzcoa)


Redes que mejoran la vida

La percepción general de las redes sociales suele ser bastante negativa. No sin razón, ya que a menudo son fuente de enfrentamientos y tensiones en distintos ámbitos, especialmente en la política. Sin embargo, a veces las redes son como ese vecino al que acudimos para pedir sal. Basta con deslizar el dedo, y de repente estamos leyendo sobre el último avance en biotecnología... o aprendiendo cómo quitar una mancha de vino tinto de nuestra camisa favorita. Aunque criticadas, también nos han convertido en expertos improvisados de la vida cotidiana. Los foros y grupos nos sacan de apuros cuando nuestro ordenador se rebela, y ¿quién tiene el hábito de leer los manuales de los aparatos que compramos? Es en las redes donde encontramos soluciones rápidas y efectivas. En el mundo científico, las redes sociales han democratizado la divulgación, permitiendo compartir información crucial que mejora nuestra salud y calidad de vida. Para algunos, son una distracción, pero para otros, son una poderosa herramienta de conocimiento y colaboración. Todos hemos recurrido alguna vez a ellas para resolver un problema doméstico o laboral. Ese es el otro lado de unas redes que, lejos de ser solo un foco de controversia, también pretenden facilitar y mejorar la vida de las personas. En el mundo digital, se trata de compartir y colaborar, a diferencia del ámbito político, donde el objetivo parece ser más un 'juego de tronos'.

Pedro Marín Usón. Zaragoza


LA CARTA DE LA SEMANA

Apenas unos segundos

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+ ¿Por qué la he premiado?

Por abrirnos las puertas de ese coche, que los demás siempre vemos desde fuera.

Abres la puerta, te sientas, conectas el sistema de comunicaciones, compruebas que llevas todo: etilómetro, drogotest, linternas, tablet, impresora portátil... Miras a tu compañero, al volante; enciendes las transmisiones y arrancamos. Ocho horas por delante sin saber qué nos deparará el servicio. Empiezan las comunicaciones; por ahora, vamos librando. Hablamos de la familia, de política, de las guerras, de fútbol, contamos unos chistes, oímos la radio, la tarde va tranquila. Encontramos a una señora con un vehículo averiado dificultando la circulación. Teo regula, le pregunta si necesita algo; yo empujo y aparto su coche a un lugar seguro; ella ya ha llamado a la asistencia. Suena, entonces, nuestro indicativo, debemos ir a 36 kilómetros de allí, accidente con dos posibles fallecidos… Se nos cambia el rictus. No tiembla el pulso: 37 años de Servicio. La vida sigue. Hoy cenaremos sabiendo que, entre la vida y la muerte, a veces, apenas distan segundos. Buen servicio, compañeros.

 Miguel Rodrigo Pareja. Burgos