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Reinos de humo

El bacalao y las heridas

Benjamín Lana

Viernes, 05 de Julio 2024, 09:17h

Tiempo de lectura: 1 min

Lo único que nos faltaba a los amantes de los mares y de sus habitantes —tanto cuando son fauna salvaje como cuando terminan en el plato— es descubrir que, además de alimentarnos mejor que ninguna otra proteína de la tierra, nos pueden ayudar a curar infecciones y dolores. Para los vascos, la piel del bacalao es una cosa muy seria porque sabemos que sin ella, sin su gelatina, no existiría el pilpil y el mundo sería mucho más triste.

Lo que desconocíamos es que sirve también para cicatrizar heridas difíciles, por sus propiedades antiinflamatorias, antimicrobianas y promotoras de la cicatrización. Su estructura es muy similar a la de la piel humana, dicen, lo cual facilita su integración en el tejido y promueve una curación más natural sin generar el rechazo de otros materiales sintéticos. 

Para los vascos, la piel del bacalao es una cosa muy seria porque, sin ella, no existiría el pilpil y el mundo sería mucho más triste. Lo que desconocíamos es que sirve también para cicatrizar heridas

Ya hay un laboratorio islandés llamado Kerecis que lo comercializa como medicamento. Sigo sin salir de mi asombro al conocer que algunas enzimas de los pescados son eficaces agentes contra los virus y que las cáscaras de langostinos y gambas tienen propiedades antiinflamatorias y contra el dolor. El quitosano, una fibra natural que se encuentra en el exoesqueleto de los camarones y cangrejos, ayuda a la absorción de grasa, genera sensación de saciedad y regula el colesterol malo.

Gloria bendita, señores. Si se me permite la broma, para disfrutar nos comeremos primero la carne bien cocidita o pasada por la parrilla y, después, su cáscara para adelgazar. ¿Será que chupar las cáscaras va a ser un regalo para el paladar, pero también para perder michelines? No nos hagamos ilusiones… Dice la ciencia que no hay manera de extraer el famoso quitosano solo chupando. Al menos, disfrutaremos.