El futuro contra las sequías ya está aquí Next Spain | Valencia Los científicos consiguen ‘cosechar’ agua potable del aire
¿Puede el aire calmar nuestra sed? El cambio climático y las sequías exprés hacen que el agua potable sea cada vez un bien más escaso... y más valioso. Científicos de todo el mundo trabajan en sofisticados procesos de condensación para lograr que podamos ‘beber el aire’. Con motivo del próximo NextSpain, que se celebra el 5 de julio en Valencia, en torno al agua, analizamos este esperanzador fenómeno.
Es como el material que se usa en los pañales desechables, pero mucho más absorbente. Ingenieros del Instituto Tecnológico de Massachusetts acaban de sintetizar una sustancia que puede atrapar una cantidad récord de humedad del aire. Se trata de un hidrogel, un material transparente y elástico semejante al de los pañales. El equipo mejoró la capacidad de absorción del hidrogel al añadir cloruro de litio, un tipo de sal.
A medida que este nuevo compuesto absorbe el vapor de agua, se expande y deja espacio para retener más humedad, incluso en condiciones extremas, con un 30 por ciento o menos de humedad relativa, como las que se dan en el desierto. Lo que se obtiene es un agua condensada y ultrapura que luego puede calentarse para ser recolectada y consumida.
El condensador creado por los investigadores suizos de ETH Zurich logra cosechar agua las 24 horas del día
Solo es el último ejemplo de cómo los científicos están desarrollando nuevos métodos y materiales para convertir la humedad ambiental en una fuente de agua para beber. Cosechadoras de niebla, paneles que captan el rocío, potabilizadoras portátiles… Investigadores de la Universidad de California (Berkeley) han inventado una especie de cantimplora que se autoabastece con el vapor de agua que cosecha. Se basa en un material muy poroso llamado 'estructura metal-orgánica' (MOF, por sus siglas en inglés).
El recolector funciona las 24 horas del día, impulsado por una pequeña batería solar. La start-up Water Harvesting, que ha diseñado el prototipo y lo ha probado en el desierto de Mojave, asegura que es capaz de suministrar de 7 a 10 a litros de agua diarios, y proyecta versiones más grandes para comunidades y hogares que proporcionarán hasta 250 litros al día.
El 1 por ciento de la atmósfera es vapor de agua. Proporcionalmente no parece gran cosa, pero es el tercer gas más abundante en la capa más cercana a la corteza terrestre, hasta los 2000 metros de altura. Así que merece la pena fijarse en él, sobre todo teniendo en cuenta que, aunque dos tercios de la superficie del planeta están cubiertos de agua, solo un 2,5 por ciento de esa agua es dulce, y apenas un 0,3 por ciento es apta para el consumo.
Un humano, 30 litros
Cada ser humano necesita 30 litros de agua diarios para beber, asearse y cocinar. Es el mínimo vital que establece la ONU. Pero 2300 millones de personas (el 30 por ciento de los habitantes del planeta) carecen de acceso a agua potable y no contaminada. Y la mayoría tiene que soportar largos viajes de ida y vuelta hasta las fuentes y depósitos de los que se abastecen, a veces de más de seis horas, para transportarla a casa.
El cambio climático ya está produciendo sequías 'exprés' que afectan, en periodos cortos de tiempo, a las precipitaciones y cosechas en lugares que antes no tenían esos problemas, así como olas de calor que comprometen la situación de embalses y pozos, y que se agravarán en los próximos años. La agricultura intensiva, además, está nitrificando y salinizando muchos acuíferos, el agua que debería garantizar la seguridad hídrica de las próximas generaciones.
Aunque dos tercios del planeta son agua, solo el 0,3 por ciento es apta para el consumo. es hora de mirar arriba: el 1 por ciento de la atmósfera es vapor de agua...
¿Será suficiente nuestro ingenio tecnológico para sobrevivir si las aguas superficiales y subterráneas están comprometidas o solo se trata de parches de emergencia? Es un debate abierto. Es cierto que la tecnología de los compuestos porosos, sobre todo MOF (polvos metálicos como el circonio) e hidrogeles, se ha desarrollado extraordinariamente en los últimos años. Su configuración es similar a la de esponjas.
En esencia, son moléculas absorbentes que están dispuestas sobre una placa condensadora y que atrapan a otras moléculas, en este caso de agua, pero también podrían modificarse con el fin de captar dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Para realizar su cometido, estos dispositivos necesitan energía. Que su uso pueda generalizarse dependerá de que esta energía sea sostenible y barata. La mayoría de los prototipos se decanta por la solar, que suele ser la más abundante en regiones desérticas.
Omar Yaghi, químico que dirige el proyecto de la Universidad de Berkeley, es optimista: «En el futuro, los hogares que no tengan acceso a la red de agua potable podrán satisfacer sus necesidades gracias a esta agua personalizada, fuera de los circuitos habituales». Otros expertos, sin embargo, consideran que encomendarse a estas máquinas, más allá de casos de emergencia o donde no hay otra alternativa, sería una temeridad. Por tanto, más nos vale que cuidemos de nuestros ríos y acuíferos.
El agua condensada es más barata que la embotellada
Estos dispositivos generan agua destilada, como los aparatos de aire acondicionado, así que es necesario añadirle sales y minerales si se destina al consumo humano, para evitar desequilibrios electrolíticos en el organismo. ¿Cualquiera que lo necesite tendrá acceso a ella o solo el que pueda pagarla? Hagamos cuentas. El agua que sale del grifo en España cuesta de 2 a 3 euros por metro cúbico (mil litros). El precio del agua condensada a partir de aire depende del precio de la electricidad, pero ronda de media unos 30 euros.
Diez veces más que la del grifo. Cara, sí; pero no tanto como la embotellada, que cuesta, como mínimo, unas cien veces más. Son precios para el consumo humano. En agricultura, no son rentables. Cada metro cúbico de regadío le sale al agricultor por unos 4 céntimos; y si es desalada, en torno a 50, pues el proceso de ósmosis, el más generalizado, requiere una gran cantidad de energía para aplicar la presión necesaria hasta separar la salmuera.
No obstante, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo ya está impulsando plantas desalinizadoras alimentadas con energía solar y, por tanto, más sostenibles, en países con graves problemas hídricos, como Bangladés.
Los expertos también proponen complementar estas tecnologías novedosas con soluciones milenarias, como la captación de agua de lluvia en aljibes y cisternas en los hogares y comunidades de vecinos. Porque el cambio climático también está provocando que las precipitaciones tengan, cada vez más, un carácter torrencial, y los embalses no son capaces de aprovechar en su totalidad las aguas de crecidas y riadas.
El problema es global. En las urbanizaciones de California y en las aldeas de Kenia, cada vez se ven más depósitos de captación de aguas pluviales. No hay recurso más precioso para ricos y pobres.
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