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Detener a los violadores rusos

Las violaciones por parte de las tropas rusas se cuentan ya por miles en Ucrania mientras crecen las denuncias y la indignación internacional por su uso como arma de guerra por parte de Putin.

Sábado, 21 de Mayo 2022

Tiempo de lectura: 3 min

Violar a las mujeres es una práctica bélica tan antigua como la propia guerra. Hasta la Biblia –por boca de Zacarías e Isaías– habla de ello. La humanidad, sin embargo, no lo consideró crimen de guerra grave hasta los años noventa, al hilo de las violaciones masivas destapadas en los conflictos de los Balcanes (más de 50.000) y Ruanda (más de 250.000). Nada que impida a las tropas rusas volver a utilizarlo contra las mujeres en Ucrania; muchas veces ante sus propios hijos.

Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Naciones Unidas y ONG locales documentan ya millares de ellas, al tiempo que se envían decenas de miles de kits antiviolación. Demasiado tarde para evitarlas, pero útiles para interrumpir embarazos no deseados mediante píldoras abortivas y limitar con fármacos adecuados las enfermedades de transmisión sexual. El impacto psicológico, sin embargo, tiene más difícil solución.

Violar en grupo es un modo de mantener la cohesión y la lealtad entre las tropas

Dada la magnitud de lo ocurrido en Ucrania, dicen las organizaciones internacionales y gobiernos como el británico, todo indica que las violaciones de los soldados rusos, lejos de ser iniciativas individuales, son una herramienta más en el amplio arsenal de guerra de las tropas de Putin.

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Las violaciones como arma. Dos soldados rusos acosan sexualmente a una mujer en Leipzig, hacia 1945. |GETTY IMAGES

No es la primera vez, de hecho, que los rusos utilizan las violaciones sistemáticas como arma de guerra. Lo hicieron en Chechenia y, mucho antes, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la ocupación de Alemania por parte del Ejército Rojo y los Aliados vino acompañada de una ola de violencia sexual sin precedentes en la historia. La inmensa mayoría de estos actos forzados, según los diversos estudios realizados al respecto, fueron ejecutados por los soldados soviéticos, a quienes se les ha llegado a atribuir unos dos millones de violaciones.

Los soldados soviéticos se estima que violaron a unos dos millones de mujeres durante la Segunda Guerra Mundial

El pensamiento militar en muchos países promueve este tipo de prácticas por parte de sus tropas como un medio para aumentar su moral y minar la del enemigo. Violar en grupo promueve, además, una camaradería masculina entre los autores de las agresiones, realizadas muchas veces por turnos. Compartir fechorías sería, pues, un modo de mantener la cohesión y la lealtad entre los subordinados.

Pero hay más. Aterrorizar y causar un daño de por vida a las mujeres es otro de los objetivos; que carguen con hijos del enemigo. A lo que la activista croata Rada Boric, decisiva en la investigación de las múltiples violaciones durante la guerra de los Balcanes, añade: «Las mujeres son las encargadas de reproducir biológicamente la nación y de perpetuar sus valores. Y al atacarlas se busca también fulminar el sentido de pureza étnica de una comunidad». Es decir, violar a las mujeres como un modo de humillar al enemigo.

Se están enviando miles de kits antiviolación para ayudar a las ucranianas

Mientras tanto, crecen las protestas contra este tipo de crímenes en ciudades como Tallín, Nueva York, Panamá o Vilna. A esta última concentración en la capital lituana pertenece la fotografía de arriba, en la que un grupo de mujeres se plantó ante la Embajada rusa en ropa interior, manos atadas a la espalda y la cabeza cubierta con bolsas negras, representando la indefensión de las víctimas del conflicto actual, para exigir que se detengan las violaciones sistemáticas en Ucrania. De momento, en vano. El Kremlin, de hecho, niega todas las acusaciones.