Alternativa a las residencias Village Landais El pueblo en el que todo el mundo tiene alzhéimer... y autonomía
Comprar el pan, cuidar del huerto o salir a tomar un café pueden parecer rutinas cotidianas, pero en Village Landais son un desafío: todos sus habitantes padecen alzhéimer. Y, sin embargo, superan la prueba cada día gracias a un proyecto innovador como pocos. Entramos en esta inspiradora alternativa a las residencias tradicionales.
Viernes, 08 de Septiembre 2023
Tiempo de lectura: 5 min
El pequeño supermercado de Landais, en Dax, un pueblo rodeado de bosques en el suroeste de Francia, se ha llenado repentinamente. Son las once de la mañana y los vecinos recorren los pasillos cargando sus carritos con pan, queso, leche o galletas. Una escena, la de la compra diaria, que podría pasar por cotidiana en cualquier otro pueblo pero que aquí se vuelve diferente si nos fijamos en los detalles. No hay caja registradora, los productos no están etiquetados con el precio, nadie tiene prisa y junto a cada persona mayor con la lista de la compra en la mano hay un acompañante algo más joven que le guía con amabilidad. Estamos en Village Landais y aquí todos sus habitantes tienen alzhéimer.
Con su plaza principal decorada con soportales y arcos, huerto con hortalizas y plantas aromáticas, gimnasio, peluquería y hasta su propio bar, los 120 vecinos de este pueblo disfrutan de una filosofía médica y terapéutica que les permite seguir realizando en libertad pequeñas tareas que, lejos de considerarse rutinarias, a ellos les dan la vida. Eso sí, siempre bajo la supervisión de profesionales médicos y voluntarios que, vestidos con ropa de calle, se encargan de atenderles y ayudarles en cada una de sus actividades cotidianas.
El coste de vivir en Village Landais es de 2000 euros al mes, pero puede bajar a 250, según la renta. Está subvencionada por el estado que, a cambio, investiga la enfermedad
Hablamos de un sueño hecho realidad: el de Henri Emmanuelli, un antiguo diputado del departamento de Las Landas que, inspirado en la aldea holandesa para personas con demencia de Weesp, cerca de Ámsterdam, quiso ofrecer una alternativa a las residencias tradicionales y demostrar que la autonomía enriquece a los enfermos de alzhéimer.
Menos hospital y más barrio
Village Landais abrió sus puertas en 2020, tres años después del fallecimiento de Emmanuelli. Consciente del envejecimiento de la población en Las Landas, el diputado francés se propuso diseñar un espacio donde sus habitantes pudieran vivir con la mayor independencia posible dentro de un recinto seguro. Un lugar que se pareciera menos a un hospital y más a un pequeño barrio. Por eso, en el ‘pueblo francés del alzhéimer’, el personal médico no lleva batas blancas y las visitas se realizan a domicilio, no hay exámenes en una consulta.
Sus dieciséis casas compartidas están agrupadas en cuatro pequeños vecindarios y cada una cuenta con dos miembros del personal formados en disciplinas como terapia ocupacional o gerontología. Las viviendas son de una sola planta y en las zonas comunes hay paredes a media altura para que nadie tenga la sensación de estar encerrado. Las habitaciones cuentan con un cuarto de baño propio y están decoradas con muebles de segunda mano y objetos personales de los residentes. Todo aquí está diseñado para convencer a sus habitantes de que poco ha cambiado con respecto a sus vidas anteriores.
Los defensores de este tipo de atención argumentan que, para las personas con demencia, los riesgos de deshumanización institucional son más grandes que el peligro de que puedan cortarse la mano cocinando o caerse al salir a pasear. Por eso, muchas de las actividades comunes del centro también se han proyectado para recrear la atmósfera de un pueblo cualquiera. Los residentes pueden cuidar del huerto, visitar a Junon y Jasmine –los dos burros que mantienen el césped bajo control–, cortarse el pelo en la peluquería o dar una clase de baile en el gimnasio.
Incluso hay herramientas terapéuticas, como el vagón verde ubicado en medio de la biblioteca, con una pantalla que reproduce imágenes grabadas desde un tren mientras avanza por un bosque. Según los psicólogos del centro, el simulacro de viaje hace que las personas rebajen la ansiedad.
La escena de familiares compartiendo la comida con los residentes en el restaurante también es muy común. Y esa es otra de las grandes diferencias. Si van al hospital, los enfermos se pueden sentir perdidos y desorientados, pero aquí sus seres queridos están autorizados para quedarse el tiempo que sea necesario y compartir experiencias con ellos.
El coste de vivir en Village Landais es de unos 2000 euros al mes, pero las plazas están condicionadas a los recursos económicos de las personas que no pueden permitirse una asistencia privada cara y la cuota mensual se puede llegar a rebajar hasta los 250 euros al mes. Los costes de su funcionamiento superan los seis millones de euros al año, de los cuales unos dos tercios proceden de las arcas públicas.
En contraprestación, los investigadores están estudiando las experiencias de los aldeanos para evaluar el impacto de este modelo residencial innovador: desde sus problemas de conducta hasta el uso de medicamentos y los niveles de depresión y ansiedad. La investigación sobre los resultados médicos aún está en curso, pero solo un año después de que los primeros residentes entraran en el pueblo, sus familiares ya informaron de grandes mejoras en su estado de ánimo y su capacidad de comunicación.
Y, aunque son muchas las dudas que surgen sobre si un modelo así podría implementarse a gran escala, otro grupo de investigadores ya está estudiando su viabilidad económica. La clave está en comprobar si el ahorro médico derivado de una menor cantidad de visitas al hospital o la reducción en el uso de medicamentos compensará algunos de estos gastos. De momento y según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 55 millones de personas en todo el mundo están diagnosticadas de alzhéimer y cada año se detectan diez millones de casos nuevos. Algo nos dice que pueblos como Landais merecen, al menos, una oportunidad.
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