El Festival Internacional GETXOPHOTO, ya abierto hasta el 26 de septiembre, cumple tres lustros, confirmándose como una de las citas más prestigiosas, originales y esperadas del campo de la imagen contemporánea en nuestro país. Repasamos la historia de una ciudad enamorada de la fotografía.
Martes, 07 de Septiembre 2021
Tiempo de lectura: 5 min
Cada final del verano, el mismo idilio. Desde hace 15 años, Getxo mantiene su singular romance con la fotografía y el mundo de las imágenes en su más amplio sentido. La ciudad entera se convierte en un gran espacio expositivo a cielo abierto por el que
Cada final del verano, el mismo idilio. Desde hace 15 años, Getxo mantiene su singular romance con la fotografía y el mundo de las imágenes en su más amplio sentido. La ciudad entera se convierte en un gran espacio expositivo a cielo abierto por el que sus habitantes se mueven encontrando a cada paso diversas miradas y perspectivas a un mismo tema en torno al cual los más prestigiosos fotógrafos y artistas visuales de todo el mundo reflexionan con sus imágenes. Este año —el decimoquinto del festival— el tema es Compartir. Todo un guiño a lo que más ha hecho y hace con su espacio público este municipio vasco. Las fotografías toman realmente la ciudad.
Y la toman desde los más inesperados formatos, soportes y lugares no convencionales: las mesas de las cafeterías, las bolsas de residuos, los contenedores, los posavasos de los bares, las boyas del puerto viejo, los surtidores de gasolina, los patios de los caseríos, los muros de la ría, las fachadas de los edificios públicos, las copas de los árboles sobre las que por la noche se proyectan imágenes, los escaparates de las tiendas, el paseo de la playa de Ereaga, el acceso al metro... Todo en Getxo entabla un diálogo con los contenidos visuales puestos en circulación.
Las imágenes toman la ciudad desde los más inesperados formatos, soportes y lugares no convencionales: las mesas de las cafeterías, las bolsas de residuos, las boyas del puerto viejo, los surtidores de gasolina, las copas de los árboles por la noche...
Con una programación mayoritariamente compuesta por instalaciones y actividades al aire libre, sus organizadores escenifican así, cada septiembre desde 2007, una radical defensa del espacio público frente a su creciente homogeneización y privatización, dicen.
«Buscamos poner de relieve el vínculo entre la imagen y el entorno y generar a la vez una relación más horizontal y participativa con los públicos», explican desde el colectivo Begihandi, fundador y gestor del festival, dirigido desde sus inicios por Jokin Aspuru.
El eje temático de cada año suele ser amplio y transversal, capaz de abarcar muy diversos enfoques, en los que caben la denuncia, el humor, la reflexión conceptual, el reporterismo más puro...
Para ellos, el espacio urbano —dicen— es un lugar de encuentro, de reconocimiento mutuo y campo de experimentación, juego y celebración en el que plantear, en cada edición, un tema, propuesto por un comisario invitado, que se mantiene durante tres ediciones como director artístico del festival.
El tema elegido suele ser amplio y transversal, capaz de abarcar muy diversos enfoques, en los que caben la denuncia, el humor, la reflexión conceptual, el reporterismo más puro, y que pueden ser plasmados en los diferentes medios del campo de la imagen: fotografía, vídeo, archivo, instalación, arte digital.
La edición del año pasado, '¡A la calle!', marcada por el postconfinamiento fue la más digital y participativa de todas. Incluso 45 comercios colaboraron como pequeñas sedes de exposición
«Entendemos la imagen como un medio para abordar, vivir y enfrentar las grandes cuestiones que nos afectan. Por eso la programación de cada edición se articula en torno a un tema específico, siempre de interés general, visto a través del trabajo de artistas venidos de distintos contextos que apuestan por narrativas multidisciplinares».
Algunos de esos temas tratados han sido: Mutaciones, Elogio del ocio, Elogio de la vejez, Elogio de la infancia, Sueños. Luchas, Viajes, Tiempo, Post Conflicto, Post Globalización, Post Homo Sapiens... Gracias a la calidad de su contenido, a la innovación en los formatos y a las numerosas actividades paralelas que se desarrollan durante todo el mes de septiembre, Getxophoto se ha ganado el reconocimiento internacional, logrando seducir a las más relevantes figuras para participar con sus trabajos o para ser jurados o comisarios.
Desde su creación, Getxophoto ha sido comisariado por Alejandro Castellote (2007-2009), Frank Kalero (2010-2012), el mítico Christian Caujolle (2013-2015), el propio Jokin Aspuru —en 2016, como excepción, por el décimo aniversario del festival—, Monica Allende (2017-2019) y, desde la edición pasada y hasta la que viene, incluida, por Jon Uriarte.
Con una clara y potente perspectiva internacional, el festival está no obstante arraigado en lo local y lo regional, basado en una cultura de proximidad en la que el centro es la ciudadanía
Con mayor intensidad desde el comienzo de la pandemia, Getxophoto ha ido ampliando también cada vez más su alcance en Internet, con un programa específico on-line que incluye diferentes aproximaciones: realidad aumentada, podcasts, apps, memes, maquetas 3D o retransmisiones en directo.
La edición del año pasado, ¡A la calle!, marcada por el postconfinamiento, ya fue, de hecho, la más digital y participativa de todas las realizadas, con variadas actividades virtuales y en las que incluso 45 comercios colaboraron como pequeñas sedes de exposición. Centenares de getxotarras enviaron, además, capturas de pantalla de las videollamadas que mantuvieron durante el confinamiento y una treintena de ellas fueron seleccionadas para ocupar la fachada del edificio municipal de la calle Urgull.
Gracias a la calidad de su contenido, a la innovación en los formatos y a las numerosas actividades paralelas que se desarrollan durante todo septiembre, Getxophoto se ha ganado el reconocimiento internacional
Y es que esta es otra de las singularidades de Getxophoto: se trata de un festival con una clara y potente perspectiva internacional, pero arraigado en lo local y lo regional, basado en una cultura de proximidad en la que el centro es la ciudadanía. La implicación activa de la comunidad en la que se desarrolla el festival y el retorno social a través de su vinculación local (comerciantes, hosteleros, artistas o aficionados) son dos pilares claves de un evento que ha buscado, y conseguido, impulsar la promoción económica y turística de este pequeño municipio vizcaíno.
En una época de alta «polución visual» como la que vivimos, para utilizar un término acuñado por el destacado pensador Joan Fontcuberta, él mismo arriesga dos actitudes para los creadores visuales contemporáneos: ante el exceso de imágenes hemos de identificar más que nunca cuáles son las que faltan; y, por otro lado, tener presente que no todas las imágenes tienen el mismo valor.
El propio Fontcuberta ha explicado, de hecho, que el tan manido concepto de 'postfotografía' es un término que aparece en los textos teóricos de finales de los años 80 y que él propone entender no tanto como la fotografía que llega después de la fotografía, sino como «la fotografía que se agazapa detrás de la fotografía». «No es una cuestión cronológica —dice—, sino más bien filosófica. (...) La dictadura de las pantallas impone un nuevo orden visual».
Dentro de ese nuevo orden, Getxophoto parece suscribir y cumplir varias de las actitudes a adoptar que Fontcuberta propone en su Decálogo postfotográfico, de las que cabe destacar dos: en la dialéctica de lo social, la creación postfotográfica pasa por «superar las tensiones entre lo privado y lo público»; en la experiencia del arte, por «privilegiar prácticas de creación que nos habituarán a la desposesión: compartir es mejor que poseer».
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