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El fin de la atención al cliente. ¿Le importa realmente a alguien tu llamada?

Un fenómeno global

El fin de la atención al cliente. ¿Le importa realmente a alguien tu llamada?

Mekakushi

Llamadas en espera eternas, líneas ocupadas, teleoperadores virtuales que no comprenden... No es que los ciudadanos tengamos menos paciencia. La atención al cliente se ha deteriorado. Y la ley que debía protegernos lleva en un cajón tres años, en espera... Como las quejas de los clientes. Te lo contamos.

Viernes, 08 de Marzo 2024

Tiempo de lectura: 11 min

Reservas una cita para que te reparen la lavadora. La compañía confirma que te enviará a un técnico el jueves; que llegará en cualquier momento entre las nueve de la mañana y las seis de la tarde. No te queda más remedio que pedir un día de asuntos propios en la oficina y quedarte en casa. A las seis menos cuarto recibes un mensaje para indicarte que la cita ha sido cancelada.

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+ Arturo Pérez-Reverte ya lo avisaba...

La tecla maldita (2002), Pingüinos y parafina (2002) y Diálogo para besugos (2004) 


Con inevitable frustración llamas al servicio de atención al cliente. Hilo musical. De vez en cuando, una voz enlatada: «Estamos experimentando un alto volumen de llamadas. Alguien estará contigo en breve». Más musiquita... Tus pulsaciones se elevan a cada minuto que pasa. Cuando, por fin, una persona responde, intentas dominarte para hablarle con educación hasta que sospechas que tu interlocutor no es una persona... Estallas. ¿Pero qué sentido tiene cantarle las cuarenta a un robot? Exiges hablar con un ser humano. Entonces te transfieren a otro departamento y luego la llamada se corta.

Los teleoperadores tampoco lo tienen fácil: los recortes los obligan a atender una media de tres llamadas a la vez. Y la rotación del personal es tan alta que muchos no tienen la preparación suficiente

No, no es la secuela de una novela de Kafka. Sucede un día sí y otro también. En España, la última oleada 2023 del estudio de la Asociación Proderechos Civiles, Económicos y Sociales (Adeces) señala que los tiempos medios de atención telefónica de las compañías de seguros rozan los 6 minutos y se pueden alargar hasta 36. En las empresas energéticas, las demoras se pueden ir por encima de los 16 minutos. En cuanto a las operadoras de telefonía, pueden llegar a los 12. Y luego tardan 88 horas en resolver una incidencia; eso cuando la resuelven...

El deterioro del servicio de atención al cliente no es un fenómeno español. Es global. Y la mayoría de los sectores se ve afectado: telecomunicaciones, eléctricas, asistencia técnica, tiendas, empresas de reparto...

La apuesta de las empresas

La nueva inteligencia artificial te va a atender mejor... ¿En serio?

«Lo siento, no le he entendido, ¿puede repetir?». Cualquiera que haya intentado contactar con una empresa a través de un chat ha entrado alguna vez en este bucle. Hay tres razones: los chatbots tradicionales están diseñados para parecer humanos, pero desde luego no lo son, lo que genera en el cliente expectativas poco realistas. Los chatbots se basan en reglas fijadas por el programador:... Leer más

Las estadísticas apuntan a una auténtica debacle a ambos lados del Atlántico. En Estados Unidos, el principal barómetro sobre la satisfacción del cliente, ICS, está en su punto más bajo desde 2006. En cuanto a Reino Unido, un 34 por ciento de los encuestados experimentó algún problema en la entrega del último paquete, según un estudio de Citizens Advice. Entre las quejas más comunes: que los paquetes se dejan en lugares inseguros o llegan tarde, y que a muchas personas (sobre todo mayores y discapacitadas) ni siquiera les da tiempo a responder cuando el repartidor llama a la puerta. Cuando abren, se encuentran con una nota en el felpudo. Y les tocará desplazarse a un desangelado polígono o volver a programar la entrega.

Pero el estudio más llamativo es la Encuesta nacional sobre la ira del cliente (tal cual), y lleva midiendo el grado de cabreo de los consumidores norteamericanos desde hace dos décadas. Nunca hubo tanta crispación como ahora. El 63 por ciento de los estadounidenses se ha enfadado con el empleado que lo atendía y uno de cada cinco reconoce haberse comportado de manera grosera o incluso agresiva en el último año. El porcentaje de los que se toman la revancha con una mala crítica en redes sociales se ha triplicado desde 2020.

17 millones de trabajadores en atención al cliente

«El servicio de atención al cliente está empeorando... Pero también los clientes», ironiza The Economist. Un 38 por ciento de los agentes en los centros de atención lo han dejado en el último año, hartos de ser el chivo expiatorio de tanta furia y descontento. Al fin y al cabo, ¿qué culpa tienen ellos? Los recortes los obligan a atender una media de tres llamadas a la vez. Y la rotación del personal es tan alta que muchos no tienen la preparación suficiente. Además, los clientes son más exigentes e impacientes que nunca.

En EE.UU, la Encuesta Nacional sobre la Ira del Cliente (tal cual), mide el grado decabreo de los consumidores desde hace 20 años. Nunca hubo tanta crispación: El 63 por ciento se ha enfadado con un empleado que le atendía

«Durante siglos, las transacciones fueron cara a cara: en el mercado, en el mostrador. Si surgía un problema, te acercabas a la tienda y tenías una charla con el vendedor», relata la escritora Sophie Elmhirst. Las centralitas telefónicas abrieron una nueva ventana a la comunicación. En los años sesenta, el volumen de llamadas era tan grande que hubo que canalizarlas a través de una nueva infraestructura: el call center. En la actualidad hay 17 millones de trabajadores en centros de atención telefónica en todo el mundo, la mayoría deslocalizados en países con sueldos bajos. Solo en Filipinas, el 'call center mundial', hay un millón y medio. Y, desde la pandemia, muchos teletrabajan desde casa. La calidad del servicio se ha resentido. La inteligencia artificial generativa, basada en ChatGPT y similares, habrá sustituido a un tercio en 2026. ¿Será la solución? Muchos lo dudan.

Ya hubo una generación precursora de los chatbots en los años noventa, cuando los primeros programas informáticos de reconocimiento de voz salieron al mercado y las compañías vieron una oportunidad para reducir costes. Pero eran tan lerdos y desesperantes que, en general, la automatización tuvo un efecto contraproducente para la imagen de marca y la lealtad de los clientes.

Fotograma de la serie 'Las chicas del cable', de Netflix

Encuestas de satisfacción

No quieren tu opinión, quieren tus datos

Pongamos que compras unos zapatos en un comercio on-line. En los días posteriores, tu buzón de correo se llenará de encuestas. «¿Ha cumplido con tus expectativas el producto?», te preguntará el vendedor. «¿Recomendarías a este vendedor?», te pedirá la plataforma que gestionó la venta. «¿Qué tal fue la entrega?», indagará la empresa de paquetería… Al parecer, todos quieren saber tu opinión. En realidad, lo... Leer más

Cada año, la deserción de consumidores insatisfechos hace perder a las compañías estadounidenses 1,6 billones de dólares, según Accenture. El último estudio de 2022 de esta misma consultora abarca 13 países y 14 sectores diferentes, y constata que las empresas que miman el servicio de atención al cliente ganan 3,5 veces que las que lo ven como un coste prescindible. «Durante décadas, las empresas han desarrollado estrategias centradas en la reducción de gastos. Es necesario cambiar la mentalidad organizativa hacia un modelo que convierta las interacciones con los clientes en una oportunidad para generar valor», subraya José Luis Antolín, director de ventas en España.

Paradójicamente, nunca antes hubo tantos canales de contacto como ahora: correo, teléfono, chat... Pero esta sobreabundancia genera aún más frustración. Muchas empresas son reacias a comunicar claramente cuáles están disponibles o cómo acceder a ellos. O te cobran por una llamada telefónica, como hacen algunas aerolíneas.

El tiempo de espera en atención telefónica de las compañías de seguros llega hasta 36 minutos. En las energéticas, hasta 16; en las operadoras de telefonía, hasta 12. Y luego tardan 88 horas en resolver una incidencia

Aun así, los chatbots ofrecen disponibilidad las 24 horas del día y, como Internet nunca duerme, muchas compañías pueden prestar atención al público en cualquier franja horaria. Si ahora estas máquinas son inteligentes, ¿problema resuelto? En realidad, no. Se olvida que muchos clientes valoran la atención personalizada, explican los expertos. Y la capacidad de resolver problemas con cierta empatía es algo que solo se puede lograr mediante la comunicación directa con otro ser humano para satisfacer la muy humana necesidad de desahogarse. O, al menos, así era hasta ahora. Las nuevas inteligencias artificiales podrían desarrollar otro tipo de 'empatía'.

El objetivo: una espera de 3 minutos

¿Qué dice la ley en España? Pues no dice nada porque no hay una ley específica. Hubo un proyecto que se empezó a tramitar en 2021, que fue aprobado por el Congreso hace un año y que debía entrar en vigor en enero, pero decayó por la convocatoria anticipada de elecciones antes de su publicación en el BOE. El ministro de Derechos Sociales y Consumo, Pablo Bustinduy, ha anunciado que un nuevo anteproyecto volverá pronto a tramitarse. La ley permitirá usar sistemas automatizados, pero los consumidores tendrán derecho a ser asistidos siempre por un operador. Obligará a las empresas a no hacer esperar al teléfono más de 3 minutos y establecerá un máximo de quince días para resolver las reclamaciones.

Mientras llega (o no) esta normativa que evite, según palabras del propio ministro, «el ninguneo al que algunas empresas someten a su clientela», lo que parece claro es que la máxima de que «el cliente siempre tiene razón», acuñada en 1909 por el magnate Harry Gordon Selfridge, fundador de una cadena de grandes almacenes en Londres, y que marcó una época en el comercio, lleva camino de pasar a la historia. También es cierto que muchas quejas son de traca...

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Nadie al aparato... Un 38 por ciento de los agentes en los centros de atención al cliente han abandonado su trabajo en el último año, hartos de ser el chivo expiatorio de toda la furia y el descontento de los clientes con las empresas.

Una auxiliar de vuelo relataba el enfado monumental de un pasajero por el ruido que hacían los motores del avión. «Créame, es mejor para todos que hagan ruido», le respondió. Pero hay quien echa de menos otros tiempos y exige que las azafatas (y los azafatos) reaccionen ante una impertinencia con la mejor de sus sonrisas, sin tener en cuenta que, por si fuera poco, cobran menos y encima tienen que limpiar las aeronaves. ¿Echaremos también de menos las páginas amarillas y el «vuelva usted mañana»?

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