El as en la manga frente a China y EE UU Guerra de los chips La empresa más valiosa (y decisiva) de Europa
Esta máquina es única en el mundo y una pieza clave en la geopolítica internacional. Sin ella, ni Estados Unidos ni China ni siquiera Taiwán –líder en semiconductores– pueden crear los chips de última generación que mueven el mundo. Se fabrica en Holanda y es el as en la manga de Europa para tener voz en la guerra tecnológica que enfrenta a Washington y Pekín. Te lo contamos.
La guerra de los chips va a decidir quién manda en el mundo, pues se han convertido en el elemento clave de la geopolítica en el siglo XXI, al igual que lo fue el petróleo en el siglo pasado. Enfrenta a Estados Unidos y a China. De momento, es una guerra de sanciones económicas y protestas diplomáticas. Europa veía esa pugna desde la barrera, resignada a acatar las condiciones del vencedor. Cuando, de repente, se ha percatado de que tiene un as bajo la manga. Se llama ASML (acrónimo de 'litografía de materiales semiconductores avanzados') y se ha convertido en la empresa tecnológica más valiosa de Europa, con 264.000 millones de euros de capitalización y 38.000 empleados. Sin las máquinas que construye ASML, ni Estados Unidos ni China ni siquiera Taiwán –líder mundial en semiconductores– pueden fabricar los chips de última generación que demandan la inteligencia artiicial, las telecomunicaciones o la industria armamentística.
El 'sorpasso' tecnológico
Estados Unidos está dispuesto a evitar el sorpasso tecnológico de China a toda costa. ¿Cómo? Frenando en seco el desarrollo de su industria de semiconductores, eje vital de su iniciativa made in China 2025, el plan estratégico lanzado en 2015 para dejar de ser la fábrica del mundo de productos baratos y dar el salto definitivo a la producción de bienes y servicios de alto valor. Utilizar sanciones para frenar el enemigo no es nuevo. «Estados Unidos ya hizo algo parecido con Japón en 1941, vetó las exportaciones de metales vitales para su industria. Japón respondió atacando Pearl Harbor. Es la misma estrategia de contención», advirtió Nouriel Roubini cuando en octubre la Administración de Joe Biden restringió el acceso de China a la última tecnología en microprocesadores, siguiendo la estela de Donald Trump. El pasado 30 de junio entró en vigor un nuevo paquete de sanciones con una cláusula de lo más llamativa. Le prohíbe a China importar los equipos de litografía de ASML. ¿La Casa Blanca puede prohibir a una empresa europea vender sus productos al país que le venga en gana? Hay precedentes, como los embargos a Cuba o Irán. Pero a los ejecutivos de ASML el veto les supo a cuerno quemado. A los funcionarios de la Unión Europea, en cambio, les abrió los ojos. Resulta que Europa puede asumir un protagonismo insospechado gracias a algo tan enraizado en su ADN como la sociedad del conocimiento. Vaya, vaya...
Unas máquinas únicas
¿Por qué esas máquinas de litografía son tan importantes? Estamos hablando de una de las tecnologías más delicadas que existen. Y aquí entramos en un terreno abonado a las paradojas. Resulta que Europa no fabrica microchips y tiene que importarlos; pero es capaz de hacer las máquinas que imprimen sus minúsculos y laberínticos circuitos. Y los fabricantes mundiales, la taiwanesa TSMC, las estadounidenses Intel o Nvidia (que hace las tarjetas gráficas de ChatGPT) y todas las chinas, japonesas y surcoreanas, dependen en gran medida de las máquinas holandesas, y en el caso de los chips más potentes, que son los más pequeños, de manera casi total. El resultado: ASML controla el mercado a partir de los 14 nanómetros de grosor (un cabello humano mide 60.000).
La holandesa ASML no hace chips, dibuja sus circuitos, pero domina de tal manera el mercado que Estados Unidos le prohíbe vender a China
Todo es cada vez más pequeño
Y en esta industria el tamaño importa. Jíbaros del progreso espoleados por la implacable ley de Moore (cada dos años la capacidad de los chips se duplica), lo que distingue a los ganadores de los perdedores es su capacidad para seguir miniaturizando hasta donde se pueda, esto es, hasta lo que permitan los límites mismos de la materia. ¿Y cuáles son esos límites? No se sabe, pero ya se están proyectando chips de 1 nanómetro (para 2026) e incluso menos, de unos pocos ángstroms (un ángstrom equivale a una décima de nanómetro). No estamos hablando de distancias entre átomos, sino en el interior de un solo átomo. Pero estos no llegarían hasta la década de 2030.
La luz que dibuja los chips
Más paradojas… Para dibujar los circuitos de algo tan pequeño como un chip (algunos tienen el tamaño de un virus), hace falta un armatoste tan grande como un autobús. Así son los equipos de litografía de luz ultravioleta extrema que fabrica y exporta ASML. Utiliza luz invisible a los ojos, de longitudes de onda muy corta, para dibujar los patrones sobre obleas de silicio. Son máquinas gigantescas, de 180 toneladas. Se necesitan cuatro Boeing 747 para transportar sus componentes, que hay que ensamblar en la fábrica del cliente. Se tarda un año en montar.
Nacida de Philips
ASML no tiene rival, pero no siempre fue así. Fue fundada en 1984 como una división de Philips e incorporó a jóvenes ingenieros holandeses. Con sede en Veldhoven, en el corazón industrial de los Países Bajos, no terminaba de arrancar y Philips estaba deseando quitársela de en medio. La escisión llegó en 1988. Pero la salida a Bolsa en 1995 proporcionó a ASML los fondos necesarios para investigar en serio. Recibió inyecciones de capital de Intel, TSMC y Samsung; adquirió algunas compañías claves, como la estadounidense Cymer (fuentes de luz ultravioleta); y estableció alianzas con cientos de proveedores, como el gigante de la óptica alemán Zeiss.
El acceso a estas máquinas es clave. Intel fue lento en adoptarlas y perdió su puesto de líder mundial en favor de la taiwanesa TSMC, que las incorporó
Su primer gran avance fue la fotografía de luz ultravioleta profunda, a principios de 2000, con longitudes de onda de unos 200 nanómetros. Todavía sigue vendiendo esos equipos, que permiten fabricar chips de tamaño estándar, pero muy fiables, tanto de uso civil como militar.
Pero ASML no se conformó e invirtió sus beneficios en investigar la tecnología de luz ultravioleta extrema, de longitudes mucho más cortas. Nadie más lo hizo con tanta determinación porque era demasiado caro y complejo. Cuando los ingenieros de ASML llegaron a los 14 nanómetros y echaron un vistazo a su alrededor, vieron que estaban solos. Fue en 2018. Canon, Nikon, Ultratech… Todos habían arrojado la toalla. ASML se había quedado sin competidores. «Esta es una empresa sin la cual el mundo actual no podría existir. Es un monopolio de facto», resume Jon Bathgate, gestor de fondos.
ASML cobra 170 millones de euros por cada máquina de su gama alta. Hasta finales de 2022 había entregado 180 y este año planea enviar otras 60. El acceso a sus máquinas más avanzadas es la llave del éxito. Intel fue lento en adoptarlas y perdió su posición como líder mundial el año pasado, después de mantener ese puesto durante 30 años, en favor de la taiwanesa TSMC, que las incorporó enseguida. Pero China todavía no ha catado ninguna, porque Trump ordenó un veto en 2019, que ahora Biden ha ampliado incluso a las de gama media, buscando el estrangulamiento total de su industria tecnológica.
La ira de China
La reacción china ha metido el miedo en el cuerpo al mundo, incluidas maniobras militares en las cercanías de Taiwán. ASML también ha denunciado intentos de espionaje industrial. Y ha acusado a un antiguo empleado chino de robar planos y documentos.
Este caso ha llevado a ASML a proteger su propiedad intelectual como gato panza arriba. Tanto en los tribunales como en sus instalaciones. Tiene 300 empleados en el departamento de seguridad. Ha creado un círculo de confianza entre sus proveedores y realiza un seguimiento a sus clientes para evitar cualquier intento de ingeniería inversa. «Pero gran parte de la tecnología de ASML no se encuentra en planos», explica Roger Dassen, director financiero, a Bloomberg. «Está en la cabeza de las personas. Y no solo necesitas los planos; necesitas todo lo que lo rodea y toda la cadena de suministro. Esa es una tarea colosal. Estamos hablando de décadas para poder replicar algo así».
La oportunidad de Europa
No obstante, desde la compañía neerlandesa se quejan del veto impuesto por Estados Unidos. «Cuanta más presión ejerzamos sobre China, mayor será la probabilidad de que redoble sus esfuerzos para desarrollar sus propias máquinas de litografía. Las leyes de la física en China son las mismas que aquí», advierte Peter Wennink, su director ejecutivo. Y no solo China tiene prisa, también la India, Japón o Europa… En los últimos años la UE ha conseguido abastecerse de vacunas, gas, armas… ¿Podrá resolver ahora sus problemas de suministro en chips? Por lo pronto, Intel construirá una fábrica en Alemania, país que negocia con TSMC para abrir otra planta. También Francia ha anunciado la instalación de una factoría. «Sin embargo, no creemos que ningún país pueda alcanzar por sí solo la autosuficiencia. La única forma de tener éxito en semiconductores es a través de la cooperación», advierte Wennink. Por lo pronto, una iniciativa de catorce países europeos, incluido España, movilizará ocho mil millones de euros para investigación. Y ASML, el gran comodín, proporciona a Europa una capacidad de influencia inesperada. ¿Sabrá aprovecharla?
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